lunes, 9 de abril de 2018

Ejercicio: Limpiar una casa

Dentro del ejercicio de limpiar la casa se encuentran diversos factores que, por la cotidianidad de la acción pasamos por alto o bien, creemos que son situaciones de hecho que todo mundo entiende y comparte.

Sin embargo, aún entre las labores del aseo se formula un lenguaje interno entre los actores y las acciones que lo hacen distinto en cada ocasión y por lo tanto, aunque en esencia el objetivo es aparentemente el mismo, la llegada al propósito, igual que sucede con la investigación, está comprometida por la metodología y las herramientas de las que deciden hacer uso los actores.

Existe un conjunto de leyes y pactos entre los individuos que realizan el aseo de una casa, condicionados por diversos factores, que pueden ir desde un sesgo por diferencia de género, el tiempo que cada actor puede o decide dedicar a la labor, el tipo de relación que tienen los habitantes de la casa (por ejemplo familiar, de pareja, de compañeros, internados, etc.), y éso sólo por hablar de la mera repartición de las tareas dentro del ejercicio principal.

Después, dentro de las herramientas utilizadas existen otro montón de factores condicionantes de la acción, por ejemplo, el nivel económico de las personas que viven en la casa y cuánto del ingreso que reciben pueden o están dispuestos a destinar a los productos de limpieza, que van desde el servicio de agua y gas, hasta la compra de escobas, trapeadores y líquidos especiales para cada función de limpieza.

Y por último, y quizá el más interesante, está el proceso mediante el cual se lleva acabo cada tarea que conforma en su conjunto la actividad de limpiar la casa. Desde el sentido en que se barren los pisos, la cronología de cada tarea determinada por los asuntos que los agentes asuman como más importantes, ya sea porque algunas requieran hacerse con mayor urgencia, comprometan la acción anterior o la siguiente o bien, requieran de mayor esfuerzo.

Comentario sobre La teoría de la complejidad y su influencia en la escuela

El saber está normalmente regido por diferentes instituciones y dispositivos que determinan cuáles serán los nuevos modelos para repartir la educación  a los individuos, esto sin contar todas las dificultades que pueden presentarse en la labor de la enseñanza, ya sean autoimpuestas o parte del mismo acontecer social, como la pobreza, la sobrepoblación, la falta de un plan educativo adecuado para determinado grupo social, la poca accesibilidad a centros de estudio, y así un lrgo etcétera que imposibilita a todos los individuos a acceder a la información.

Sin embargo, incluso dentro de los círculos, por llamarles de algún modo, privilegiados, aquellos que cuentan con acceso a la educación a nivel superior o posgrado o bien, acceso a distintos materiales educativos y de lectura más seleccionados y específicos, también ocurre un importante fenómeno de deprivación.

Aunque pudiera pensarse que por tratarse de alumnos de reconocidas universidades o participantes de círculos importantes de estudio, así como élites académicas, debe tomarse siempre en cuenta que instituciones como la universidad misma disponen qué clases de contenidos son aquellos a los que pueden o debieran acceder sus alumnos. Aunque pudiera no lucir como un régimen totalitario (y no insinúo que se trate de algo así) sí hay un sesgo importante de preferencias marcado por las escuelas, el estado e incluso la población misma. 

Estos sesgos académicos han permitido la sobre especialización de los científicos sociales y profesionales de la educación, imposibilitando que se desarrollen en diversos ámbitos de las ciencias y expandan y relacionen áreas con otras para lograr formular interconexiones dentro de la investigación. Principio que defiende la teoría de la complejidad en un afán por entender al mundo en sus correlaciones, la existencia del caos y con un sentido de conjunto, más que de unión de las partes.