martes, 26 de noviembre de 2013

Complejidad y Modernidad Autor: Niklas Luhmann



En éste libro el autor nos da muchos elementos o conceptos claves, para el análisis sociológico de la sociedad, de los cuales, en éste escrito rescato los que en mi opinión son básicos, para todo aspirante de la investigación social, Luhmann nos dice que la  acción de los sujetos, reside en la sociedad y ésta a su vez tiene que ser pensada y evaluada, de forma normativa, en función de la naturaleza y razón de los sujetos.

Para él la concepción subjetivista de la sociedad encierra una gran paradoja. La asunción de una «sociedad de sujetos» implica que éstos son multitud. Pero, dado que cada sujeto se concibe a sí mismo como la condición de la posibilidad de la constitución de todo lo que experimenta, y por tanto también de aquellos otros sujetos de los que tiene experiencia, éstos no pueden ser sujetos «reales», es decir, verdaderamente «subjetivos». Por consiguiente, no puede existir realmente esa «intersubjetividad» que la mayor parte de los sociólogos siguen pensando como contenido de lo social. Esto ha sido posible porque para muchos sociólogos e investigadores el concepto de sujeto ha terminado por convertirse en un simple sinónimo de ser humano, individuo y persona.

Luhmann no niega que los individuos actúen, él cree que la cuestión es saber hasta qué punto la acción ha de ser atribuida al individuo o al contexto. Desde su punto de vista, si se quiere despejar esta incógnita no hay que observar a los individuos actuando en su contexto, sino en el proceso de atribución mismo. Las acciones no son datos últimos que aparezcan como elementos empíricamente incuestionables, imponiéndose por sí mismos al análisis sociológico, sino que son artificios atributivos producidos por la sociedad. Luhmann cree que, por ignorar esto, las teorías sociales que han adoptado el punto de vista del «individualismo metodológico» se han visto enfocadas a trabajar con conceptos imprecisos y a buscar una cobertura en «tipos ideales» o «modelos» (al estilo de la teoría de la elección racional) y en la creciente sofisticación metodológica.

Para Luhmann los desequilibrios no son simples eventos disfuncionales, sino «perturbaciones» o «irritaciones» cuya función debe ser atendida y explicada por una teoría que pasa de interesarse por el control, la planificación y la estabilidad estructural a hacerlo, ante todo, por la sensibilidad ambiental, la evolución y la estabilidad dinámica. Luhmann haya adopto como elementos fundamentales de su teoría los controvertidos conceptos de autorreferencia y autopoiesis, de los cuales expresa lo siguiente

La autorreferencia sólo puede realizarse cuando en sus operaciones un sistema es capaz de identificar una «mismidad» propia, es decir, cuando menos un elemento propio (autorreferencia basal), pero también puede ser un proceso suyo (reflexividad) o, incluso, su propia identidad como sistema y de diferenciarla frente a cualquier otra realidad en ellas causalmente implicada, los sistemas autorreferenciales tienen que manejar siempre la diferencia entre identidad y diferencia para poderse reproducir. De éste modo los sistemas autorreferenciales,  necesitan disponer,  al menos, de la capacidad de controlar la producción y distinción de sus elementos. En consecuencia, los elemento del sistema son algo que representa para éste una unidad ultima, indescomponible.

Los sistemas autopoiéticos son sistemas capaces de constituir los elementos de los que consisten a modo de unidades funcionales.

Los sistemas autorreferenciales no tienen otra forma de contacto causal con su entorno que la del auto-contacto operativo y cognitivo. Esta compleja y paradójica combinación de independencia y dependencia ambiental tiene dos importantes consecuencias.  

En primer lugar, obliga a distinguir entre «operación» y «causalidad», porque el hecho de que las operaciones del sistema sólo sean posibles en virtud de la continua auto-referencialidad de éste en modo alguno conlleva su aislamiento material y energético respecto del entorno.

En segundo lugar, comporta que, en el plano cognitivo, cada sistema sigue sus propias distinciones. La elección de una u otra distinción, que marca el observar, nunca viene determinada por el entorno, sino que siempre es construcción del sistema. El entorno no contiene información alguna acerca de qué distinciones utilizar para observarlo.

Hablar de sistemas autopoiéticos significa hacerlo de sistemas operativamente cerrados, es decir, de sistemas que no limitan la autorreferencia al plano estructural, sino que la extienden al plano de sus operaciones elementales.

Finalmente otros conceptos de los que nos habla son la comunicación y la observación.

La comunicación presupone, en todo caso, la capacidad observacional de las conciencias participantes y la observación se trata de un concepto aplicable no sólo al orden psíquico, sino también al social, al biológico e, incluso, al de las máquinas, pues en todos ellos es posible el distinguir, el focalizar discriminante.

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