sábado, 4 de abril de 2020

Urbanized: Ley y orden.

 Lo que más me sorprende de este documental es la rapidez con la que cuenta historias y se desplaza a través del espacio. Comienza en un barrio de Santiago y de pronto ya está en las favelas Indias, y luego se sumerge en los trazos racionales de Brasilia o en los andadores de Nueva York o en las ideas chocantes pero acertadas de Peñalosa. Es un documental que aborda las complejidades que emergen en las ciudades partiendo del sujeto histórico sin perder de vista el crisol contextual bajo el que se desarrolla: globalizado, acelerado, fervientemente capitalista, en constante cambio. 





Santiago y Mumbay se abren paso preguntandose ¿dónde van a vivir los trabajadores pobres? Santiago parece que lo sabe, Mumbay no; Pero a la par se nos muestra Detroit que se pregunta ¿a donde se han marchado los trabajadores pobres? y mientras unas luchan por encontrar espacio para vivir, la otra lucha por ocupar el espacio vacío. En el fondo nos muestra que las ciudades son esencialmente rutas comerciales que cambian según los caprichos del mercado, lo que no es un hecho social reciente (basta recordar la ruta de la seda hace casi un milenio, por ejemplo) pero que quizá si se ha profundizado más en nuestro tiempo.




Los problema de las ciudades parecen no ser necesariamente los mismos para todas (aunque quizá esto evidencía que las ciudades también están divididas en una complicada jerarquía global) es así como aparece Nueva York en el que los grupos que ejercen el poder (que no necesariamente es el gobierno) centran su debate en el espacio público, en la ocupación de y en la democratización de la toma de decisiones respecto al diseño de la ciudad ¿avenidas amplias para atravesar la ciudad o crear rutas que permitan detenerse, apreciar, vivir la urbe. Este mismo debate se repite constantemente en las ciudades de la rica Europa Occidental. Brasilia entonces aparece de último momento como aferrada a una carrera que sabe que no puede ganar. Brasil es la cuna de la ciencia ficción latinoamericana, pero en una versión tosca y de mala calidad, como quien sueña por el liderazgo pero parece más bien alguien sin rumbo que lucha contra molinos de viento. Brasilia es un punto y aparte de latinoamérica (o eso es lo que sueña con ser) y centra su espíritu colectivo en el diseño racional y no en preguntarse dónde van a vivir los pobres y los pobres ricos. Brasilia se obsesiona con la cirugía plástica mientras el resto de latinoamérica lucha por sobrevivir.



Y entonces aparece volando en su bicicleta verde (que antes era roja...) el gran actor Peñalosa, canoso, encorbatado, bilingüe, es como un batman que igual que Bruno Díaz cae mal desde el principio, pero al final un super heroe intentando salvar su ciudad, la triste y deprimida Bogotá. Peñalosa nos explica con la seguridad de un marxista ocupando el palacio de invierno en la propaganda soviética, que justo ahora hay una lucha que trazará al futuro y que está centrada en si la ciudad debe dar más espacio al coche o al resto de los habitantes Con elocuencia el ex alcalde de la capital Colombiana explica la efectividad del transmilenio o transporte público de calidad y como ninguno acierta al señalar que las ciudades de hoy no tienen un centro definido sino que este va cambiando con el tiempo por lo que las rutas de infraestructura y servicios deben tener también la capacidad de trasladarse al nuevo centro. Es una idea que me parece altamente revolucionaria.



Y así continúa la cascada de historias de ciudades hasta llegar finalmente a relatar los enfrentamientos entre ciudadanos contra la autoridad para salvar a unos árboles de su derribo. Pero esta historia no es una más, de hecho me parece que es una advertencia y una predicción de los autores de este documental, que el futuro de la política global estará centrado en el medio ambiente ¿fracasarán los verdes como lo hicieron los comunistas? No lo sabemos, aún.


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