miércoles, 27 de mayo de 2020

YO Y LA SOCIOLOGÍA– ENSAYO FINAL REALIDADES COMPLEJAS


Osmar Alejandro Ruelas Jara

Introducción

Siguiendo una idea general de las lecturas que hemos revisado a lo largo de la materia, me ha causado conflicto personal pensar que todos estos tipos de trabajos sociológicos que hacemos cada semestre con la finalidad de pasar la materia o solo para cumplir las pautas de investigación y titularnos de la licenciatura, sin nunca darle una prioridad a lo personal, es decir, si bien podemos estar hablando de temas que de alguna forma se relacionan conmigo, nunca he visto que hablen desde y para sí mismos, siguen repitiendo, a pesar por ejemplo, las críticas de Mills de no relacionar lo cotidiano y la realidad social con el simple hecho de necesitar citarlo para hablar de sí mismos, muriendo toda posibilidad de una introspección profunda que desborde subjetividad  y que con eso sea lo suficientemente complejo y valioso para mí, para mi entorno, para todo el mundo.

Con esta justificación, he decidido de como personalmente concibo mi propia realidad social, en particular, de esta realidad académica-sociológica, desde el caos que hay dentro de mí y desde al análisis que soy capaz de hacer sin respaldarme por completo (porque inevitablemente tengo ya esa formación y forma parte de mi) en modelos teórico-metodológicos que al ajustar mis temas en ellos, pierden de su riqueza temática, cuando estos deberían ser utilizados para ajustarse a mis necesidades, sacándoles provecho con la crítica para enriquecer su complejidad.

No está demás advertir que esté no es un ensayo convencional a los que suelo hacer y mucho menos entregar al escrutinio sociológico de mis profesores y compañeros, pero siguiendo lo dicho por Morín, son contradicciones controversiales y complejas que sólo cometiéndolas dan pie a la crítica y con ello al conocimiento.


Desarrollo

Para decidirme por entrar a la carrera de sociología, no me faltaba interés en los temas sociales, de hecho, desde pequeño, gracias a mi madre que trabajaba en la PGJ, tuve un acercamiento a problemas sociales complejos y violentos que iban desde lo personal-individual hasta lo político-económico. Yo quería entender mi realidad para poder entender lo que yo quería, lo que yo era.  
Lo que no me dejaba entrar a sociología era mi madre y la incertidumbre del futuro (de que voy a vivir, como voy a trabajar, etc.) pero pude adquirir valentía de mis seres queridos y de una maestra que me enseñó a, prácticamente, no tenerles miedo a las implicaciones de mis decisiones, pues al final de cuentas serían propias. Yo creo que este es uno de los primeros aprendizajes sociológicos que tuve, temas como la toma de decisiones, la responsabilidad, el miedo, las expectativas, la “rebeldía”, el sistema y demás abstracciones que surgieron de mi complicada relación entre mi madre y yo.

Ya una vez entrando a sociología, ya había muy poco que me pidiera detener de querer saber más y profundizar en todo lo que fuese posible, y hasta ahora no he dejado ese instinto de estar husmeando (mi nombre deriva de la palabra husmear). Al principio no estaba personalmente formado en alguna postura clara que condicionara la forma en que aprendía mis clases; los profes hablaban, yo apuntaba y podía entender su sentido dentro de sí mismo y lo explicaba. Así surgieron traumas como Zygmunt Bauman, pues todo lo que estaba a mi alrededor lo veía a través de sus ojos como si fuera mi santa biblia sociológica. A partir de este trauma pude realizar, como las llamo actualmente, batallas pokemón, en las que podía elegir de ente una gran variedad de autores para abordar alguna problemática externa o interna, creyendo que, si entre más autores leyera y comparara sus análisis de algún tema, podría hacer conclusiones interesantes, dejándome a mí mismo y a la problemática como tal en algún rincón en el que apenas pudieran asomarse. Incluso recuerdo que en primer semestre creía firmemente que, si bien la objetividad no existe, era recomendable intentar serlo dentro de lo posible.

Pero todo cambió de repente cuando, en un acto de auto-desprecio (porque me habían advertido de Rafael Sandoval y de no tomar su optativa hasta que estuviera en los últimos semestres, y sin embargo la agendé en segundo) conocí a otra variedad de autores que criticaban lo que hacía (y con ello me sentía personalmente atacado) y las formas en las que el conocimiento funcionaba. Sin embargo, esto nunca ha sido suficiente para terminar de comprender a la academia, al departamento de sociología, a mis compañeros de la carrera, ni a mí mismo. Después de todo, yo no soy un concepto del psicoanálisis, ni de la teoría de la identidad y las representaciones sociales.

Entonces, los estudios sociológicos son importantes para iniciar el análisis de un problema social, dando un panorama crítico a quienes a quienes estén relacionados e invitar a involucrarse a todas y todos para que puedan continuar analizándolo entre y para sí mismos e ir complejizándolo todo para buscar posibles acciones que cambien su realidad y así empezar a analizar más problemas, metiéndose en el dinamismo del pensamiento crítico que no dejara de moverse, y con ello nunca dejar de movernos en búsqueda de la utopía. El resto de estudios sociológicos que sólo describen, comparan, sobre-analizan lo analizado, que malinterpretan lo interpretado (recuerdo que quería usar a una autora como marco teórico cuando ella criticaba la forma convencional academicista al negar al sujeto, limitándome a decir “si si, lo que dijo ella lo tendré en cuenta”) sólo es para conseguir algún reconocimiento académico, buscando la validación que jamás pudimos darnos.

A mí me gusta escribir de forma personal, usando sarcasmos, ironías, pesimismo y muchos paréntesis de pensamientos que de repente se cruzan en mi mente y que no tienen mucha relevancia con el tema que estaba hablando (me encanta), y no por ello mis reflexiones deberían son menos válidas como si fuera una competencia argumentativa para saber quién dice la verdad (aunque así ha funcionado el conocimiento); aunque tampoco quiero llegar al extremo relativista donde todo puede ser válido y con ello la verdad.

Yo lo único que busco con un trabajo como este es que dejemos de elitizar el conocimiento como si nosotros los estudiantes fuéramos una especie de eruditos en potencia que el mundo llegará a necesitar para salvarse de sí mismo. Dejen de sentirse la gran cosa porque realmente todos somos la gran cosa.


Conclusión

Todas y todos somos capaces de conocer y hacer. El cambio no depende de algunos, depende de muchos, y yo no soy nadie para irle a decir eso a todo el mundo; cada quien necesita reflexionar y tomar consciencia de sí y de su entorno para comprenderlo y cambiarlo. Si ni siquiera puedo cambiar la relación social entre yo y mis padres, ¿por qué voy a pretender que soy capaz de analizar a todas las sociedades para cambiarlas? ¿qué o quién me creo que soy?

Por favor, dejemos de ser unos hipócritas narcisistas del conocimiento.

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