domingo, 29 de marzo de 2020

Capitalismo en tiempos de Covid-19

Estos días me había negado a saturarme de información acerca del Coronavirus. Prefería evadir la realidad cómodamente desde mi sillón, ignorar las conversaciones de mi mamá y mi tía acerca de lo sucedido, ¿qué gano con saber lo que está pasando?, me limitaba a estar en mi casa en cuarentena aunque a también salgo de mi casa a pasear a mi perro porque ¿el qué tiene la culpa?
            Sin embargo de una u otra forma la información llega, la situación está sobrepasando al mundo, a México. Me imagino que mi posición inicial fue la que tomaron la mayor parte de los países a principios de la aparición de la enfermedad en hacia: ignorar toda información porque a ellos qué les afecta. La indiferencia también es una respuesta ante el caos.
            A primera vista, es evidente que el Covid-19 está causando crisis económicas mundiales, desestabilidad, miedo colectivo y paranoia social. Leer “muere otra víctima del coronavirus”, “no salgas de tu casa porque es muy contagioso el virus”, no es alentador –¿debería serlo?–, la incertidumbre a lo que pueda pasar es “el pan de cada día”.
            Aunque tenemos acceso a lo más inmediato, a lo que pasa en el momento y probablemente proyecciones a futuro basadas en estadísticas, ¿la sociedad se detiene a pensar detalladamente qué pasará estructuralmente después del caos que trajo el coronavirus? Los especialistas sociales lo han analizado, han tratado de interpretar el comportamiento del virus socialmente, ya sea dando un vistazo al pasado (un ejemplo es la colonización con todas las enfermedades que se trajeron y cambios demográficos), pensando y cuestionando si el capitalismo seguirá vigente.  Sin embargo, dudo que personas fuera del ámbito le den importancia a esa clase de opiniones porque su mente está en lo que sucede diariamente, con el futuro inmediato.
            El capitalismo está cambiando, o mejor dicho, mayor número de personas se da cuenta como su forma neoliberal está desinteresada por protegernos, no estamos preparado antes las contingencias. Aunque esté claro esto, no es suficiente un virus para que cambiemos de forma socioeconómica de organización, pero sí puede ser el inicio de la lucha que se necesita para destruir lo que verdaderamente nos mata, más allá de un virus propagado por falta de interés y empatía.

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