domingo, 29 de marzo de 2020

La bicicleta verde: resistencia

Me pone terriblemente triste el pensar que a pesar de las desigualdades y violencias que vivo a diario por el hecho de ser mujer, puedo considerar que tengo privilegios. Cada día decido –dentro de los límites sociales– cómo vestirme, cómo hablar, por dónde ir, qué estudiar, aunque dentro de la rutina tenga incertidumbre si regresaré viva a mi casa. Sin embargo, si este escenario suena triste, sé que en otras regiones del mundo viven otras pesadillas.
            El filme de Wadjda nos enseña un pedacito de la realidad que viven a diario las mujeres de oriente: reprimidas, ocultando su rostro, violentadas y sin voz por una simple razón, nacer mujer. A lo largo de la película las imágenes si bien no son crudas y crueles, vislumbran el infierno cotidiano.
            El personaje de Wadjda es una señal de resistencia y rebelión dentro de un sistema que te oprime. A pesar de ser una niña de tan solo 10 años, busca formas de seguir lo que piensa, de animar a su madre, de querer montar una bicicleta sin que se lo impidan por ser niña. En todo momento muestra valentía en pequeños actos que la llevaron a conseguir un pequeño sueño que no fue nada fácil.
            Si bien estas palabras suenan bonitas y esperanzadoras, a veces, la realidad está lejos de serlo, sin embargo, siempre hay luces en el camino para no dejar de resistir, para conseguir que cada una de las mujeres en el mundo puedan desde montar una bicicleta, hasta poder vivir sin miedo a ser violentadas o matadas. Las realidades de cada una son complejas y diferentes, pero nos une algo, la lucha, el sueño de ser liberadas de lo que nos oprime. Jamás dejemos de soñar y resistir.

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