miércoles, 27 de mayo de 2020

¿Para qué sirve realmente…? Un sociólogo

¿Para qué sirve realmente…? Un sociólogo


Zygmunt Bauman escribió un libro que considero que todos los sociólogos deberías tener en nuestra biblioteca.

Como lo dice en la contraportada: Este libro es un testimonio de la creencia de Bauman en la relevancia persistente de la sociología, y es también una exhortación a que empecemos a cuestionar el mundo en el que vivimos, a que dejemos de vernos como víctimas de las circunstancias y para convertirnos en los creadores de nuestra propia historia. Eso es, al fin y al cabo, para lo que sirve la sociología.   

Los capítulos tratan de responder a lo que su encabezado propone bajo la lógica de una interrogante que no se presenta con una estructura argumentativa inmóvil e impermeable. Así, muchos de los argumentos expuestos en los cuatro capítulos se interrelacionan y profundizan recíprocamente, generando y enriqueciendo el debate sobre la problemática en cuestión:

“ La rama más tradicional y humanística, y la menos empresarial, incluso anti empresarial […] tiene como objetivo hacer la conducta humana menos predecible, activando fuentes de decisión internar y motivadoras, que proporcionen a los seres humanos un conocimiento más que suficiente de su situación para ampliar de este modo la esfera de su libertad de elección”

La introducción está compuesta por una serie de conversaciones con Michael Hviid Jacobsen y Keith Tester, Bauman explica que la sociología es necesaria si queremos vivir una vida plena.

En el primer capítulo titulado ¿Qué es la sociología?, Bauman aborda tres cuestiones: 1) el estatuto epistemológico de la sociología y los “códigos genéticos” que le dan identidad y diferenciación frente a otras ciencias, como las nomológicas, con las que muchas veces ha tratado de compararse y a las que ha tratado de imitar; esto se echa de ver en la pretensión de generar grados de similitud con las “ciencias duras” apropiándose de modelos de análisis propios de las mismas. 2) la necesidad de generar y potenciar el conocimiento de la sociedad a través de la imaginación sociológica, como ya proponía en su tiempo el sociólogo estadounidense Wright Mills; 3) el problema de la relación que se debe establecer frente al “otro”, a ese “otro” desconocido y múltiple.

Sobre este último punto, la sociología debe adoptar, según Bauman, un razonamiento que se ajuste a las narrativas y a la historia de los sujetos, con el fin de comprender y promover los encuentros con el “otro”. Tiene también como tarea desplazar las naturalizaciones sociales, es decir, los elementos que conforman el sentido común. En palabras de Bauman:
 “la sociología es una actividad crítica, en la medida en que lleva a cabo una continua deconstrucción derridiana de la percepción de la realidad social (...)”

En el segundo capítulo, ¿Por qué ser sociólogo?, aporta su experiencia personal sobre el desarrollo de su propio programa de investigación. Según el autor, sus inicios se sitúan en la discusión de los trabajos de Karl Marx y E. P. Thompson respecto a la clase obrera y su papel como precursora de la emancipación; pero luego se fue conformando en su obra la idea de que la política se rige por la dinámica procedimental del voto, más que por un interés real de acción social. De modo específico, Bauman pone de manifiesto que la política -bajo el supuesto de ordenar las demandas y de apoyar la acción de los individuos para su desarrollo en sociedad-, ha sido secuestrada por la lógica del voto, en lugar de orientarse por la comprensión y la gestión de la realidad. Por eso, aunque en la esfera política se tiene un conocimiento relativo de los mecanismos que dificultan el desenvolvimiento de los sujetos, no por ello se toman las medidas o acciones necesarias para neutralizarlos.

Para profundizar lo expuesto, el autor encabeza su tercer capítulo con la pregunta: ¿Cómo hacer sociología? Uniendo cabos respecto al conocimiento de las experiencias de los sujetos, propone explorar las instancias y canales de decisión, de los que los agentes sociales disponen, para concertar nuevos caminos de acción y de razonamiento, con el fin de enfrentar los diversos malestares que los aquejan. No se trata de asignar a la sociología un papel de mesianismo o guía, sino simplemente de una propuesta o disposición a denunciar el cómo funcionan las cosas; de cuestionar el orden establecido y de promover un autoconocimiento y la responsabilidad por parte del sujeto. En sus propias palabras:

“Una vez que los seres humanos, además de ser los objetos de nuestro estudio, se convierten también en parte de nuestro diálogo, que es un diálogo pensado para servir a sus necesidades y responder a sus dilemas, los sociólogos pierden el lujo del que disfrutan las ciencias de lo no humano: el privilegio de ignorar cualquier opinión que tengan sus objetos de estudio, ejerciendo una plena, indivisible e inalienable soberanía profesional, a la hora de crear sentido y a la hora de decidir lo que es verdad y lo que no lo es”.

El último capítulo del libro se titula: ¿Qué puede conseguir la sociología? Este apartado se propone dialogar sobre el malestar social, que en un primer momento se concentró en las condiciones de existencia del proletariado, y que ahora pasa a reflejar las del precariado. Se trata de una guía para la construcción de lo público y una reorientación del poder y de lo político, entendiendo este último como “(...) la habilidad de decidir qué cosas han de hacerse y cuáles no” para enfrentar dicho malestar.

Este es un libro que permite entrever los engranajes que articulan el pensamiento de Bauman, y así comprender mejor sus reflexiones teórico-metodológicas; es también un libro que explicita los fundamentos de la sociología y sus implicaciones para el debate sobre la intervención en la sociedad y la construcción de la misma. En el texto se puede apreciar también trasversalmente el cuestionamiento del autor a los investigadores que apelan a una supuesta neutralidad de la sociología en el análisis de lo social.

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