lunes, 28 de septiembre de 2015

La perspectiva de la ironía sociológica

Con notable lucidez, La cultura de los problemas públicos, obra del reconocido sociólogo estadounidense Joseph R. Gusfield, desafía la constante imposición cultural de los medios y las acciones de gobierno por establecer cuáles son los problemas públicos de primer orden, contra los que, según esta noción, no lo son. Impaciente con el aspecto técnico, estadístico e impersonal de la sociología, el autor se centra, casi de manera exclusiva, en el problema de los conductores alcoholizados, que analiza desde un rico mar de perspectivas. Combinando metodologías y sin apelaciones a la autoridad y la ley, pone en evidencia el mito de los problemas como fenómenos dados en sí mismos, con el fin de hacer énfasis en los modos en que se les construye y prioriza tanto en el campo académico como en el debate social, del que participan múltiples agentes, procesos y recursos.

En este sentido, la perspectiva de la ironía sociológica que se expone en el último apartado trata de tomar en consideración otras maneras de preguntar por los fenómenos, que son, a su vez, otras maneras de problematizar. Por lo que obviar el fenómeno –dice Gusfield– “prefigura la investigación y las políticas a adoptar”. Si bien es cierto que al comprender una realidad se accede al conocimiento compartido que la construye en un momento histórico, lo es también que nunca se accede directa o definitivamente a ella. La dominación moral y cognitiva de la que habla el autor sostiene la reiteración y la ritualización de los principios, exhaustivos y excluyentes, de la ley como representación de la autoridad pública.

Rescatada del análisis literario y la lingüística, la posición de la ironía “busca mostrar que el contenido y las consecuencias de las acciones legitimadas no son aquellas que se dicen que son, sino más bien, o además, exactamente lo opuesto”. Las cosas no son lo que parecen, quizá son todo lo contrario. Y su impacto reside en evidenciar, desde las perspectivas posibles, aquello familiar como algo extraño, abriendo posibilidades de interpretación mediante un conjunto de referencias alternativas.

Según el autor, existen dos maneras divergentes de examinar la vida social humana a través del paradigma de la ironía sociológica: la ironía utópica y la ironía olímpica. La primera, como práctica dialéctica, "conduce a una nueva síntesis que resuelve las contradicciones de la vieja tesis y sugiere una nueva", que resulta, en efecto, una noción crítica hacia el pensamiento dominante, aunque también una perspectiva de cambio social. La segunda, en contraste, resulta más distante y escéptica con respecto a todas las perspectivas, pero sin dejar de lado el fomento al desarrollo crítico, situando el lenguaje mediante el cual se expresan los pensamientos, los intereses y los sentimientos de quien examina un fenómeno.

Debido a esto, la cultura de los problemas públicos es una generalización abstracta, ya que las acciones como las coyunturas de los agentes que participan son problemáticas; nunca pueden darse por sentadas. La perspectiva de la ironía intenta producir una articulación con la complejidad misma mediante la interacción de términos.

Así, pues, el método de la sociología se vuelve una necesaria modalidad de lectura que no agota las posibilidades de compresión de su objeto, en virtud de las herramientas que ofrece para articular, desde una pluralidad de sensibilidades, el conocimiento del universo social y las estructuras que lo constituyen.

Bibliografía


Joseph R. Gusfield: “The culture of public problems. Drinking-driving and the symbolic order”, The University of Chicago Press: Chicago, 1981.

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