En éste libro el autor nos da
muchos elementos o conceptos claves, para el análisis sociológico de la
sociedad, de los cuales, en éste escrito rescato los que en mi opinión son
básicos, para todo aspirante de la investigación social, Luhmann nos dice que
la acción de los sujetos, reside en la
sociedad y ésta a su vez tiene que ser pensada y evaluada, de forma normativa,
en función de la naturaleza y razón de los sujetos.
Para él la concepción subjetivista de la sociedad encierra una gran
paradoja. La asunción de una «sociedad de sujetos» implica que éstos son
multitud. Pero, dado que cada sujeto se concibe a sí mismo como la condición de
la posibilidad de la constitución de todo lo que experimenta, y por tanto
también de aquellos otros sujetos de los que tiene experiencia, éstos no pueden
ser sujetos «reales», es decir, verdaderamente «subjetivos». Por consiguiente,
no puede existir realmente esa «intersubjetividad» que la mayor parte de los
sociólogos siguen pensando como contenido de lo social. Esto ha sido posible
porque para muchos sociólogos e investigadores el concepto de sujeto ha terminado
por convertirse en un simple sinónimo de ser humano, individuo y persona.
Luhmann no niega que los
individuos actúen, él cree que la cuestión es saber hasta qué punto la acción
ha de ser atribuida al individuo o al contexto. Desde su punto de vista, si se
quiere despejar esta incógnita no hay que observar a los individuos actuando en
su contexto, sino en el proceso de atribución mismo. Las acciones no son datos últimos que aparezcan como elementos
empíricamente incuestionables, imponiéndose por sí mismos al análisis sociológico,
sino que son artificios atributivos producidos por la sociedad. Luhmann cree
que, por ignorar esto, las teorías sociales que han adoptado el punto de vista
del «individualismo metodológico» se han visto enfocadas a trabajar con
conceptos imprecisos y a buscar una cobertura en «tipos ideales» o «modelos»
(al estilo de la teoría de la elección racional) y en la creciente
sofisticación metodológica.
Para Luhmann los desequilibrios no son simples eventos
disfuncionales, sino «perturbaciones»
o «irritaciones» cuya función debe
ser atendida y explicada por una teoría que pasa de interesarse por el control,
la planificación y la estabilidad estructural a hacerlo, ante todo, por la
sensibilidad ambiental, la evolución y la estabilidad dinámica. Luhmann haya
adopto como elementos fundamentales de su teoría los controvertidos conceptos
de autorreferencia y autopoiesis, de
los cuales expresa lo siguiente
La autorreferencia sólo puede realizarse cuando en sus operaciones un
sistema es capaz de identificar una «mismidad» propia, es decir, cuando menos
un elemento propio (autorreferencia basal),
pero también puede ser un proceso suyo (reflexividad)
o, incluso, su propia identidad como sistema y de diferenciarla frente a
cualquier otra realidad en ellas causalmente implicada, los sistemas autorreferenciales tienen que manejar siempre la
diferencia entre identidad y diferencia para poderse reproducir. De éste modo
los sistemas autorreferenciales,
necesitan disponer, al menos, de
la capacidad de controlar la producción y distinción de sus elementos. En
consecuencia, los elemento del sistema son algo que representa para éste una
unidad ultima, indescomponible.
Los sistemas autopoiéticos son sistemas capaces de constituir los elementos de
los que consisten a modo de unidades funcionales.
Los sistemas autorreferenciales no tienen otra forma de contacto causal con su
entorno que la del auto-contacto operativo y cognitivo. Esta compleja y
paradójica combinación de independencia y dependencia ambiental tiene dos
importantes consecuencias.
En primer
lugar, obliga a distinguir entre «operación» y «causalidad», porque el
hecho de que las operaciones del sistema sólo sean posibles en virtud de la
continua auto-referencialidad de éste en modo alguno conlleva su aislamiento material
y energético respecto del entorno.
En segundo lugar, comporta que, en el plano cognitivo, cada sistema
sigue sus propias distinciones. La elección de una u otra distinción, que marca
el observar, nunca viene determinada por el entorno, sino que siempre es construcción
del sistema. El entorno no contiene información alguna acerca de qué distinciones
utilizar para observarlo.
Hablar de sistemas autopoiéticos significa hacerlo de
sistemas operativamente cerrados, es decir, de sistemas que no limitan la
autorreferencia al plano estructural, sino que la extienden al plano de sus
operaciones elementales.
Finalmente otros conceptos de los
que nos habla son la comunicación y la observación.
La comunicación presupone, en todo caso, la capacidad observacional de las conciencias participantes y la observación se trata de un concepto aplicable no sólo al orden psíquico, sino también al social, al biológico e, incluso, al de las máquinas, pues en todos ellos es posible el distinguir, el focalizar discriminante.
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