En el primer ejercicio de
observación que realicé en las inmediaciones del CUSCH, justo donde convergen
la calle de Mariano Bárcenas y Av. Maestros, centré mi interés en el comportamiento
y en el flujo de los automotores y de los peatones; me llamó la atención que en
pocas ocasiones pude ver a conductores compartiendo su automotor con otra
persona, esto lo relaciono con la idea individual y racional de tener un coche
que te lleve a todos lados, pero que en lo colectivo ocasiona un montón de
problemas. En lo que toca a los peatones, pude observar que transitaban sin
inconvenientes por las banquetas y que llegando a la esquina desatienden el “personalísimo”
celular para obedecer los colores del semáforo y cruzar la calle. En ambos
casos, noto que la comunicación está determinada por la normatividad depositada
en el semáforo y en lo que cuentan los teléfonos celulares ya que en muy pocas
ocasiones se ven personas platicando en las dos experiencias. La sociología encuentra
por lo anterior un terreno complejo para explicar estas realidades en cuanto a
la movilidad de peatones y automovilistas que en mayor o menor grado actúan guiados
por la utilidad de la tecnología individualizante, pues dejan para otros
momentos y espacios su interés por interactuar con otros sujetos.
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