Universidad
de Guadalajara
Licenciatura
en sociología, 6to semestre
Iván
Eduardo Haro Durán
Clase:
Análisis de las realidades complejas
El
vandalismo interaccional: una mirada desde el interaccionismo simbólico, la
etnometodología y la fenomenología.
Para este ensayo
pretendo abordar el tema del vandalismo interaccional, para su explicación se presentará una mirada desde los enfoques
teóricos del interaccionismo simbólico, la etnometodología y la fenomenología
(sociológica), pues, hay factores interesantes entre las diferentes interpretaciones que estas teorías y sus
autores nos brindan para la explicación e interpretación del vandalismo
interaccional, entendiendo, que los tres enfoques desarrollan su investigación
dentro del análisis del mundo de la vida cotidiana, es decir, las actividades
comunes que las personas realizan en la sociedad; esto implica que, así como
diferencias, se encontrarán semejanzas dentro de este mismo análisis sociológico;
haciendo este trabajo con la idea de hacer énfasis en la complejidad, pensar en
las decisiones y procesos (en este caso “interaccionales”) que pueden ser
inesperados dentro de una serie de acciones predeterminadas.
Las conversaciones son
una de las principales maneras de mantener con estabilidad y coherencia nuestra
vida cotidiana. Nos sentimos más cómodos cuando las modalidades del habla
intrascendente se respetan, cuando ocurre al contrario, es decir, cuando se
vulneran, provocan amenaza e inseguridad en los actores sociales de dicha
interacción; cuando alguien no coopera dentro de una conversación del modo que
se espera, o sea, del modo preestablecido de diálogos comunes coherentes se
puede dar lugar a tensiones.
Aquí me permito señalar
más claramente lo que es el vandalismo interaccional. Dicha expresión se
utiliza para describir casos en los que un subordinado rompe las bases tácitas
de la interacción cotidiana que son válidas para los más poderosos. El
vandalismo interaccional deja a las víctimas incapaces de explicar lo que ha
pasado, incluso en mayor medida que un ataque físico o un insulto vulgar
(Giddens, 2006).
El estudio acerca del
vandalismo interaccional nos brinda otro ejemplo en cuanto a la dirección
binaria de las interacciones, sus ámbitos micro y las fuerzas que influyen en
el nivel macro. Entonces, se observa de manera clara que el vandalismo
interaccional se vincula inmediatamente con las grandes estructuras de clase,
género y raza, en el que se despliega un sistema de sospecha y descortesía
mutua que se refuerza a sí mismo con sus reproducciones.
Algunos de los principios
básicos para el análisis del interaccionismo simbólico radican en el hecho de
que los seres humanos están dotados de capacidad de pensamiento, ésta está
modelada por la interacción social, dentro de la interacción social las
personas aprenden los significados y los símbolos que les permiten ejercer su
capacidad de pensamiento (Ritzer, 1993). Los significados y los símbolos son
los que permiten a las personas actuar e interactuar, aunque, según este
enfoque, las mismas personas pueden modificar o alterar los significados y los
símbolos sobre la base de su interpretación de cualquier situación, pueden
introducir estas modificaciones porque su capacidad de interactuar consigo
mismas les permite hacer una revaloración de los posibles cursos de acción. Las
normas enlazadas de acción e interacción constituyen los grupos y las
sociedades.
Por su parte, la
etnometodología se ocupa del modo en que las personas producen activamente y
mantienen los significados de las situaciones, así como por el modo en que las acciones
de las personas constituyen las situaciones (Ritzer, 1993). La etnometodología
ha centrado su estudio en el análisis de conversaciones telefónicas,
procedimientos judiciales, discursos políticos e incluso en el simple (modo)
andar de las personas, esto haciendo énfasis en la manera como las personas
construyen o reconstruyen la realidad social; se interesa por el análisis
conversacional porque suponen (los etnometodólogos) que es la única manera de
captar los pequeños detalles (lo que no se dice) en las conversaciones entre
las personas.
La sociología
fenomenológica también, como la etnometodología, se ocupa del modo en que las
acciones de las personas constituyen las situaciones y del modo en que las
personas producen activamente y mantienen los significados de las situaciones
(Ritzer, 1993). La sociología fenomenológica muestra gran preocupación por la
conciencia, intenta comprender lo que experimentan otras personas, su análisis
está dirigido al intento de explicar las estructuras de esas experiencias con
el fin de discernir sus rasgos comunes, o bien, fundamentales. La fenomenología
a diferencia de la etnometodología presta atención explícita a las
instituciones, a las colectividades y a varias cuestiones sociales de carácter
macro.
Ahora bien, para
continuar con la propuesta del ensayo, volvemos al análisis del vandalismo
interaccional, de acuerdo con estas teorías y sus dimensiones explicativas. La mayoría de nuestras
interacciones se ejecutan mediante el habla, y dentro de ésta la mayoría de los
diálogos son constituidos por las conversaciones informales, sin dejar de lado
que hay muchos signos no verbales que empleamos de manera rutinaria en nuestro
comportamiento. La sociología generalmente considera y reconoce que el lenguaje
es fundamental para la vida social, pero más específicamente las teorías
citadas para este trabajo son las que se ocupan en concreto de cómo la gente
usa el lenguaje en la cotidianeidad y sus contextos. Entonces, para entender
por qué ocurre el vandalismo interaccional, se debe decir que existe un
orden/estructura más o menos determinado de interacciones entre los individuos
de un país y/o cultura en específico. Las formas más intrascendentes del habla
cotidiana presuponen la existencia de una complicidad y de un conocimiento
elaborado que los participantes utilizan. Las palabras empleadas en el habla
cotidiano no siempre son precisas en sus significados, y nosotros fijamos lo
que queremos decir mediante sobrentendidos implícitos que lo respaldan
(Giddens, 2006). Con lo anterior podemos entender que cualquier alteración
dentro de las interacciones puede dar cabida al vandalismo interaccional,
aunque se ha señalado al comienzo del trabajo que más bien aparece como
influenciado por las estructuras sociales de clase, género y raza; aclarando
que puede existir una vinculación inmediata entre estos factores, como también
en ocasiones no sea así necesariamente.
Mead, uno de los
pensadores más importantes del interaccionismo simbólico, creía que el estímulo
no provocaba una respuesta automática e irreflexiva en el actor humano, pues,
señaló “Concebimos el estímulo como una ocasión u oportunidad para actuar, no
como una compulsión o mandato” (Ritzer, 1993), de acuerdo con el postulado de
Mead, se podría decir que el vandalismo interaccional se puede presentar, por
ejemplo: cuando una persona evita el diálogo, o lo que es más general, la
interacción con otra persona, reflexionando si es conveniente conectar dicha
interacción, pues, para Mead existe una reflexión antes de que ésta se ejerza.
Esta fase del impulso entraña un estímulo sensorial inmediato y la reacción del
actor al estímulo es la necesidad de hacer algo como respuesta, en el caso del
ejemplo el vandalismo interaccional aparece porque la respuesta al estímulo fue
no seguir la interacción. Ahora, lo que hay que analizar es cuál es la razón
por la que esta persona no sigue la interacción y ahí se encontrará claramente
el por qué del vandalismo interaccional. Si el que busca iniciar la interacción
lo hace alterando o no respetando los significados y los símbolos que permiten
a las personas actuar e interactuar (esto de acuerdo con uno de los principios
del interaccionismo simbólico), emprende una situación de vandalismo
interaccional convirtiendo en víctima de éste a quien no correspondió la
interacción. En este ejemplo simple, no se especifican situaciones sociales
macro (género, clase y/o raza), dado que una de las cuestiones que ignora el
interaccionismo simbólico precisamente son los factores de las grandes
estructuras, siendo criticado como teoría por esta misma razón.
Goffman, otro
importante interaccionista, toca un punto que me parece interesante para
explicar y ejemplificar el vandalismo interaccional. Se trata de una supuesta
técnica que emplean los actores, es la mistificación. Los actores suelen
mistificar su actuación al limitar el contacto entre ellos y la audiencia,
mediante el establecimiento de una “distancia social” entre ellos y la
audiencia, lo que pretenden los actores es infundir respeto en la audiencia.
Esto, a su vez, evita que la audiencia ponga en cuestión la actuación. Goffman
señala que la audiencia está implicada en este proceso y, con frecuencia, busca
mantener la credibilidad de la actuación guardando la distancia con el actor
(Ritzer, 1993). Si usamos este supuesto en el vandalismo interaccional podría
ocurrir, por ejemplo, que el individuo que busque iniciar una interacción con
un actor que posee un rol mistificado, ya sea la interacción muy simple o algo
subversiva, puede iniciar una interacción vandálica al no respetar su “distancia social”, así alterando
principalmente el tipo de “interacción especial que éstos merecen”,
posteriormente podría agravar el caso de vandalismo interaccional al irrespetar
primero que nada la mistificación y después la subjetividad de este individuo,
haciéndole víctima de dicho tipo de interacción. Entonces, aquí el núcleo del
acto “vandálico” radica, más que en la forma
inapropiada de interactuar, en la transgresión del respeto que el actor y la
audiencia han legitimado al mistificado. Aunque hay que recordar que los
interaccionistas de lo simbólico han olvidado en su mayoría a las grandes
estructuras sociales, siendo que este tipo de mistificación hace alusión
totalmente al poder que ejerce la estructura social sobre los individuos; es
una singularidad de la obra de Goffman y a la vez un debate acerca de su
ubicación teórica dentro del interaccionismo simbólico. Él creía que aunque en
todas las situaciones de interacción exista (al menos operativamente) un cierto
grado de consenso, siempre se presentan como relaciones de poder. Siendo que las
relaciones de poder pueden ser caracterizadas por la diferenciación de género,
raza y/o clase, las cuales constituyen rasgos del fenómeno interaccional
abordado en este ensayo.
Por su lado, Garfinkel,
el más importante expositor de la etnometodología, desarrolló para sus
investigaciones los experimentos de ruptura, los cuales consisten en violar la
realidad social con el fin de arrojar luz sobre los métodos que utilizan las
personas para construir la realidad social. Éstos son denominados experimentos
de violación de normas y el investigador tiene que introducirse en un escenario
social, violando (quebrantando) las normas que lo rigen, y luego estudia la
reacción de los actores ante ese quebrantamiento (Ritzer, 1993). Dentro de lo
que caracteriza al vandalismo interaccional, creo que este método de Garfinkel
se trata tácita y exactamente de provocar las mismas sensaciones que engendra
el vandalismo de la interacción en los
individuos “victimizados”, pues, se decía que las víctimas se ven incapaces de
explicar lo que ha pasado, incluso en mayor medida que un ataque físico o un
insulto vulgar, pero en el caso del vandalismo se da como un fenómeno
interaccional, y Garfinkel busca la respuesta de un escenario con una ruptura
de las normas en la interacción común. El término de vandalismo interaccional
va muy ligado con los experimentos de Garfinkel y sus estudiantes, pues, los estudiantes
del sociólogo-etnometodólogo norteamericano crearon situaciones tensas al
socavar a propósito las normas de la conversación como parte de su experimento
(un estudio que investigó los intercambios verbales entre peatones y “gente de
la calle” de la ciudad de NuevaYork), la pregunta que inspira el estudio es:
¿qué ocurre en las situaciones del mundo real cuando la gente causa problemas con su forma de conversar? El análisis de la conversación en la que se
examinan todas las facetas de una conversación en busca de sus significados, ya
sea las más insignificantes palabras de relleno (como “umm” y “ah”) hasta el
ritmo preciso de tales intercambios (incluyendo en él las pausas,
interrupciones y solapamientos). El estudio analizó las interacciones que se
producían entre hombres negros -muchos de ellos indigentes y alcohólicos- y
mujeres blancas que pasaban junto a ellos en la calle. Frecuentemente los
hombres intentaban iniciar conversaciones con ellas después de llamarlas,
lanzarles piropos o preguntarles algo, pero en esas conversaciones algo falla
porque las mujeres no suelen responder como lo harían en una interacción
normal. Aunque los comentarios de los hombres no suelen tener un tono hostil,
las mujeres tienden a acelerar el paso y mirar fijamente al frente (Giddens,
2006). Pues, era evidente que las mujeres no querían ni les interesaba hablar.
Los hombres de este estudio estaban conversando de una manera técnicamente
grosera, según los investigadores por el ritmo en que conversaban (aunque
también las mujeres se mostraban técnicamente groseras por no entablar la
conversación), es decir, un tanto insistente, rompiendo así el orden común de
la posible conversación, cuando no se respetan las pistas habituales de apertura
y cierre en las conversaciones, los individuos sienten una profunda e
inexplicable inseguridad. Otro problema aquí es que los hombres de la calle
están acostumbrados a otro tipo de lenguaje e interacción, pero cuando quieren,
pueden subvertir las convenciones tácitas del habla diaria de una forma que
desorienta a los transeúntes. Aquí entra también la influencia de la estructura
social (género, clase y/o raza), pues bien el estudio puede demostrar que los
hombres que les hablan a las chicas blancas aparte de ser “hombres de la calle”
son negros y por supuesto que existe cabida al racismo como factor de este
vandalismo interaccional, y por el otro lado: la clase, los transeúntes saben
que son hombres que viven en la calle y suponen que son malvivientes, entonces
se alejan de ellos, ni conectan la mirada con ellos porque representan un
peligro para su persona y prefieren evitar cualquier acercamiento, haciendo así
el acto de discriminación de clase y todos los prejuicios que ésta pueda
contener, de este modo también dejando el intento de interacción en sólo eso
(vandalismo interaccional).
Ahora, en la sociología
fenomenológica, Schutz (el principal pensador de esta corriente) no se
interesaba por la interacción física de las personas, sino por el modo en que se
comprenden recíprocamente sus conciencias, la manera en que se relacionan
intersubjetivamente unas con otras, a diferencia de la etnometodología que se
centraba más bien en lo observable y no
tanto en la conciencia de los individuos. Bajo la premisa fenomenológica
veremos qué puede aportar al vandalismo interaccional, ya sea en su estudio y/o
su explicación. En los principios teóricos de la sociología fenomenológica,
Schutz y Luckmann hablan de las tipificaciones; las personas desarrollan y usan
tipificaciones en el mundo social, en cualquier situación que se da en el mundo
de la vida cotidiana, una acción viene determinada “por un tipo constituido en
experiencias anteriores”. Las tipificaciones ignoran los rasgos individuales y
particulares y se centran sólo en características genéricas y homogéneas.
Mientras se tipifica a los demás rutinariamente, las personas también se
auto-tipifican, es decir, hasta cierto punto, el hombre tipifica su propia
situación dentro del mundo social y las diversas relaciones que tiene con sus
semejantes y con los objetos culturales (Ritzer, 1993). Schutz, en ocasiones
utilizó como sinónimos los conceptos tipificación y recetas, ambas sirven de
técnicas para comprender o, por lo menos, controlar aspectos de la experiencia.
Sin embargo, las recetas tienen relación con las situaciones, mientras las
tipificaciones se refieren a las personas. Entonces, debido a las
tipificaciones de las personas, de acuerdo a la apariencia, o sea, que alguien
puede ser ignorado (victimizado) por alguien más, al no ser correspondido en
una interacción por su “mal aspecto”, según su tipificación, esto nos da lugar
a un suceso de vandalismo interaccional, en el cual las personas que no visten
de cierta manera son tipificadas, tal vez, como peligrosas y si esta intenta
conversar con alguien más que vaya pasando, la interacción podría ser denegada
no sólo por la tipificación, sino que también por la receta, es decir, las
personas ya saben qué hacer si un “extraño” con “apariencia peligrosa” les habla, es simple… ignorarlos,
probablemente ni hacer contacto visual y seguir su camino. Adecuando este
supuesto del fenomenólogo Schutz al vandalismo interaccional, vemos que estas
tipificaciones indican cómo comportarse y aparentarse, esto de acuerdo al orden
moral y cultural que determina el tipo de interacciones, y el acto de ignorar
como respuesta a algo fuera del orden se vuelve normal, por ende, en estas
situaciones encontraremos el vandalismo interaccional que se ven influenciadas,
en este caso por las tipificaciones y las recetas.
Para cerrar el ensayo,
me dirijo a la conclusión, haciéndola principalmente con mi punto de vista. Es
muy notorio que el vandalismo interaccional no es sólo una cuestión de meras o
puras interacciones aisladas, sino que aparece como un proceso muy complejo en
el que inciden las decisiones de los sujetos intersubjetivamente, que son
forzadas muchas veces por los factores de las grandes estructuras sociales como
bien se dijo antes (género, raza y/o clase), estas grandes dimensiones sociales
apresuran a los actores a actuar e interactuar con prejuicios y prenociones que
son fabricadas por las colectividades de acuerdo con los símbolos y
significados que contienen una carga moral y cultural determinada de algún
lugar específico, pues, parece que hay un consenso en la estructuración de las
normas de cada espacio, que son las que caracterizan el tipo ideal de
conversación e interacción a desarrollarse entre los individuos, y que si
alguien no respeta estas normas, o en todo caso las altera o rompe a propósito
será excluido o no correspondido interaccionalmente hablando, dando lugar a
este fenómeno que se llama vandalismo interaccional. Aunque parezca que los
modos de comportamiento son homogéneos o deben serlo para la mayor
“comprensión” de unos con los otros, es también claro, que la sociedad o las
sociedades son heterogéneas y que este tipo de rupturas en el mundo de la vida
cotidiana pueden darse y se darán con frecuencia en cualquier lugar, bajo
cualquier estandarte moral o cultural.
Bibliografía:
Giddens, A. (2006).
Sociología, quinta edición. Madrid: Editorial Alianza.
Ritzer, G. (1993).
Teoría sociológica contemporánea. México: McG
No hay comentarios:
Publicar un comentario