miércoles, 28 de septiembre de 2016
ANALISIS CORRE LOLA CORRE
En esta película podemos darnos cuenta como las decisiones son cruciales en nuestra vida, como una pequeña decisión podría cambiar nuestra vida. y es fascinante encontrar en esto una complejidad porque cada decisión puede reflejar nuestra madurez o nuestra inexperiencia en ciertos escenarios de nuestra vida.
Lola nos muestra cuales podrían ser los resultados al tomar ciertas decisiones al querer lograr nuestro objetivo, en este caso ella busca a quien puede acudir para poder obtener el dinero en 20 minutos y así nosotros analizamos cuales son nuestro recursos, o cual es nuestra situación para tomar nuestra mejor opción
Por ejemplo si necesito ir a un cierto viaje necesito cierta cantidad en mi caso tengo dos recursos mi madre y mi jefe, podría elegir a mi madre para que me preste el dinero pero cabe la posibilidad de que no quiera prestarme el dinero y me imposibilite no ir al dicho viaje, pero si elijo a mi jefe y le pido un préstamo podría ser que si me lo preste pero corro el riesgo de que quiera cobrarme interese o incluso deba trabajar mas horas.
aquí tengo dos salidas pero debo distinguir cual es mi mejor opción y no equivocarme pues si tomo una mala decisión podría imposibilitar ir al viaje.
Pero ¿que pasaría si cuento con el dinero pero no con el permiso? es el mismo problema pero con una problemática diferente así que debo nuevamente repensar cuales serian mis recursos para poder tener el permiso, analizando que acciones me llevaran a lograr mi objetivo, creando un plan a,b ó c y que si estas acciones no logran mi objetivo tener un plan d y este seria irme sin permiso contemplando que problemas me traerá.
Otro ejemplo común, cruzar la calle una acción que hacemos todos los días, que aparentemente de un grado de complejidad menor ya que cruzar la calle es lo mas sencillo del mundo y para tomar esta decisión solo necesitaríamos el recurso del semáforo el cual nos dice si podemos cruzar o no.
pero que pasa si no existe semáforo o si necesitamos llegar temprano algún determinado lugar o incluso que el semáforo este en verde pero a la siguiente acera esta nuestro camión el cual si no lo tomamos tardara en pasar el camión 15 minutos y son las 9pm y que nos encontramos en una zona peligrosa, esta situación nos obligaría a tomar medidas desde, cruzar la calle esquivando los autos y tomar el camión con la consecuencia de sufrir un accidente en el intento o esperar el próximo camión exponiendo a que me asalten. así que tengo que tomar una decisión algo compleja en unos 5 segundos de lo contrario se me ira el camión.
Después de estos pequeños ejemplos podemos considerar que ninguna acción carece de complejidad ya que esta es parte de una decisión la cual desencadenara una consecuencia y esta podría cambiar nuestra vida e incluso quitárnosla.
LIMPIAR UNA CASA
LIMPIAR UNA CASA
Al escuchar la palabra limpieza considero que automáticamente se nos viene a la mente obligación y molestia e incluso algunas personas podría no agradarles dicha actividad y no porque sean personas sucias o descuidadas sino por que genera una responsabilidad no muy placentera. Al menos para mi no lo es y digo esto porque generalmente me toca limpiar cosas que no ensucio y tengo que limpiar desastres ajenos.
Por tanto para poder llevar a cabo esta obligación es necesario analizar y planear como llevaremos a cabo esto e aquí la complejidad de esto, es necesario cuestionarnos ¿que limpiaremos?, ¿conque limpiaremos y cuanto tiempo nos llevara la limpieza de nuestra casa? o si alguien nos ayudara.
Generalmente esta labor se lleva a cabo el día domingo ya que que casi todos los integrantes entre semana no se encuentran por tanto el domingo es el día que todos están aunque curiosamente le toca la limpieza solo a dos personas entre esas yo soy una de ellas.
Ahora bien una vez que sabemos conque material contamos y tiempo debemos decidir por donde empezar, que lo mas conveniente es empezar de arriba abajo y de la entrada hacia fuera. generalmente prefiero barrer ya que mi compañero de limpieza no es muy bueno y si le dejo esto trabajare doble así que elijo barrer, podría decir que esto es una decisión compleja ya que si procedo a trapear debo esperar a que barran lo cual me demorara mas tiempo y aunque puedo hacer otras actividades aun así debo esperar a que termine y una vez que comience a trapear demorare mas al recoger lo que no recogió y limpiar doble vez considerando que el domingo es cuando puedo salir por mas tiempo debido a mis actividades de la semana, así que debo hacer mi parte lo mas rápido para poder dejar todo listo antes de irme
Posteriormente pasamos a lavar los baños utilizando cierta mezcla para dejarlos relucientes y sin bacterias y por ultimo limpiar la parte de abajo donde se encuentra la cocina, el comedor, la sala y claro el patio donde tengo un perro el cual debo limpiar aunque esta actividad se realiza diario.
todo es a base de cálculos, desde cuantas bolsas necesitaremos, si dos cubetas de agua serán suficientes y si el jabón alcanzaran e incluso si ya desayunaron para poder limpiar la cocina sino debo esperar para proceder de lo contrario seria limpiar doble vez y esto genera tardar mas tiempo.
Con esta pequeña descripción podemos darnos cuenta como una actividad tan cotidiana tiene su grado de complejidad, donde el factor tiempo es importante y donde si no contamos con los recursos necesarios dicha actividad podría generar desde un mal resultado o de un trabajo doble, depende también mucho desde que perspectiva se percibe y esto puede ser complejo ya que para algunos la limpieza de la casa puede ser una actividad, agradable y relajante o para otros puede ser tedioso y desagradable.
Al escuchar la palabra limpieza considero que automáticamente se nos viene a la mente obligación y molestia e incluso algunas personas podría no agradarles dicha actividad y no porque sean personas sucias o descuidadas sino por que genera una responsabilidad no muy placentera. Al menos para mi no lo es y digo esto porque generalmente me toca limpiar cosas que no ensucio y tengo que limpiar desastres ajenos.
Por tanto para poder llevar a cabo esta obligación es necesario analizar y planear como llevaremos a cabo esto e aquí la complejidad de esto, es necesario cuestionarnos ¿que limpiaremos?, ¿conque limpiaremos y cuanto tiempo nos llevara la limpieza de nuestra casa? o si alguien nos ayudara.
Generalmente esta labor se lleva a cabo el día domingo ya que que casi todos los integrantes entre semana no se encuentran por tanto el domingo es el día que todos están aunque curiosamente le toca la limpieza solo a dos personas entre esas yo soy una de ellas.
Ahora bien una vez que sabemos conque material contamos y tiempo debemos decidir por donde empezar, que lo mas conveniente es empezar de arriba abajo y de la entrada hacia fuera. generalmente prefiero barrer ya que mi compañero de limpieza no es muy bueno y si le dejo esto trabajare doble así que elijo barrer, podría decir que esto es una decisión compleja ya que si procedo a trapear debo esperar a que barran lo cual me demorara mas tiempo y aunque puedo hacer otras actividades aun así debo esperar a que termine y una vez que comience a trapear demorare mas al recoger lo que no recogió y limpiar doble vez considerando que el domingo es cuando puedo salir por mas tiempo debido a mis actividades de la semana, así que debo hacer mi parte lo mas rápido para poder dejar todo listo antes de irme
Posteriormente pasamos a lavar los baños utilizando cierta mezcla para dejarlos relucientes y sin bacterias y por ultimo limpiar la parte de abajo donde se encuentra la cocina, el comedor, la sala y claro el patio donde tengo un perro el cual debo limpiar aunque esta actividad se realiza diario.
todo es a base de cálculos, desde cuantas bolsas necesitaremos, si dos cubetas de agua serán suficientes y si el jabón alcanzaran e incluso si ya desayunaron para poder limpiar la cocina sino debo esperar para proceder de lo contrario seria limpiar doble vez y esto genera tardar mas tiempo.
Con esta pequeña descripción podemos darnos cuenta como una actividad tan cotidiana tiene su grado de complejidad, donde el factor tiempo es importante y donde si no contamos con los recursos necesarios dicha actividad podría generar desde un mal resultado o de un trabajo doble, depende también mucho desde que perspectiva se percibe y esto puede ser complejo ya que para algunos la limpieza de la casa puede ser una actividad, agradable y relajante o para otros puede ser tedioso y desagradable.
jueves, 22 de septiembre de 2016
Limpieza de la casa, Gustavo Jimenez
Yo cuando realizo limpieza de la casa realizo los siguientes
pasos:
1) Primer punto es
recoger todo los objetos tirados (libros, botellas, lápices, etc.) Sacudo con
un trapo los muebles y mesas,
2) Punto dos con
una escoba barro el piso, dado el caso si existen telarañas las quito con las
escoba, asimismo al terminar de barrera por debajo de los muebles y
acumular la basura en un lugar la recojo,
3) Barrido los
espacios sucios y acomodados los objetos inicio el proceso de trapear, y
ver los detalles que han quedado sin revisar si es que existe.
jueves, 15 de septiembre de 2016
Una analogía entre ser sociólogo y corredor
Sociología y carrera a pie
(Texto de Luis Rodolfo Morán de 2009)
Para Kinghorn, los corredores que se encuentran en el primer grupo comienza su lucha cotidiana en el momento en que suena el despertador y están vinculados a una cadena de decisiones diariamente: ¿levantarse al oír el despertador o seguir acostado otro rato? Una vez que este corredor se sienta, ¿vestirse o volver a acostarse? Ya vestido, ¿leer el periódico o salir a correr? Y si decide salir a correr, ¿comenzar por caminar o por correr? Unos pasos más delante ¿correr hasta la esquina o hasta el fin de determinado circuito? En este grupo se encuentran los corredores que necesitan toda una serie de decisiones para poder terminar su carrera matinal. En cambio, quienes toman una sola decisión por ocasión simplemente se plantean si correrán o no esa mañana y luego organizan sus acciones (“acciones intencionales”, las denomina Kinghorn) para actuar de acuerdo a esa decisión. Es decir, estos corredores no toman una serie de decisiones encadenadas sino que organizan sus acciones intencionales de modo que sirven a su decisión original de correr o no en una determinada mañana.
En el tercer grupo, quienes corremos por rutina, la decisión se toma una sola vez para periodos largos de tiempo. Estos periodos pueden abarcar varios años y en este grupo nos ubicamos quienes organizamos nuestras vidas cotidianas en torno a decisiones que tomamos varias décadas atrás. Así, quienes nos regimos por una decisión que ya está tomada, organizamos nuestras acciones intencionales de la vida diaria de modo que deriven en la actividad de correr. De tal modo, cada sesión de correr se convierte en una acción intencional que se deriva de la decisión de correr todos los días (al menos aquellos en que no existan verdaderos obstáculos para ello, como el estar enfermo o pasar la madrugada viajando en un avión). En todo caso, enfatiza Kinghorn, quien corre rutinariamente está acostumbrado a ejercer una voluntad que le asegure una actividad disciplinada hasta que el correr se convierte en un “hábito natural” de nuestro cuerpo y de nuestra vida diaria.
Menciono los grupos de corredores de Kevin Kinghorn para, como señalé al principio de este texto, establecer una analogía con el estudio de la sociología. Cabe señalar que es lingüística y profesionalmente válido llamar a la sociología una “disciplina”, que se distingue de otras formas de actuar y de analizar la realidad, y que al mismo tiempo designa que quien se dedica a ella se ajusta a determinadas normas habituales de actuar. En la analogía que propongo, quienes estudiamos sociología podemos clasificarnos como los corredores. Así, habría al menos tres clases o formas de actuar en lo que se refiere al estudio y la práctica del “oficio de sociólogo”. A saber:
A. La clase de estudiantes que luchan constantemente y deben tomar una cadena de decisiones en cada ocasión;
B. La clase de quienes toman una sola decisión para cada ocasión;
C. La clase compuesta por quienes estudian y practican la sociología de manera habitual.
(Texto de Luis Rodolfo Morán de 2009)
Profesión: sociología
Aunque haya que reconocer que muchos de los actuales estudiantes de sociología no llegarán a graduarse como profesionales de esa disciplina, en cambio habrá que considerar que al menos algunos de ellos se dedicarán a ella y trascenderán no sólo el grado de licenciatura sino que alcanzarán maestrías y doctorados en los próximos años. Para muchos de esos estudiantes actuales, la sociología no fue su primera opción de estudio y algunos llegaron a ella por no haber podido cubrir los requisitos para ingresar a otras licenciaturas, mientras que otros estudian esta carrera como una segunda profesión.
Varios de quienes hemos sido docentes en la licenciatura en sociología somos egresados de otras licenciaturas (economía, psicología, matemáticas, letras) y hemos optado por esta disciplina como parte de nuestra formación de postgrado. El hecho es que casi todos los que alguna vez estudiamos para convertirnos en profesionales de la sociología hemos hecho una decisión relativamente conciente de que se trata de una ocupación de escaso prestigio y con el agravante de que en México no puede ser considerada entre las de más altos ingresos. De hecho, me atrevería a afirmar que quienes aspiran a mayores ingresos muy probablemente no consideren estudiar una disciplina tan impopular.
En los párrafos que siguen me propongo argumentar en torno a la decisión de convertirse en profesional de la sociología y con ello expresar que se está dispuesto a señalar, por muchos años por venir, en el espacio dedicado a la “ocupación” o a la “profesión” en cuantos formatos oficiales, solicitudes de empleo, pasaporte y demás documentos de identificación, que quien firma se dedica a la sociología.
Dado que además de ser sociólogo de profesión me considero como corredor, y ello desde antes de haber obtenido mi título de licenciatura, quiero comenzar con una analogía entre la identidad de corredor y la identidad de profesional de la sociología. De entrada, habrá que reconocer que trotar o correr una mañana no convierte a quien lo hace en un corredor, así como el haber hecho alguna vez un análisis de una porción de la sociedad tampoco nos convierte en profesionales de la sociología.
Para entrar en el tema de la decisión de ser sociólogo me remito al texto de Kevin Kinghorn (2007) en el que se pregunta por las motivaciones del corredor matinal. Kinghorn señala que de hecho la motivación detrás de correr cada mañana puede clasificarse de acuerdo al tipo de decisión que se haya tomado previamente en cuanto a la acción de correr. Así que comienza por señalar que existen tres grupos de corredores según la clase de decisión que hayan tomado para dar lugar a su ser de “corredores”. Según este autor, los tres grupos son los siguientes:
1. El compuesto por quienes luchan constantemente;
2. El integrado por quienes toman una sola decisión;
3. El que corre rutinariamente.
Varios de quienes hemos sido docentes en la licenciatura en sociología somos egresados de otras licenciaturas (economía, psicología, matemáticas, letras) y hemos optado por esta disciplina como parte de nuestra formación de postgrado. El hecho es que casi todos los que alguna vez estudiamos para convertirnos en profesionales de la sociología hemos hecho una decisión relativamente conciente de que se trata de una ocupación de escaso prestigio y con el agravante de que en México no puede ser considerada entre las de más altos ingresos. De hecho, me atrevería a afirmar que quienes aspiran a mayores ingresos muy probablemente no consideren estudiar una disciplina tan impopular.
En los párrafos que siguen me propongo argumentar en torno a la decisión de convertirse en profesional de la sociología y con ello expresar que se está dispuesto a señalar, por muchos años por venir, en el espacio dedicado a la “ocupación” o a la “profesión” en cuantos formatos oficiales, solicitudes de empleo, pasaporte y demás documentos de identificación, que quien firma se dedica a la sociología.
Dado que además de ser sociólogo de profesión me considero como corredor, y ello desde antes de haber obtenido mi título de licenciatura, quiero comenzar con una analogía entre la identidad de corredor y la identidad de profesional de la sociología. De entrada, habrá que reconocer que trotar o correr una mañana no convierte a quien lo hace en un corredor, así como el haber hecho alguna vez un análisis de una porción de la sociedad tampoco nos convierte en profesionales de la sociología.
Para entrar en el tema de la decisión de ser sociólogo me remito al texto de Kevin Kinghorn (2007) en el que se pregunta por las motivaciones del corredor matinal. Kinghorn señala que de hecho la motivación detrás de correr cada mañana puede clasificarse de acuerdo al tipo de decisión que se haya tomado previamente en cuanto a la acción de correr. Así que comienza por señalar que existen tres grupos de corredores según la clase de decisión que hayan tomado para dar lugar a su ser de “corredores”. Según este autor, los tres grupos son los siguientes:
1. El compuesto por quienes luchan constantemente;
2. El integrado por quienes toman una sola decisión;
3. El que corre rutinariamente.
Para Kinghorn, los corredores que se encuentran en el primer grupo comienza su lucha cotidiana en el momento en que suena el despertador y están vinculados a una cadena de decisiones diariamente: ¿levantarse al oír el despertador o seguir acostado otro rato? Una vez que este corredor se sienta, ¿vestirse o volver a acostarse? Ya vestido, ¿leer el periódico o salir a correr? Y si decide salir a correr, ¿comenzar por caminar o por correr? Unos pasos más delante ¿correr hasta la esquina o hasta el fin de determinado circuito? En este grupo se encuentran los corredores que necesitan toda una serie de decisiones para poder terminar su carrera matinal. En cambio, quienes toman una sola decisión por ocasión simplemente se plantean si correrán o no esa mañana y luego organizan sus acciones (“acciones intencionales”, las denomina Kinghorn) para actuar de acuerdo a esa decisión. Es decir, estos corredores no toman una serie de decisiones encadenadas sino que organizan sus acciones intencionales de modo que sirven a su decisión original de correr o no en una determinada mañana.
En el tercer grupo, quienes corremos por rutina, la decisión se toma una sola vez para periodos largos de tiempo. Estos periodos pueden abarcar varios años y en este grupo nos ubicamos quienes organizamos nuestras vidas cotidianas en torno a decisiones que tomamos varias décadas atrás. Así, quienes nos regimos por una decisión que ya está tomada, organizamos nuestras acciones intencionales de la vida diaria de modo que deriven en la actividad de correr. De tal modo, cada sesión de correr se convierte en una acción intencional que se deriva de la decisión de correr todos los días (al menos aquellos en que no existan verdaderos obstáculos para ello, como el estar enfermo o pasar la madrugada viajando en un avión). En todo caso, enfatiza Kinghorn, quien corre rutinariamente está acostumbrado a ejercer una voluntad que le asegure una actividad disciplinada hasta que el correr se convierte en un “hábito natural” de nuestro cuerpo y de nuestra vida diaria.
Menciono los grupos de corredores de Kevin Kinghorn para, como señalé al principio de este texto, establecer una analogía con el estudio de la sociología. Cabe señalar que es lingüística y profesionalmente válido llamar a la sociología una “disciplina”, que se distingue de otras formas de actuar y de analizar la realidad, y que al mismo tiempo designa que quien se dedica a ella se ajusta a determinadas normas habituales de actuar. En la analogía que propongo, quienes estudiamos sociología podemos clasificarnos como los corredores. Así, habría al menos tres clases o formas de actuar en lo que se refiere al estudio y la práctica del “oficio de sociólogo”. A saber:
A. La clase de estudiantes que luchan constantemente y deben tomar una cadena de decisiones en cada ocasión;
B. La clase de quienes toman una sola decisión para cada ocasión;
C. La clase compuesta por quienes estudian y practican la sociología de manera habitual.
Una vez establecida la diferencia entre decisiones y acciones intencionales para el caso de los corredores, podemos equiparar estas tres clases de estudiantes de sociología con aquellos que deben tomar decisiones respecto a si tomar o no una determinada asignatura este semestre, si escribir o no los ensayos requeridos o leer los textos asignados, si asistir a clase o no, si, una vez en el salón, habrán de poner atención a la exposición y a la discusión y participar en ellas…Evidentemente, quienes se encuentran en esta clase de estudiantes deben luchar constantemente entre sus deseos de dedicarse a la sociología y sus deseos de seguir una vida fuera de esa disciplina (algo similar a permanecer en cama o correr). La segunda forma de actuar se asocia con aquellos que, una vez que han decidido si tomarán determinada materia sólo tienen que organizar sus acciones intencionales de modo que culminen con los requisitos, pues han decidido ya tomar la asignatura…Finalmente, quienes estudian sociología habitualmente, tienen ya una decisión tomada y establecen las acciones intencionales que los conducen a la práctica profesional de esta disciplina. Estudian, leen, analizan, discuten, escriben, inquieren, observan y aprenden todos los días (o al menos todos los días en que no hay obstáculos insalvables que lo impidan) como parte de la decisión de convertirse en profesionales de la sociología.
Desafortunadamente para la profesión, son pocos los estudiantes de sociología con los que me he topado que tengan ya la decisión tomada de dedicarse a largo plazo a esa disciplina. Y son todavía menos los que participan siempre en las discusiones de las materias que he impartido. Pero afortunadamente para mí, y confío en que también para ellos, he podido encontrarme cada semestre con al menos uno o dos estudiantes que pertenecen a la clase de quienes ven el estudio de la sociología como una acción intencional que realizan en función de haber decidido dedicarse a la sociología más allá de obtener la licenciatura y que muy probablemente seguirán su carrera en el postgrado y en la investigación.
Existen varias analogías posibles entre la actividad de correr y la profesión de la sociología. Pero quiero terminar con una más. Hace cuando menos diez años que el papá de Luis Javier Valenzuela, un amigo de Guasave, ante el comentario de su hijo en el sentido de que saldríamos a correr a la unidad deportiva de aquella ciudad sinaloense, le contestó: “eso de correr es para huevones”. Desde aquel día he sentido un poco devaluada mi disciplina cotidiana como corredor, pero a la vez he reforzado mi creencia de que, aunque los otros no le vean sentido a levantarse temprano para correr mientras otros van ya rumbo al trabajo o prefieren alargar el sueño, y haya otros que no encuentran sentido a mortificarse tratando de comprender la sociedad y sus miembros (colectivos o individuales), sí hay personas para quienes vale la pena la disciplina, no sólo de querer “ser corredor”, sino la de desear “ser un profesional de la sociología”. El comentario me ha servido también para hacer conciencia de algunos de los comentarios de personas a las que he entrevistado como sociólogo, quienes solían decir: “así que usted se anda paseando, preguntando a la gente, en vez de ponerse a trabajar”. De algún modo, la profesión de sociólogo es vista, incluso por otros académicos, como una ocupación de personas dadas a la holgazanería, pues el hecho de meterse en las vidas ajenas no necesariamente es la actividad más prestigiada ni percibida como la más útil para impulsar la economía nacional. De hecho, es incluso una disciplina que, como dice Pierre Bourdieu, incomoda a quienes detentan el poder y a quienes generan discursos dirigidos a perpetuar el desconocimiento de la manera en que funciona la sociedad.
Por lo pronto, habrá que confiar en que sean cada vez menos los estudiantes de sociología dados a la holgazanería académica…aunque tengan que comenzar su día (como yo) con una carrera matinal para oxigenar el cerebro y acumular una condición física que suele ser bastante útil durante la investigación de campo.
Referencia:
Kinghorn, Kevin. 2007. “What Motivates an Early Morning Runner?”. En: Michael W. Austin (ed.), Running & Philosophy. A marathon for the mind. Blackwell Publishing. Oxford.
Desafortunadamente para la profesión, son pocos los estudiantes de sociología con los que me he topado que tengan ya la decisión tomada de dedicarse a largo plazo a esa disciplina. Y son todavía menos los que participan siempre en las discusiones de las materias que he impartido. Pero afortunadamente para mí, y confío en que también para ellos, he podido encontrarme cada semestre con al menos uno o dos estudiantes que pertenecen a la clase de quienes ven el estudio de la sociología como una acción intencional que realizan en función de haber decidido dedicarse a la sociología más allá de obtener la licenciatura y que muy probablemente seguirán su carrera en el postgrado y en la investigación.
Existen varias analogías posibles entre la actividad de correr y la profesión de la sociología. Pero quiero terminar con una más. Hace cuando menos diez años que el papá de Luis Javier Valenzuela, un amigo de Guasave, ante el comentario de su hijo en el sentido de que saldríamos a correr a la unidad deportiva de aquella ciudad sinaloense, le contestó: “eso de correr es para huevones”. Desde aquel día he sentido un poco devaluada mi disciplina cotidiana como corredor, pero a la vez he reforzado mi creencia de que, aunque los otros no le vean sentido a levantarse temprano para correr mientras otros van ya rumbo al trabajo o prefieren alargar el sueño, y haya otros que no encuentran sentido a mortificarse tratando de comprender la sociedad y sus miembros (colectivos o individuales), sí hay personas para quienes vale la pena la disciplina, no sólo de querer “ser corredor”, sino la de desear “ser un profesional de la sociología”. El comentario me ha servido también para hacer conciencia de algunos de los comentarios de personas a las que he entrevistado como sociólogo, quienes solían decir: “así que usted se anda paseando, preguntando a la gente, en vez de ponerse a trabajar”. De algún modo, la profesión de sociólogo es vista, incluso por otros académicos, como una ocupación de personas dadas a la holgazanería, pues el hecho de meterse en las vidas ajenas no necesariamente es la actividad más prestigiada ni percibida como la más útil para impulsar la economía nacional. De hecho, es incluso una disciplina que, como dice Pierre Bourdieu, incomoda a quienes detentan el poder y a quienes generan discursos dirigidos a perpetuar el desconocimiento de la manera en que funciona la sociedad.
Por lo pronto, habrá que confiar en que sean cada vez menos los estudiantes de sociología dados a la holgazanería académica…aunque tengan que comenzar su día (como yo) con una carrera matinal para oxigenar el cerebro y acumular una condición física que suele ser bastante útil durante la investigación de campo.
Referencia:
Kinghorn, Kevin. 2007. “What Motivates an Early Morning Runner?”. En: Michael W. Austin (ed.), Running & Philosophy. A marathon for the mind. Blackwell Publishing. Oxford.
Una analogía entre ser sociólogo y corredor
Sociología y carrera a pie
(Texto de Luis Rodolfo Morán de 2009)
Para Kinghorn, los corredores que se encuentran en el primer grupo comienza su lucha cotidiana en el momento en que suena el despertador y están vinculados a una cadena de decisiones diariamente: ¿levantarse al oír el despertador o seguir acostado otro rato? Una vez que este corredor se sienta, ¿vestirse o volver a acostarse? Ya vestido, ¿leer el periódico o salir a correr? Y si decide salir a correr, ¿comenzar por caminar o por correr? Unos pasos más delante ¿correr hasta la esquina o hasta el fin de determinado circuito? En este grupo se encuentran los corredores que necesitan toda una serie de decisiones para poder terminar su carrera matinal. En cambio, quienes toman una sola decisión por ocasión simplemente se plantean si correrán o no esa mañana y luego organizan sus acciones (“acciones intencionales”, las denomina Kinghorn) para actuar de acuerdo a esa decisión. Es decir, estos corredores no toman una serie de decisiones encadenadas sino que organizan sus acciones intencionales de modo que sirven a su decisión original de correr o no en una determinada mañana.
En el tercer grupo, quienes corremos por rutina, la decisión se toma una sola vez para periodos largos de tiempo. Estos periodos pueden abarcar varios años y en este grupo nos ubicamos quienes organizamos nuestras vidas cotidianas en torno a decisiones que tomamos varias décadas atrás. Así, quienes nos regimos por una decisión que ya está tomada, organizamos nuestras acciones intencionales de la vida diaria de modo que deriven en la actividad de correr. De tal modo, cada sesión de correr se convierte en una acción intencional que se deriva de la decisión de correr todos los días (al menos aquellos en que no existan verdaderos obstáculos para ello, como el estar enfermo o pasar la madrugada viajando en un avión). En todo caso, enfatiza Kinghorn, quien corre rutinariamente está acostumbrado a ejercer una voluntad que le asegure una actividad disciplinada hasta que el correr se convierte en un “hábito natural” de nuestro cuerpo y de nuestra vida diaria.
Menciono los grupos de corredores de Kevin Kinghorn para, como señalé al principio de este texto, establecer una analogía con el estudio de la sociología. Cabe señalar que es lingüística y profesionalmente válido llamar a la sociología una “disciplina”, que se distingue de otras formas de actuar y de analizar la realidad, y que al mismo tiempo designa que quien se dedica a ella se ajusta a determinadas normas habituales de actuar. En la analogía que propongo, quienes estudiamos sociología podemos clasificarnos como los corredores. Así, habría al menos tres clases o formas de actuar en lo que se refiere al estudio y la práctica del “oficio de sociólogo”. A saber:
A. La clase de estudiantes que luchan constantemente y deben tomar una cadena de decisiones en cada ocasión;
B. La clase de quienes toman una sola decisión para cada ocasión;
C. La clase compuesta por quienes estudian y practican la sociología de manera habitual.
(Texto de Luis Rodolfo Morán de 2009)
Profesión: sociología
Aunque haya que reconocer que muchos de los actuales estudiantes de sociología no llegarán a graduarse como profesionales de esa disciplina, en cambio habrá que considerar que al menos algunos de ellos se dedicarán a ella y trascenderán no sólo el grado de licenciatura sino que alcanzarán maestrías y doctorados en los próximos años. Para muchos de esos estudiantes actuales, la sociología no fue su primera opción de estudio y algunos llegaron a ella por no haber podido cubrir los requisitos para ingresar a otras licenciaturas, mientras que otros estudian esta carrera como una segunda profesión.
Varios de quienes hemos sido docentes en la licenciatura en sociología somos egresados de otras licenciaturas (economía, psicología, matemáticas, letras) y hemos optado por esta disciplina como parte de nuestra formación de postgrado. El hecho es que casi todos los que alguna vez estudiamos para convertirnos en profesionales de la sociología hemos hecho una decisión relativamente conciente de que se trata de una ocupación de escaso prestigio y con el agravante de que en México no puede ser considerada entre las de más altos ingresos. De hecho, me atrevería a afirmar que quienes aspiran a mayores ingresos muy probablemente no consideren estudiar una disciplina tan impopular.
En los párrafos que siguen me propongo argumentar en torno a la decisión de convertirse en profesional de la sociología y con ello expresar que se está dispuesto a señalar, por muchos años por venir, en el espacio dedicado a la “ocupación” o a la “profesión” en cuantos formatos oficiales, solicitudes de empleo, pasaporte y demás documentos de identificación, que quien firma se dedica a la sociología.
Dado que además de ser sociólogo de profesión me considero como corredor, y ello desde antes de haber obtenido mi título de licenciatura, quiero comenzar con una analogía entre la identidad de corredor y la identidad de profesional de la sociología. De entrada, habrá que reconocer que trotar o correr una mañana no convierte a quien lo hace en un corredor, así como el haber hecho alguna vez un análisis de una porción de la sociedad tampoco nos convierte en profesionales de la sociología.
Para entrar en el tema de la decisión de ser sociólogo me remito al texto de Kevin Kinghorn (2007) en el que se pregunta por las motivaciones del corredor matinal. Kinghorn señala que de hecho la motivación detrás de correr cada mañana puede clasificarse de acuerdo al tipo de decisión que se haya tomado previamente en cuanto a la acción de correr. Así que comienza por señalar que existen tres grupos de corredores según la clase de decisión que hayan tomado para dar lugar a su ser de “corredores”. Según este autor, los tres grupos son los siguientes:
1. El compuesto por quienes luchan constantemente;
2. El integrado por quienes toman una sola decisión;
3. El que corre rutinariamente.
Varios de quienes hemos sido docentes en la licenciatura en sociología somos egresados de otras licenciaturas (economía, psicología, matemáticas, letras) y hemos optado por esta disciplina como parte de nuestra formación de postgrado. El hecho es que casi todos los que alguna vez estudiamos para convertirnos en profesionales de la sociología hemos hecho una decisión relativamente conciente de que se trata de una ocupación de escaso prestigio y con el agravante de que en México no puede ser considerada entre las de más altos ingresos. De hecho, me atrevería a afirmar que quienes aspiran a mayores ingresos muy probablemente no consideren estudiar una disciplina tan impopular.
En los párrafos que siguen me propongo argumentar en torno a la decisión de convertirse en profesional de la sociología y con ello expresar que se está dispuesto a señalar, por muchos años por venir, en el espacio dedicado a la “ocupación” o a la “profesión” en cuantos formatos oficiales, solicitudes de empleo, pasaporte y demás documentos de identificación, que quien firma se dedica a la sociología.
Dado que además de ser sociólogo de profesión me considero como corredor, y ello desde antes de haber obtenido mi título de licenciatura, quiero comenzar con una analogía entre la identidad de corredor y la identidad de profesional de la sociología. De entrada, habrá que reconocer que trotar o correr una mañana no convierte a quien lo hace en un corredor, así como el haber hecho alguna vez un análisis de una porción de la sociedad tampoco nos convierte en profesionales de la sociología.
Para entrar en el tema de la decisión de ser sociólogo me remito al texto de Kevin Kinghorn (2007) en el que se pregunta por las motivaciones del corredor matinal. Kinghorn señala que de hecho la motivación detrás de correr cada mañana puede clasificarse de acuerdo al tipo de decisión que se haya tomado previamente en cuanto a la acción de correr. Así que comienza por señalar que existen tres grupos de corredores según la clase de decisión que hayan tomado para dar lugar a su ser de “corredores”. Según este autor, los tres grupos son los siguientes:
1. El compuesto por quienes luchan constantemente;
2. El integrado por quienes toman una sola decisión;
3. El que corre rutinariamente.
Para Kinghorn, los corredores que se encuentran en el primer grupo comienza su lucha cotidiana en el momento en que suena el despertador y están vinculados a una cadena de decisiones diariamente: ¿levantarse al oír el despertador o seguir acostado otro rato? Una vez que este corredor se sienta, ¿vestirse o volver a acostarse? Ya vestido, ¿leer el periódico o salir a correr? Y si decide salir a correr, ¿comenzar por caminar o por correr? Unos pasos más delante ¿correr hasta la esquina o hasta el fin de determinado circuito? En este grupo se encuentran los corredores que necesitan toda una serie de decisiones para poder terminar su carrera matinal. En cambio, quienes toman una sola decisión por ocasión simplemente se plantean si correrán o no esa mañana y luego organizan sus acciones (“acciones intencionales”, las denomina Kinghorn) para actuar de acuerdo a esa decisión. Es decir, estos corredores no toman una serie de decisiones encadenadas sino que organizan sus acciones intencionales de modo que sirven a su decisión original de correr o no en una determinada mañana.
En el tercer grupo, quienes corremos por rutina, la decisión se toma una sola vez para periodos largos de tiempo. Estos periodos pueden abarcar varios años y en este grupo nos ubicamos quienes organizamos nuestras vidas cotidianas en torno a decisiones que tomamos varias décadas atrás. Así, quienes nos regimos por una decisión que ya está tomada, organizamos nuestras acciones intencionales de la vida diaria de modo que deriven en la actividad de correr. De tal modo, cada sesión de correr se convierte en una acción intencional que se deriva de la decisión de correr todos los días (al menos aquellos en que no existan verdaderos obstáculos para ello, como el estar enfermo o pasar la madrugada viajando en un avión). En todo caso, enfatiza Kinghorn, quien corre rutinariamente está acostumbrado a ejercer una voluntad que le asegure una actividad disciplinada hasta que el correr se convierte en un “hábito natural” de nuestro cuerpo y de nuestra vida diaria.
Menciono los grupos de corredores de Kevin Kinghorn para, como señalé al principio de este texto, establecer una analogía con el estudio de la sociología. Cabe señalar que es lingüística y profesionalmente válido llamar a la sociología una “disciplina”, que se distingue de otras formas de actuar y de analizar la realidad, y que al mismo tiempo designa que quien se dedica a ella se ajusta a determinadas normas habituales de actuar. En la analogía que propongo, quienes estudiamos sociología podemos clasificarnos como los corredores. Así, habría al menos tres clases o formas de actuar en lo que se refiere al estudio y la práctica del “oficio de sociólogo”. A saber:
A. La clase de estudiantes que luchan constantemente y deben tomar una cadena de decisiones en cada ocasión;
B. La clase de quienes toman una sola decisión para cada ocasión;
C. La clase compuesta por quienes estudian y practican la sociología de manera habitual.
Una vez establecida la diferencia entre decisiones y acciones intencionales para el caso de los corredores, podemos equiparar estas tres clases de estudiantes de sociología con aquellos que deben tomar decisiones respecto a si tomar o no una determinada asignatura este semestre, si escribir o no los ensayos requeridos o leer los textos asignados, si asistir a clase o no, si, una vez en el salón, habrán de poner atención a la exposición y a la discusión y participar en ellas…Evidentemente, quienes se encuentran en esta clase de estudiantes deben luchar constantemente entre sus deseos de dedicarse a la sociología y sus deseos de seguir una vida fuera de esa disciplina (algo similar a permanecer en cama o correr). La segunda forma de actuar se asocia con aquellos que, una vez que han decidido si tomarán determinada materia sólo tienen que organizar sus acciones intencionales de modo que culminen con los requisitos, pues han decidido ya tomar la asignatura…Finalmente, quienes estudian sociología habitualmente, tienen ya una decisión tomada y establecen las acciones intencionales que los conducen a la práctica profesional de esta disciplina. Estudian, leen, analizan, discuten, escriben, inquieren, observan y aprenden todos los días (o al menos todos los días en que no hay obstáculos insalvables que lo impidan) como parte de la decisión de convertirse en profesionales de la sociología.
Desafortunadamente para la profesión, son pocos los estudiantes de sociología con los que me he topado que tengan ya la decisión tomada de dedicarse a largo plazo a esa disciplina. Y son todavía menos los que participan siempre en las discusiones de las materias que he impartido. Pero afortunadamente para mí, y confío en que también para ellos, he podido encontrarme cada semestre con al menos uno o dos estudiantes que pertenecen a la clase de quienes ven el estudio de la sociología como una acción intencional que realizan en función de haber decidido dedicarse a la sociología más allá de obtener la licenciatura y que muy probablemente seguirán su carrera en el postgrado y en la investigación.
Existen varias analogías posibles entre la actividad de correr y la profesión de la sociología. Pero quiero terminar con una más. Hace cuando menos diez años que el papá de Luis Javier Valenzuela, un amigo de Guasave, ante el comentario de su hijo en el sentido de que saldríamos a correr a la unidad deportiva de aquella ciudad sinaloense, le contestó: “eso de correr es para huevones”. Desde aquel día he sentido un poco devaluada mi disciplina cotidiana como corredor, pero a la vez he reforzado mi creencia de que, aunque los otros no le vean sentido a levantarse temprano para correr mientras otros van ya rumbo al trabajo o prefieren alargar el sueño, y haya otros que no encuentran sentido a mortificarse tratando de comprender la sociedad y sus miembros (colectivos o individuales), sí hay personas para quienes vale la pena la disciplina, no sólo de querer “ser corredor”, sino la de desear “ser un profesional de la sociología”. El comentario me ha servido también para hacer conciencia de algunos de los comentarios de personas a las que he entrevistado como sociólogo, quienes solían decir: “así que usted se anda paseando, preguntando a la gente, en vez de ponerse a trabajar”. De algún modo, la profesión de sociólogo es vista, incluso por otros académicos, como una ocupación de personas dadas a la holgazanería, pues el hecho de meterse en las vidas ajenas no necesariamente es la actividad más prestigiada ni percibida como la más útil para impulsar la economía nacional. De hecho, es incluso una disciplina que, como dice Pierre Bourdieu, incomoda a quienes detentan el poder y a quienes generan discursos dirigidos a perpetuar el desconocimiento de la manera en que funciona la sociedad.
Por lo pronto, habrá que confiar en que sean cada vez menos los estudiantes de sociología dados a la holgazanería académica…aunque tengan que comenzar su día (como yo) con una carrera matinal para oxigenar el cerebro y acumular una condición física que suele ser bastante útil durante la investigación de campo.
Referencia:
Kinghorn, Kevin. 2007. “What Motivates an Early Morning Runner?”. En: Michael W. Austin (ed.), Running & Philosophy. A marathon for the mind. Blackwell Publishing. Oxford.
Desafortunadamente para la profesión, son pocos los estudiantes de sociología con los que me he topado que tengan ya la decisión tomada de dedicarse a largo plazo a esa disciplina. Y son todavía menos los que participan siempre en las discusiones de las materias que he impartido. Pero afortunadamente para mí, y confío en que también para ellos, he podido encontrarme cada semestre con al menos uno o dos estudiantes que pertenecen a la clase de quienes ven el estudio de la sociología como una acción intencional que realizan en función de haber decidido dedicarse a la sociología más allá de obtener la licenciatura y que muy probablemente seguirán su carrera en el postgrado y en la investigación.
Existen varias analogías posibles entre la actividad de correr y la profesión de la sociología. Pero quiero terminar con una más. Hace cuando menos diez años que el papá de Luis Javier Valenzuela, un amigo de Guasave, ante el comentario de su hijo en el sentido de que saldríamos a correr a la unidad deportiva de aquella ciudad sinaloense, le contestó: “eso de correr es para huevones”. Desde aquel día he sentido un poco devaluada mi disciplina cotidiana como corredor, pero a la vez he reforzado mi creencia de que, aunque los otros no le vean sentido a levantarse temprano para correr mientras otros van ya rumbo al trabajo o prefieren alargar el sueño, y haya otros que no encuentran sentido a mortificarse tratando de comprender la sociedad y sus miembros (colectivos o individuales), sí hay personas para quienes vale la pena la disciplina, no sólo de querer “ser corredor”, sino la de desear “ser un profesional de la sociología”. El comentario me ha servido también para hacer conciencia de algunos de los comentarios de personas a las que he entrevistado como sociólogo, quienes solían decir: “así que usted se anda paseando, preguntando a la gente, en vez de ponerse a trabajar”. De algún modo, la profesión de sociólogo es vista, incluso por otros académicos, como una ocupación de personas dadas a la holgazanería, pues el hecho de meterse en las vidas ajenas no necesariamente es la actividad más prestigiada ni percibida como la más útil para impulsar la economía nacional. De hecho, es incluso una disciplina que, como dice Pierre Bourdieu, incomoda a quienes detentan el poder y a quienes generan discursos dirigidos a perpetuar el desconocimiento de la manera en que funciona la sociedad.
Por lo pronto, habrá que confiar en que sean cada vez menos los estudiantes de sociología dados a la holgazanería académica…aunque tengan que comenzar su día (como yo) con una carrera matinal para oxigenar el cerebro y acumular una condición física que suele ser bastante útil durante la investigación de campo.
Referencia:
Kinghorn, Kevin. 2007. “What Motivates an Early Morning Runner?”. En: Michael W. Austin (ed.), Running & Philosophy. A marathon for the mind. Blackwell Publishing. Oxford.
domingo, 11 de septiembre de 2016
Analisis de pelicula "corre lola corre"
Análisis de la película
“Corre Lola Corre”
Al hablar de complejidad
de las cosas y las decisiones que se tienen que tomar
para que algún plan o proceso deseado salga y se lleve a cabo y lleve como finalidad un buen resultado, es de
lo que trata la película en donde nos encontramos con la protagonista principal es Lola y Manni pareja sentimental de Lola, son un par de jóvenes que tienen que pasar por
una serie de situaciones diferentes para llegar a un fin
determinado. En este caso la película se desenvuelve el caso de Manni que tiene que entregar la paga de 100 000 marcos que perdió en un tren, cabe destacar que Manni está
involucrado en el tráfico de diamantes.
Después de esto se desenvolverá
una serie de procesos y escenarios que Lola
tiene que pasar para ayudar a
conseguir el dinero y llevárselo
a Manni. Esta película es muy
interesante y vemos la complejidad que Lola
pasa en la toma de decisiones diferentes para llegar
a su fin, se
muestran 3 escenarios en
resumidas cuentas, en primer lugar, Lola
tiene que correr y bajar por unas escaleras
en donde se encuentra con un
personaje que trae un perro, que al parecer el miedo la detiene un poco de
tiempo, tiempo suficiente para no alcanzar a una persona que la llevará con su
padre para pedirle el dinero. Por lo que
Lola tiene que correr hasta la oficina
de su padre, Lola pasa por varias
dificultades que le impiden hablar con su padre, Lola decide salir corriendo
y robar una tienda, lola es perseguida y
muere en medio de un balacera tras ser
perseguida.
En segundo plano, Lola
igual sale corriendo y baja por las escaleras
en donde se encuentra con el personaje y el perro anterior, aquí
el personaje le pone el pie y
hace que Lola tropiece por las escaleras,
pero aun así sigue corriendo un poco despacio, tras desaprovechar la
oportunidad de un tipo que le quiere vender una bicicleta, llega con su padre y al obtener una
respuesta negativa Lola decide secuestrar por unos instantes a su padre para así obligarlo a darle el
dinero, después Lola sale corriendo con
el dinero, y se encuentra con policías
que estaban al tanto del secuestro, pero Lola se salva y la dejan ir ya
que es confundida con una simple persona, logra llegar al lugar con Manni al momento de que Manni cruza la calle
para recoger el dinero es atropellado por una ambulancia y muere.
En tercer plano todo parece ir un poco mejor en el momento que Lola baja las escaleras pues logra saltar al perro y continuar corriendo sin que la detengan, llega con el padre y por cuestiones ajenas Lola no encuentra a su padre para pedir el dinero, lola sale de la oficina y sigue corriendo, se encuentra con un casino de juegos y apuestas, que le da idea para obtener de esa forma el dinero, Lola logra ganarlo, pero también en ese momento Manni se encuentra con la persona que encontró el dinero en el tren y se lo devuelve, parece estar todo resuelto en el tercer plano ya que cuentan con ese dinero y además les sobrara, es aquí donde concluyo con la importancia de los medios que se necesita para llegar a los fines requeridos y que las circunstancias de tiempo y lugar hace que las cosas se hagan de diferente manera, en los 3 planos se vieron buenas y malas decisiones que impedían llegar al fin que era entregar el dinero y la complejidad la encuentro en los tres escenarios porque a veces por decirlo de alguna manera se tiene que actuar de forma en donde se analicen los factores subjetivos para llegar al fin pero en realidad es que las cosas pasan de tal manera que se piensa que hubiese sido mejor actuar de otra.
limpieza de una casa
Limpieza de una casa
La limpieza de una casa contiene un grado de
complejidad ya sea que la o el encargado
del orden de la casa sea una sola
persona, o en su defecto la limpieza por varios integrantes
de la familia, a mi punto de vista ambos son complejas, ya que si es la limpieza por un solo miembro
tiene que fijar primero por donde debe
empezar, los instrumentos que necesitará
y el tiempo que tiene que fijar
para cada actividad, y cuando es en conjunto
de 2 o más miembros la complejidad se
encuentra en el área destinada de limpieza para cada uno de los integrantes, desde mi punto de vista la cocina es el área mas
compleja ya que por lo regular la
persona encargada de la cocina, tiene diversos
quehaceres, como lavar platos,
limpiar mesa, estufa, refrigerador, pretiles, además de hacer la comida y volver a limpiar los platos después de comer (tomando en
cuenta que por lo regular se hace
este proceso al menos tres veces al día). También
encuentro complejidad al momento de barrer la casa y trapear, ya que no
se puede hacer dichas actividades hasta que
no se recoja de manera adecuada para
seguir con el proceso. Por otro
lado siguen los labores de aseos de cada
recamara en donde implica tender
camas, recoger barrer y trapear,
también lavar baños, patios, etc... Pero para dichas actividades se necesitan tener en cuenta cada una de las
prioridades de orden para mantener la casa limpia. Y cuando la limpieza depende de varios
miembros por decirlo de alguna manera en
mi casa, se busca la manera de ser equitativos con cada área para limpiar, mis hermanos y yo, unos hacemos
una cosa y otros otra, pero desde mi punto de vista siempre se deja lo
más complejo a mi mamá, que es la
cocina, ya que requiere de más tiempo y
como ya lo mencionaba mas adelante no solo es más tiempo, sino también es una
serie de actividades repetitivas durante en día, (desayuno, comida y cena). Aunque en particular mi mamá es la
que pasa mayor tiempo en casa, tiene la complejidad de
tareas cotidianas sin remuneración.
miércoles, 7 de septiembre de 2016
Observación en CUCSH.
Como parte del ejercicio de observación dentro y en los alrededores del CUCSH, nos decidimos por detenernos a observar en uno de los pasillos dentro del mismo centro, mismo que es cercano a una salida.
Durante nuestro ejercicio, nos colocamos junto al puesto de venta de libros que se instala todos los días en el área de Filosofía, por lo que pudimos encontrar situaciones en las que los sujetos que pasaban por dicho puesto tomban decisiones específicas. En este caso, se tomaban las decisiones de detenerse y revisar los libros, verlos rápidamente sólo disminuyendo la velocidad con la que caminaban o simplemente ignorarlos. Dependiendo de las decisiones que se tomaban se obtenian consecuencias específicas. En el caso de aquellos que decidían ignorar el puesto no pudimos notar consecuencias muy tangibles, salvo la negación de la posibilidad de encontrar entre los libros alguno que podría interesarle al sujeto que decidió ignorarlos.Para las otras dos opciones, uno de los resultados que compartieron fue que esa decisión evocaba en los dueños del puesto la necesidad de mantenerse atentos, ahora, en el caso de aquellos que sí se deten+ian a obsevar y tomar los libros, hubo una consecuencia más evidente, la del entorpecimiento del flujo peatonal en dicho punto del pasillo, pues justo donde se ubica el puesto es un espacio estrecho que conecta tanto pisos como secciones del mismo CUCSH. Esta decisión afecta involuntarimente a aquellos que buscan simplemente cruzar por el pasillo sin detenerse, obligándolos a esquivar aquellos que entorpecen el "tráfico petonal". En este pequeño escenario podemos encontrar cómo se resuelve la complejidad de distintos modos. Por un lado, aquellos que no gustan detenerse pero sienten interés en ver qué libros hay deciden simplemente reducir su velocidad y echar un vistazo rápido, quizá guiándose por títulos o autores para ver sí hay alguno que llame su atención pero sin la necesidad de dejar de moverse. Por su parte, aquello que decidieron detenerse a ver los libros redujeron la complejidad evitando entorpecer el paso lo más posible por medio de mantenerse alerta hacia las personas que buscaban pasar y acercándose lo más que podían al puesto. En el caso de aquellos que buscaban simplemente pasar pero se encontraban con el impedimento de aquellos que estaban parados ahí, resolvieron la complejidad por medio de la toma de decisiones en las que evadieran de algún modo a quienes bloqueaban el paso, bien fuera pidiendo permiso para pasar o rodeándolos.
Curiosamente, nos encontramos ante una segunda toma de decisión muy ilustrativa, en este caso el sujeto de estudio fue el mismo profesor Morán, quien procedía a retirarse del CUCSH en su bicicleta. Para salir por la entrada más cercana a la que el profesor se encontraba, dada la ruta de salida que había seleccionado, debía bajar algunos escalones. Aquí fue donde se tomó la primer decisión, ¿cómo bajar las escaleras con la bicicleta? El profesor optó por cargar la bicicleta para reducir la complejidad de tener que bajar montado en ella o haciendo uso de las ruedas para bajar junto con ella sin cargarla. en este caso específico fue difícil encontrar a quién podría afectarse por dicha decisión y de qué manera, por lo que sólo pensamos que el profesor sería el único potencialmente afectado, dado el esfuerzo necesario para cargar la bicicleta.
No obstante, el profesor tomó una segunda decisión, una que sí mostró un mayor nivel de complejidad: el ir al baño antes de irse. Sucedió que, ya casi saliendo, el profesor prefirió regresar al baño del edificio antes de empezar su trayecto, a lo que subyació la decisión de qué hacer con la bicicleta mientras resolvía sus asuntos pendientes con el baño, decisión que fue la de llevar consigo la bicicleta. En este caso, quizá el haber ido al baño antes de irse afectó positivamente al profesor evitando un posible problema o solucionando uno que ya había surgido (cabe resaltar que no necesariamente se va al baño a una sola cosa). O bien, quizá el haber entrado al baño afectó negativamente al profesor haciendo que llegara algunos minutos tarde a su destino, desencadenando un conjunto de micro-problemas. De igual modo, el haber llevando consigo la bicicleta implicó afectó positivamente al profesor, pues bien podría ser que si la dejaba afuera alguien hubiera podido robarla o al menos despojarla de alguno de sus aditamentos. En todo caso, aquí se vio afectado un ladrón potencial. Y la complejidad de qué hacer con la bicicleta en tanto estuviera ocupado fue resuelta por medio de llevarla consigo.
Durante nuestro ejercicio, nos colocamos junto al puesto de venta de libros que se instala todos los días en el área de Filosofía, por lo que pudimos encontrar situaciones en las que los sujetos que pasaban por dicho puesto tomban decisiones específicas. En este caso, se tomaban las decisiones de detenerse y revisar los libros, verlos rápidamente sólo disminuyendo la velocidad con la que caminaban o simplemente ignorarlos. Dependiendo de las decisiones que se tomaban se obtenian consecuencias específicas. En el caso de aquellos que decidían ignorar el puesto no pudimos notar consecuencias muy tangibles, salvo la negación de la posibilidad de encontrar entre los libros alguno que podría interesarle al sujeto que decidió ignorarlos.Para las otras dos opciones, uno de los resultados que compartieron fue que esa decisión evocaba en los dueños del puesto la necesidad de mantenerse atentos, ahora, en el caso de aquellos que sí se deten+ian a obsevar y tomar los libros, hubo una consecuencia más evidente, la del entorpecimiento del flujo peatonal en dicho punto del pasillo, pues justo donde se ubica el puesto es un espacio estrecho que conecta tanto pisos como secciones del mismo CUCSH. Esta decisión afecta involuntarimente a aquellos que buscan simplemente cruzar por el pasillo sin detenerse, obligándolos a esquivar aquellos que entorpecen el "tráfico petonal". En este pequeño escenario podemos encontrar cómo se resuelve la complejidad de distintos modos. Por un lado, aquellos que no gustan detenerse pero sienten interés en ver qué libros hay deciden simplemente reducir su velocidad y echar un vistazo rápido, quizá guiándose por títulos o autores para ver sí hay alguno que llame su atención pero sin la necesidad de dejar de moverse. Por su parte, aquello que decidieron detenerse a ver los libros redujeron la complejidad evitando entorpecer el paso lo más posible por medio de mantenerse alerta hacia las personas que buscaban pasar y acercándose lo más que podían al puesto. En el caso de aquellos que buscaban simplemente pasar pero se encontraban con el impedimento de aquellos que estaban parados ahí, resolvieron la complejidad por medio de la toma de decisiones en las que evadieran de algún modo a quienes bloqueaban el paso, bien fuera pidiendo permiso para pasar o rodeándolos.
Curiosamente, nos encontramos ante una segunda toma de decisión muy ilustrativa, en este caso el sujeto de estudio fue el mismo profesor Morán, quien procedía a retirarse del CUCSH en su bicicleta. Para salir por la entrada más cercana a la que el profesor se encontraba, dada la ruta de salida que había seleccionado, debía bajar algunos escalones. Aquí fue donde se tomó la primer decisión, ¿cómo bajar las escaleras con la bicicleta? El profesor optó por cargar la bicicleta para reducir la complejidad de tener que bajar montado en ella o haciendo uso de las ruedas para bajar junto con ella sin cargarla. en este caso específico fue difícil encontrar a quién podría afectarse por dicha decisión y de qué manera, por lo que sólo pensamos que el profesor sería el único potencialmente afectado, dado el esfuerzo necesario para cargar la bicicleta.
No obstante, el profesor tomó una segunda decisión, una que sí mostró un mayor nivel de complejidad: el ir al baño antes de irse. Sucedió que, ya casi saliendo, el profesor prefirió regresar al baño del edificio antes de empezar su trayecto, a lo que subyació la decisión de qué hacer con la bicicleta mientras resolvía sus asuntos pendientes con el baño, decisión que fue la de llevar consigo la bicicleta. En este caso, quizá el haber ido al baño antes de irse afectó positivamente al profesor evitando un posible problema o solucionando uno que ya había surgido (cabe resaltar que no necesariamente se va al baño a una sola cosa). O bien, quizá el haber entrado al baño afectó negativamente al profesor haciendo que llegara algunos minutos tarde a su destino, desencadenando un conjunto de micro-problemas. De igual modo, el haber llevando consigo la bicicleta implicó afectó positivamente al profesor, pues bien podría ser que si la dejaba afuera alguien hubiera podido robarla o al menos despojarla de alguno de sus aditamentos. En todo caso, aquí se vio afectado un ladrón potencial. Y la complejidad de qué hacer con la bicicleta en tanto estuviera ocupado fue resuelta por medio de llevarla consigo.
Actividad de observación en la escuela
Las elecciones a consejeros universitarios en la UDG están cerca, por
esto no es extraño encontrar alrededor de los espacios del CUCSH a estudiantes
que participan en la promoción de sus candidatos. Identificables a simple vista
por los carteles, por su vestimenta, por la campaña, etcétera, estos
estudiantes nos mostraron la forma en la que tomaban sus decisiones, la
organización que tienen y parte de sus actividades personales, no concernientes
a los recorridos alrededor de la universidad.
Antes de entrar
de lleno en el análisis de su conversación, cabe destacar la implicación que
tienen las campañas en la universidad, los consejeros son instancias de
gobierno que toman decisiones de manera colegiada en beneficio de los
estudiantes; el pertenecer a este grupo de personas supone un poder dentro de
la universidad y ciertos privilegios. Sin embargo en los departamentos de
Sociología, Letras, Historia, Filosofía, Antropología, entre otros, los
consejeros presuponen a un conjunto de personas que no harán nada y se llevarán
hasta el café de la oficina; sus pensamientos no suelen distar demasiado de la
realidad, hablamos por lo menos de los consejeros anteriores, en donde cierta
señorita se llevó dinero para su intercambio a Perú. A lo que queremos llegar
es que esta actividad se vuelve más difícil, equiparable a las elecciones
estatales del país, los alumnos tienen la idea de que cualquier persona que
entré al poder buscará su beneficio. Por esto la tarea de la campaña se ha
vuelto una labor de convencimiento en la que el que da más es el mejor
candidato, salvó aquellos que quieren dar hasta el cielo y sólo les falta traer
la Biblia en brazo.
Los alumnos que
participan al lado de los consejeros, no buscan sólo el beneficio de los
estudiantes, sino el poder que conlleva tener un amigo en el puesto. Como
estudiantes, al encontrarnos frente a los participantes no podemos evitar
desconfiar y plantear una idea sobre ellos, que en la mayoría de los casos
seria la imagen de un político corrupto que como mexicanos conocemos bastante
bien. Es entonces, cuando las reuniones que ellos tienen para realizar su
campaña se vuelven más complicadas, no sólo tienen que convencer a los alumnos
de que voten por ellos, sino de que por lo menos vayan a votar, pues esta
práctica se ha ganado su impopularidad entre los alumnos. Pensemos ahora en la
labor de convencimiento vista en la publicidad (palabras, visitas, calcas,
carteles), pensemos en el trasfondo que hay en ella, aquellos eslogan que
transmiten futuro, aquel color azul claro que busca dar tranquilidad y
confianza al espectador, o el rojo que intenta demostrar fuerza y valor contra
los que busquen oprimir a los estudiantes; hay toda una psicología de palabras,
colores, imágenes y logotipos detrás de su campaña, producto de discusiones,
decisiones y acuerdos tomados entre
ellos.
¿Podemos ver
ahora lo complejo de aquella reunión? Un convivio que culmino en el trabajo de
algunos estudiantes y el descanso de otros, tuvo probablemente una discusión
sobre los problemas que enfrentaba su campaña, los beneficios que traería su
victoria, las apuestas que se hacían durante el enfrentamiento entre candidatos,
entre otras cosas.
Ahora bien, ¿cuáles fueron las acciones concretas
que pudimos observar mientras estos alumnos dialogaban? Lo primero que llamó
nuestra atención fue que el grupo completo de estudiantes atendían con mucha
atención las indicaciones de uno de los miembros; parecía pues que este
estudiante era el líder o coordinador de la brigada. Mientras éste daba algunas
indicaciones al resto del grupo pudimos percatarnos que varios miembros notaron
nuestra presencia. Aunque estábamos lo suficientemente alejados como para pasar
desapercibidos, a algunos miembros del grupo les pareció sospechoso que estuviéramos
observándolos con tanto detenimiento. Notamos que algunos de ellos empezaron a murmurar
entre si y después varias miradas se volcaron sobre nosotros, los observadores.
Inmediatamente nos percatamos de que habían notado nuestra presencia. Al
parecer creyeron que pertenecíamos a un grupo adversario pues de manera inusitada
terminaron la reunión y comenzaron a dispersarse. Solo algunos de ellos
permanecieron en el mismo sitio; resultó evidente que una vez concluida la
reunión se volcaron a platicar sobre temas ajenos a sus actividades políticas:
su desenfado, risas y actitudes nos lo hicieron patente. Ahora parecían más
bien un grupo de estudiantes comunes y corrientes que se habían reunido en una
banca para sentarse a conversar y comer. Notamos que una de las bancas
contiguas al punto de reunión estaba desocupada y decidimos desplazarnos allí
para levantar las sospechas que habíamos suscitado momentos antes. Estábamos lo
suficientemente cerca como para escuchar las conversaciones que sostenía
nuestros sujetos de observación, pero no logramos identificar en su charla
algún elemento relevante para poder comprender el sentido de la discusión que
habían tenido momentos antes. Tras unos minutos de charlas personales el resto
de los estudiantes observados tomaron sus pertenencias y formaron un pequeño
grupo que partió rumbo a la facultad de derecho.
Una vez que el grupo observado se desintegró comenzamos
a discutir y hacer inferencias en torno a las observaciones que logramos
captar. Mientras nos dirigíamos de regreso a la clase para dar por terminada la
actividad entablamos una amena conversación que nos permitió rescatar los
puntos más relevantes del proceso de observación para coordinar nuestro relato
en torno a esta experiencia compleja.
martes, 6 de septiembre de 2016
Observación por las calles
El cruce indebido de
por la avenida
Ricardo Alcaraz
En una mañana del día jueves, una señora
de edad mayor intentó cruzar la avenida Alcalde, a la altura de la calle Fidel Velázquez. Esta persona, que cargaba únicamente su bolsa
de mano, trató de atravesar cuando aun se mantenía el semáforo en color verde, indicando
el paso de los autos y la señora se encontraba a unos 30 m. de la señalización,
por lo que se encontraba visible el semáforo. Sin embargo, por un corto lapso
hubo el tiempo suficiente para que alguien cruzara rápidamente sin correr el
riesgo de un accidente; la señora vio una oportunidad e intentó tomarla cuando,
en mi opinión no debió intentar cruzar
la calle.
Cuando
ya había llegado a casi la mitad de la calle, observó un auto que se acercaba
muy rápidamente y le llamó la atención sonando su bocina; esta prefirió regresar
a la acera de una manera muy apresurada poniendo en peligro su integridad. Allí
se mantuvo unos segundos hasta que el semáforo indicara el rojo y entonces la señora
atravesó sin dificultad.
Las intenciones de señora para cruzar
con prisa una de las avenidas más concurridas a tempranas horas del día y el
que lo intente aunque el semáforo este en verde, pueden ser distintas y muy
complejas, quizá debía llegar a algún trabajo, entregar algo, realizar alguna actividad
en el hogar, etc. Así mismo las consecuencias no deseadas pueden ser el generar
un accidente vial en el que el peor de los casos la señora puede perder la vida
y esto puede a su vez generar una serie
de eventos desagradables para su familia y la sociedad en general.
jueves, 1 de septiembre de 2016
Problemática alrededor del Cucsh, Dulce Balvaneda
http://traficozmg.com/amparo-l3-tren-ligero-vecinos-alcalde-barranquitas/
Ejemplo de algo que pasa alrededor del CUCSH.
Ejemplo de algo que pasa alrededor del CUCSH.
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