Guadalajara,
Jalisco a 6 de diciembre de 2017
Estudiante:
Carlo Américo Caballero Cárdenas
Introducción al análisis de las realidades
complejas
SOCIOLOGÍA
Universidad de
Guadalajara
Memorias de un viaje por Guatemala, la Sudamérica Andina y la cuenca amazónico
platense boliviano-argentina
(septiembre-diciembre)
2015
(Avance semestral de proyecto de tesina)
Una
mirada sociológica desde la complejidad de los procesos entre lo biográfico y lo
estructural-histórico en un relato de viaje
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https://drive.google.com/file/d/1X31HZoYeNZ3_3XLO8BmwDk8uA2NuaJL6/view?usp=sharing
Carlo Américo Caballero
Cárdenas
Correo electrónico: ottobredacarletto@gmail.com
Código de estudiante: 214383956
De a pie, investigando y
corriendo riesgos es que muchos de los más memorables aventureros históricos
(coloniales, cuasi-antropólogos o exploradores de la incertidumbre geográfica) han
dejado huella de sus travesías por medio del registro de diario. Eximiendo de
algunos asombros y emociones más personales, respecto de la épica única que
resguardan las crónicas de viaje más referentes de América Latina en relación a
la experiencia propia de hacer un recorrido único en parte de nuestro
continente, el relato de a continuación dista por mucho de ser una emulación de
esos monumentales registros proto-científicos o de gran valor metodológico
histórico (sin siquiera la osadía de querer equiparar a los viajes de Alcide
d’Orbigny y su famoso Viaje a las dos
Américas de entre 1835-1847, o de la famosa travesía de Ernesto Che Guevara
con su amigo Alberto Granado, plasmada en su diario Notas de viaje: diario en motocicleta de 1952; inclusive de la
colosal crónica del ciclista español Salva Rodríguez, que dio la vuelta al
mundo en bici y lo plasmó en su libro Un
viaje de cuento [la vuelta al mundo en bicicleta] de 2015). Es en realidad el
reconocimiento a un gran viaje; y de él, la sistematización puntual de las
vivencias, recorridos e indagaciones hechas sobre el movimiento constante
durante una larga travesía en 2015; suerte de una sistematización (valga la
reiteración) de un diario de viaje reconstruido tres veces (tras el poco
fortuito robo en el aeropuerto de la Cd. de México del pendrive (USB) en que estaba guardado, luego, tras su pérdida en
digital de una computadora personal, y tras la segunda pérdida, de una
recreación minuciosa [y documental] de la primera).
Su estructura está
fundamentada en el relato en primera persona (muy cercano al diario de campo
antropológico), con detalles minuciosos del registro económico del momento,
lugares, espacios, experiencias subjetivas (desde desazones o inseguridades
hasta gastronómicas) y sujetos a lo largo de la interacción in situ. Subsecuentemente, su forma
despliega reflexiones específicas en las adquisiciones de sentidos y
significados con la gente, indagaciones históricas sobre el origen y las
regularidades de las observaciones (intervenciones que denomino transversalidades históricas), y el
acercamiento a los temas de coyuntura social de cada país, desde la prensa, la
búsqueda bibliográfica y/o de macrodatos (eventual o a posteriori) y también
desde la postura de los informantes de la vida común: taxistas, amigos y
amigas, familia, hoteleros y hosteleros, puesteros de diarios, vendedores,
gente en situación de calle, manifestantes urbanos, campesinos solos y
organizados, migrantes, transeúntes, compañeros de viajes de distintas
nacionalidades, uno que otro turista, músicos, y un largo etcétera… a quienes
agradecemos enormemente haber conocido y escuchado sus valiosas perspectivas en
torno a su mundo de vida.
Metodológicamente, este
trabajo oscila en una problemática de índole epistemológica, entre el paradigma de la complejidad (dada la
dificultad de condensación en cantidad de tanta información, datos y
apreciaciones enfocadas al fin de este estudio, que lleven al cierre de
preguntas de este ensayo) y el paradigma
de simplicidad (resultando de prima pertinencia un esfuerzo de atar cabos
de tantas observaciones, hechas durante tanto tiempo y tantos lugares, en unas
cuantas líneas argumentales con un sentido lógico); como dijera en 1990 el
filósofo y sociólogo francés Edgar Morin, en su reflexión sobre la complejidad
y la completud, “[…] [lo] complejo recupera por una parte, al mundo empírico,
la incertidumbre, la incapacidad […] de formular una ley, de concebir un orden
absoluto. Y recupera, por otra parte, algo relacionado con la lógica, es decir,
con la incapacidad de evitar contradicciones.” (Morin, 1994: 99). Por ende, se
persigue aquí una ligazón entre una interdisciplinariedad evidente (inevitable
discurrir entre lo económico, lo político, lo antropológico, lo psicológico, lo
sociológico, lo teológico, lo artístico, lo ético reflexivo) y un intento de
racionalización sobre el panorama caótico de las experiencias y la polisemia de
significados con memorias en el material de las notas de viaje (principio dialógico o recursivo de la complejidad
[Ibidem: 106]).
En procura de lo
anterior, el texto puede clasificarse en cinco secciones notorias: A) la
relación del viaje y los procesos complejos desde Guatemala hasta Bolivia
andina, B) una monografía intertextual sobre la situación
histórica-económica-social de Bolivia (para su comprensión por todo lector en
una aproximación primera), C) experiencia en la ida al oriente boliviano y su
cultura, D) observaciones urbanas del Gran Buenos Aires, y E) etnografía y
etnohistoria a pie en el Chaco y la Chiquitanía.
En segundo lugar,
valdría la pena hacer mención al compromiso “cognoscitivo” (que yo daría más
por denominar profesional o de rigor) por hacer la distinción entre la
información (que, en este caso, es abundante), como un dominio ante una
diversidad de comunicaciones orientadoras de la vida, y el conocimiento (Ibidem:
152-153) (formalmente, la organización de esas comunicaciones que genera
conscientemente descubrimientos y abstracciones de la forma en que funciona y
se explica la realidad). La sistematización como resultado del viaje de 2015,
ha sido una ardua tarea por ordenar un conjunto de informaciones dispersas en
una interpretación (intentada) con coherencia, para un conocimiento a grandes
rasgos de los fenómenos sociales en nuestra región latinoamericana.
Asimismo,
una teoría que ha convergido con
especial pertinencia al entramado de observaciones sociales, transversalidades
históricas y problemas suscitados durante el recorrido, ha sido la de redes sociales. Una definición simple de
red social es la interacción entre actores en determinado tiempo y espacio. Se
visualiza con sencillez en un gráfico (grafo) de nodos (puntos que simbolizan
personas, cosas, instituciones, Estados u otros) interconectados mediante
líneas (que simbolizan las interacciones de los nodos). Por ejemplo, la
interacción entre tres personas (A, B y C), se puede expresar con un grafo de nodos y líneas.
Las redes de interacción están presentes en la vida
cotidiana, y se extienden en tamaño para configurar grupos, sociedades y
fenómenos globales. Cuando tienen muchos nodos, las interacciones son múltiples
y desordenadas, pero tienden a conformar una estructura organizada en gran
escala. En ese sentido, las redes sociales son el resultado de procesos
autoorganizados, en los cuales el orden y la estructura no son resultado de una
intervención externa o de un plan global, sino de mecanismos o tendencias
locales, repetidos a lo largo de miles de interacciones (Caldarelli y
Catanzaro, 2014). En el estudio de sistemas complejos, la comprensión de las
redes es una herramienta importante para describir cómo surge la
autoorganización en procesos sociales aparentemente caóticos. A partir de
indagaciones a posteriori de nodos de
particular interés tras el registro del diario de viaje, se ha llevado a cabo un
explicitación de al menos tres de los fenómenos que más nos han llamado la
atención dentro de estos criterios de análisis: la dificultad del traslado en
Centroamérica y los superconectores aéreos, la analogía entre los caminos del
inca (Qhapaq Ñan) y la ruta
Panamericana, y la inmigración africana (máxime senegalesa) en Buenos Aires.
Entre muchos otros procesos, vale la pena la revisión el resto de la travesía y
las experiencias que intersecan entre lo biográfico y el acuse de hechos
estructurales.
Hay una justificación
adicional. Nótese cómo el relato y la cronología del viaje son por sí mismos un
desafío epistémico del paradigma de la complejidad, en dos características
puntuales: primero, el ahondamiento inevitable en detalles sobre las cosas
supuestamente más aparentes (no se deben obviar procesos ni sentidos “comunes”
ante la actitud de observadores etnológicos), y segundo, el discurrimiento
(entre idas y venidas en cuestiones paralelas o aclaratorias de lo que vivimos
y vimos) en el hilo conductor o, mejor dicho, en la semántica de nuestro
discurso. Para hacer más simple esta cota compleja, digo lo mismo en otras
palabras: ese desafío epistémico de nuestro diario ensayístico está en la
capacidad metadiscursiva de la que hemos tenido que echar mano para expandir o hacer
más conciso (según la necesidad) el discurso y las explicaciones del viaje.
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