domingo, 16 de febrero de 2020

La epistemología de la complejidad

Carolina Ojeda Aldrete
Edgar Morin cuestiona la complejidad haciéndola más compleja, que paradójico, ¿no? Sin embargo, pocas veces me había cuestionado que había detrás de decir o denominar algo como complejo, ya sea en el ámbito académico o la cotidianidad. De hecho, Morin explica que no hay fenómeno simple, no podemos reducir nada; todo lo que observamos es un espiral, un infinito que no terminaremos de conocer, aunque si lo describimos así pierde sentido todo, posicionando a la complejidad como –siguiendo a Edgar– una irracionalidad, como incertidumbre, como angustia, como desorden.
            Sin embargo, creo que hay algo más allá, relacionado a lo que dice el autor. No debemos reducir lo complejo a lo complicado, aunque no terminemos de conocer algo, es importante conocerlo desde cualquier perspectiva. A pesar de mi creencia, la complejidad vive en contrastes, “contradicciones”; la ciencia del humano se limita a entender todo en una sola parte y proclamarlo como verdad absoluta, así se identifica el saber científico que es lineal. 
            Ante toda esta problemática ‘compleja’, Morin explica que es crucial concebir la complejidad como la relación entre partes y todo. El ejemplo más claro –en especial para los científicos sociales– que pone el autor es cuando explica que las interacciones entre individuos son las que producen la sociedad; pero es la sociedad la que produce al individuo. A pesar de las relaciones que hace Edgar Morin, las ciencias sociales y humanas siempre se han visto limitadas a la simplificación, a reducir al hombre sin ser, por la influencia de las ciencias naturales. He aquí, desde mi perspectiva, uno de los mayores errores de esta disciplina, querer simplificarse ante las exigencias de ciencias que siempre reducen todo, sin embargo siempre existe un contexto que “justifica” todo.
            Uno de los mejores aportes que brinda Morin es cuando explica cómo el conocimiento puede contener contradicciones y menciona que si:
La cuestión está en saber si la aparición de una contradicción es signo de error, es decir, si es necesario abandonar el camino que ha conducido a ella o, si por contrario, nos revela niveles profundos o desconocidos de la realidad […] en el corazón del problema de la complejidad, anida un problema de principio de pensamiento o paradigma, y en el corazón del paradigma de complejidad se presenta el problema de la insuficiencia y de la necesidad de la lógica, del enfrentamiento "dialéctico" o dialógico de la contradicción. 
El conocimiento seguirá plagado de incertidumbres, de errores y contradicciones, pero por eso es necesario buscar, conocer, y descubrir lo complejo del saber. El mismo Morin dice que la ausencia de complejidad en las teorías está ella misma ligada a que el problema de lo paradigmático remite a algo muy profundo en la organización social, a nuestra forma de ver el universo.  
            Finalmente, el autor nos alumbra el camino del saber diciendo algo paradójico: hay un principio de incertidumbre en el fondo de la verdad. Al investigar o indagar, el querer proponer siempre tendrá implícito una complejidad, una verdad o un error, pero es necesario conocer. No debemos reducir la realidad, lo que somos ni nuestro ser a algo tan simple, porque vulgarizamos y profanamos ante nuestra esencia.

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