Muchacho ¿queda algo sagrado?
Universidad de Guadalajara:
Lic. en Sociología
Isaac de J. Palma Córdova
02-04-2020
Siempre se produce esta sensación de extrañamiento ante lo diferente. Uno
queda ante el límite de lo “normal”.
Sobre todo en un documental como este, pues, realmente no se dice mucho
de lo que estamos observando, es decir, no hay interpretador de lo que estamos
viendo. Es una experiencia burda, incluso bruta de la alteridad. Es lo que
vemos, sin alguna mediación que nos permita entender las normas de los gitanos.
Resulta aún más impactante el saber que comparten tu ciudad, como una comunidad
sin reconocimiento, que tiene su propio idioma y de gran herencia histórica. El
documental tiene esa particularidad, colocarte en una situación de extrañamiento, solo te deja ahí, frente
a lo distinto.
Pero
esta experiencia me ha dejado atónito, más de lo usual con relación a
experiencias similares. Y radica en el interés por mantener las tradiciones y
las normas de su comunidad. Realmente las entrevistas no explican el por qué de sus tradiciones, ni las
razones de su intención por mantenerlas. Sin embargo, las preservan.
Probablemente muchas de esas tradiciones que estén fundadas en una cuestión de
temor o miedo a la corrección social interna de la comunidad. Pero la cohesión
social se presenta explícitamente: los integrantes de la comunidad gitana tiene
muy clara la línea moral, la importancia de la tradición. Aquí, lejos de especular la razón por la cual se
preserva una moral muy definida, en conjunto con sus ritos, quisiera, pues,
señalar otro acontecimiento paralelo a estas formas de vida.
La modernidad, en
su desarrollo, ha pulverizado muchas tradiciones, opresoras o no, se ha
devorado las tradiciones, normas y costumbres de miles de comunidades. Más,
existe una figura paradójica que anhela el regreso de lo destruido: el
patrimonio cultural inmaterial. La UNESCO (la Organización de las Naciones Unidas para
la Educación, la Ciencia y la Cultura) busca reforzar los vínculos entre naciones
por medio de las culturas. Para ello recurre a la declaración de patrimonio
cultural que pretende salvaguardar elementos culturales de las naciones. Resulta
interesante pensar que se trata de una nominación que “intenta” devolverle un halo
sacro a las tradiciones. Sorprende aún más que resulte necesaria está figura para
preservar las tradiciones, desde una promoción estatal. Y me surge la pregunta
de ¿Cómo es que llegamos al punto de necesitar algo así para cuidar la cultura?
Al mirar a los
gitanos en Guadalajara y Zapopan, nos preguntamos si ellos necesitan de tal
nombramiento para preservar su cultura. La cultura, no se asigna o se reconoce,
se hace con las personas que la viven día a día y que la respetan ¿Por qué la
necesidad de recurrir a un organismo internacional? ¿Qué es lo que realmente
pretende la UNESCO al nombrar culturas? ¿Qué esconde la necesidad de una marca-nación?
No hay comentarios:
Publicar un comentario