La UdeG es reconocida,
tanto nacional, como internacionalmente por la organización de grandes eventos
culturales que forman parte de la identidad tapatía (la FIL, y el FICG son los
más grandes). Pero en el último año centros culturales importantes de la ciudad, y dependientes de la UdeG, cierran sus puertas, entre ellos Casa Escorza, la
única galería especializada en fotografía en Occidente, así como Casa Vallarta.
En la nota de El Mural (2013, noviembre 18) titulada “Va
UdeG por Megaproyectos y cierra espacios” se muestra que el presupuesto de este
año es de 118.4 millones de pesos destinado a la difusión cultural. Sin
embargo, la mayoría de este dinero va a parar al FICG, FIM (aun cuando este año
no se realizó, y se decidió que fuera bienal), LéaLA, así como su programa en
Los Ángeles.
El complejo problema no
es solamente la clausura de espacios, y el poco recurso destinado a los otros
(como a la remodelación del MUSA), sino tal como Villoro dijo en, y sobre, la
FIL pasada “La cultura tiene un ritmo
lento y las ferias son una aceleración artificial de ese ritmo (…) La feria es
un fenómeno de la industria, no de la cultura” (Sin Embargo, 2013 diciembre
02), nuestra casa de estudios está apostando más a magnos eventos que simulan
un gran avance en la cultura, pero que no se ve demostrado en los datos. Pues
siendo la FIL la feria de libro más importante en hispanoamérica, y llevada a
cabo en México, nuestra posición después de 27 años, en los índices de lectura
mundial sigue siendo pésima.
Así como se menciona en
el ensayo publicado en este mismo blog, la cultura actualmente se ve y se piensa desde el mercado económico, y por eso a ésta se le tiene que sacar un
beneficio. Estos tipos de acciones realizada por la Universidad de Guadalajara
debería de ser puesta a consulta, no sólo universitaria, sino ciudadana, pues
se llevan a cabo con los impuestos de todos con el supuesto propósito de beneficiar a
todos.
Gabriela Becerra
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