INTRODUCCIÓN.
El
incremento de grupos pentecostales, su
visibilidad y el aumento en adeptos que mantienen estos, precisa de una serie
de explicaciones y matices para su comprensión. Existen áreas constitutivas del
quehacer de las iglesias tales como la misiología, de la cual se desprenden estrategias proselitistas en las que
intervienen muchos agentes, que han sido muy poco descritas y aún no explicadas
por el sociólogo y el antropólogo de la religión. Lo anterior bien vale la pena traerlo al tapete de discusiones sobre pentecostalismo para su
consideración en este trabajo, con el fin de ampliar el espectro comprensivo
acerca de las endo-exo-causas que podrían estar incidiendo fuertemente en el
fenómeno de crecimiento religioso de corte pentecostal. Existen importantes
agentes (misiólogos) que motivan e inspiran
a los principales dirigentes de las grandes organizaciones cristianas
los cuales reproducen o readaptan a su realidad organizacional los postulados
de aquellos. En este trabajo se admite
que el pentecostalismo (sobre todo el institucionalizado)
como fenómeno religioso en expansión y crecimiento, en difusión y aceptación, debe entenderse por endo-exo-causas. Bajo esta aseveración el estudio
que se desarrolla en las próximas páginas pretende dar cuenta de la importancia
de considerar el andamiaje paradigmático de nuevo orden en la misión evangelizadora, en cuyas raíces
se hunde el mover proselitista actual de los pentecostalismos más
institucionalizados y en el cual, una
gran cantidad de agentes internos y externos a este resultan fundamentales en la comprensión del
incremento de este tipo de agrupaciones.
I.
Un
“nuevo” tópico para la comprensión del
crecimiento pentecostal.
Dentro
del medio sociológico y antropológico existe un debate en varios tópicos sobre
el pentecostalismo, en especial están aquellos que tienen que ver con el crecimiento
de este, su influencia cultural, sus alcances en la esfera política, sus
componentes reguladores en medio del desajuste social, político y económico, y
últimamente sobre la propia influencia que tiene éste sobre el cristianismo en general. A pesar de tantos
temas poco vemos aún sobre aquello que este tipo de agrupaciones está haciendo
eclesiológicamente, particularmente en lo que tiene que ver con sus montados
misiológicos.
La religión,
la cual ha sido vista como elemento constitutivo del primitivismo, como alienadora de pueblos, y como un constructo de carácter ilusorio y hasta
patológico, que incluso algunos estudiosos
de la religión siguiendo a Weber en una especie de dictamen forense creyeron en su “desaparición”, idea basada en conceptos tales
como: secularización, desencantamiento religioso, modernización, y racionalización,
fueron tomados más o menos por sorpresa luego de que algunos fundamentalismos
religiosos reaparecieron en la escena mundial a través del islamismo, el judaísmo y el
cristianismo (Cornejo 2001) mostrando de acuerdo a Kepel, cómo las grandes
religiones no sólo no han dado la espalda a la esfera pública (Kepel 1995),
postura que el propio Habermas sostiene, (Aguirre 2012 ) sino que avanzan en
una implacable reconquista a base de adaptaciones a las propias condiciones que
la modernidad le va imponiendo.
No
tomar en serio las creencias que impulsan a algunos agentes importantes que
influyen en el pensamiento misiológico de nuevo orden, así como a la creación y adaptación de programas
evangelísticos por parte de las grandes denominaciones, quizá pueda tomarnos desprevenidos y hasta
hacernos ver inexactos y cortos en las contestaciones o explicaciones que
podamos ofrecer acerca del marcado crecimiento de movimientos religiosos como
el que aquí se trata. Sin embargo, hacer un rastreo y tomar en serio los
entramados misiológicos que se gestan como modelos sistemáticos eclesiológicos
especializados, los cuales construyen y reconstruyen formas estratégicas para
continuar re-encantando al mundo, debe ponernos forzosamente tras la pista de
las armazones organizacionales internas (aunque con influencias externas) que
articulan el quehacer misional de muchas iglesias, armazones que vale afirmar contienen un fuerte acento práctico-discursivo
orientado hacia la gana de adeptos; cómo no entonces pensar en lo anterior como
una endo-exo-causa importante de la expansión y crecimiento que los
pentecostales mantienen.
Un
recuento no tan robusto pero tampoco tan parco de los trabajos hechos por los
estudiosos del fenómeno religioso en México, permite darnos una buena idea de
los tópicos en los que se centran las investigaciones antropológicas y
sociológicas que tratan sobre el fenómeno en cuestión, hallando en su revisión
un claro vacío respecto al tema del proselitismo, el cual en iglesias
fuertemente institucionalizadas, forzosamente se desprende de una misiología
sistemática, la cual tampoco se aborda en los estudios (excepto Stoll quien si
atiende esta cuestión) sobre religión, y si se hace referencia a ello
(misiología y proselitismo) apenas son temas de paso en los cuales no se ahonda
o se hace parada. Lo anterior tiene desde nuestro entender implicaciones tales
como dejar fuera del análisis la preparación ordenada que reciben los adeptos
de estas iglesias tanto en escuelas locales (centros de culto) distritales
(escuelas estatales) y nacionales (escuelas especializadas). Ello a su vez no
permite esclarecer todo el entramado organizativo que versa sobre una
misiología adiestrada, capacitada, profesionalizada y competente. Deja fuera de
análisis los procesos de formación de nuevos adherentes y el análisis de su
reproducción. De manera pues, que buena parte del debate antropológico y
sociológico que versa sobre el pentecostalismo en investigaciones de carácter
nacional, estatal e interestatal, esta centrado en interpretar y explicar su
éxito tanto en las dimensiones política,
social y cultural, a través de disquisiciones fuertemente supeditadas a
lo exógeno, a decir, a los reacomodos sociales y la marginación social, a la
pobreza y escasez material, a la inestabilidad emocional y la pérdida de
horizontes de sentido, a la inoperancia de los estados nacionales y a la ausencia
de normas (Rivera y Cardi 2007), (Hernández 2005). Lo anterior obscurece el
sentido de los símbolos, las creencias y las practicas internas reguladoras,
estabilizadoras y reproductoras del sistema religioso pentecostal. Débilmente se hacen descripciones y explicaciones endógenas
al pentecostalismo, que rayan en reduccionismos. Aunque algunos se esfuerzan en presentar la
unión/ruptura entre la cultura dominante y la propia cultura pentecostal;
poco se trata el asunto de la hibridación
entre las particulares subjetividades
de
los pentecostales, expresadas en prácticas construidas sobre un universo
(cosmovisión) religioso bíblico-teológico, y la cultura política, económica y social
dominantes.
Por todo
lo anterior me esforzaré en hablar en seguida acerca de la misiología y el
proselitismo que subsume ella, tratando de destacar por un lado el impacto que
estos temas y prácticas tienen al interior del pentecostalismo
institucionalizado, y sus resultados en el exterior, y por otro, subrayaré la
labor proselitista de los agentes, sin la cual todo trabajo misiológico pierde
sentido y alcance en la realidad social; quisiera pues, hacer un pequeño análisis
poniendo atención en algunos postulados teóricos que nos ofrece la teoría de la
complejidad, la cual nos ayuda a pensar sobre las conexiones abundantes que hay entre causas
y efectos, de manera que la no linealidad que es un presupuesto teórico de
dicha teoría, puede ayudar a comprender desde la no linealidad causal que una causa
pequeña puede tener efectos grandes,
pero también que una causa grande puede tener efectos pequeños (Cárdenas 2004). Además
traeré el concepto endo-exo-causalidad
el cual de acuerdo a Morin, permite que los fenómenos sociales (énfasis mio)
puedan ser comprendidos a partir de un juego complejo o dialógico. (Morin 2004).
II.
Misiología
y agentes
La
misiología es una disciplina nueva con una larga historia, larga historia
porque tiene que ver con la vida, la práctica y tarea misionera que ha llevado
a cabo el cristianismo históricamente, y nueva, en tanto que desde la teología
(teología de la misión) se le ha dado sistematicidad, procurando hace algunas décadas atrás mantener
un dialogo entre fe cristiana y las diversas culturas, situación que no se daba
hasta que no se fueron cambiando los paradigmas misionales que permitieron no
sólo pensar en la plantación de nuevas
iglesias trasplantando tal cual el modelo
desde una realidad cultural distinta a la que se establecerían. Durante muchos años los esfuerzos misioneros
protestantes (evangélicos) del norte y occidente del globo, dirigidos hacia el
sur y el este, implantaron un protestantismo que muchas veces se interesó más
por propagar una forma particular de
civilización (Paredes, 2013) (visión eclesiológica misional propia) en
lugar de establecer una fe cristiana que permitiera que el cristianismo de
vertiente protestante brotara dentro de las
propias culturas en las que se
pretendía que este se diseminara haciendo caso de la cultura a la que se
trasladaba. En este último sentido es
que debemos dar un importante lugar desde los estudios religiosos al tópico de
las misiones, sus “micro agentes” y sus resultados a partir de los nuevos
paradigmas imbuidos cada vez más y de manera progresiva en la actualidad por las Ciencias Sociales,
con el fin de obtener una comprensión integral acerca del éxito
protestante en general, y del pentecostalismo en particular, que en definitiva haga
caso de las fuerzas endo-exo causales que confluyen tanto para crear
transiciones que provocan desorden al interior del pensamiento misiológico, así
como un reordenamiento, en el cual el
pentecostalismo parece ser el más beneficiado; es precisamente en este punto de
encuentro entre orden, desorden y re-orden del sistema misiológico recubierto de variadas subjetividades creadas sobre el andamiaje
bíblico teológico, y postulados teóricos
socio-culturales, que debemos reflexionar con más puntualidad, por un lado, poniendo
atención en la endo-exo-causalidad que potencia el éxito de los pentecostales y
por otro, en la amalgama o hibridación en el sentido Cancliano, que se ha
gestado a partir del reordenamiento paradigmático misiológico entre las
subjetividades a veces repelentes y a veces
atractivas entre cultura
dominante y “cultura pentecostal”.
Para
Autores como Stoll el asunto de la misiología o evangelización resulta un
componente fundamental para la comprensión del éxito protestante de corte
evangélico y pentecostal en su diseminación en Latinoamérica, sin embargo esta
perspectiva reduce la misiología hasta ser vista como mecanismo
de espionaje e intereses político militaristas de los EUA hacia Latinoamérica,
perspectiva que se enmarca dentro de la teoría conspiracionista que tiene poca valides
en la comprensión del crecimiento pentecostal puesto que éste, aunque proviene
de los EUA (Asuza St), en México y los países latinoamericanos, históricamente está
fuertemente atado a liderazgos autóctonos.
Efectivamente, si hay algo que rescatar de la perspectiva del autor
señalado, está el asunto acerca de la “puerta abierta” que dejó la misiología
de corte evangélico, por la cual entrarían en contacto los pentecostales con
las masas, los cuales hasta entonces no conocían un evangelismo sistemático que
progresará hasta enredarse con los postulados del Fuller Seminary de Pasadena
California, donde se encontrarían con los paradigmas de las iglesias emergentes
y el movimiento de iglecrecimiento por el cual en buena medida readaptan y
reconstruyen sus estructuras organizacionales las cuales versan sobre un
basamento fuertemente marcado por perspectivas misiológicas, de manera
que, el marcado incremento que los pentecostales hoy dejan
ver, permite pensarlo en términos de endo-exo causalidades.
En
cuanto a la endo-causalidad del éxito pentecostal en su expansión y difusión, mencionaré
aquella que creo es columna vertebral configurativa de la subjetividad de sus
conversos que por un lado le empuja y activa para hacer una labor de proselitismo con sentido de urgencia en base a
la doctrina del regreso inminente del Cristo, y por otro, le capacita y
autoriza (según la propia comprensión de la doctrina pentecostal) para tener el
mejor éxito en dicha labor, en base a la creencia en la manifestación de un poder
proveniente del Espíritu Santo llamado Dunamis, cuya evidencia inicial de que
un cristiano tiene dicho poder
capacitador es la glosolalia, y por el cual además, se pueden operar milagros, dones de profecía y
de discernimiento espiritual entre otros. Los dos temas
señalados enraízan su fundamento sobre una comprensión bíblico-teológica de
orden escatológico.
Respecto
a su comprensión escatológica acerca de la segunda venida o regreso inminente del Cristo a este mundo,
vale la pena señalar que esta doctrina
en los pentecostalismos llega a tomar un sentido de urgencia en dos direciones:
a) para los agentes conversos, los cuales al no saber cuando regresa el Cristo
(Mateo 24:36, 1Tesalonisenses 5:2, 2Pedro 3:10) (Biblia versión Valera 1960)
aleratienen poco tiempo para ganar “almas” y por tanto hay que apresurarse en
la gran comisión (proselitismo) pues es el mandato por excelencia del Cristo, y
b) para los evangelizados, puesto que el tiempo de la venida del Cristo es incierto,
y después de su venida no habría posibilidad de salvación (excepto algunas
condiciones), de manera que la salvación eterna del no creyente (incluidos
algunos sectores del cristianismo) queda suspendido en un hilo muy delgado y está
en juego. Los pentecostales al adjudicarse roles
fundamentales ligados a la “venida sorpresiva” del Cristo, asumen un activismo
con gran sentido de misión el cual esta lejos de ser comprendido o explicado en
primera instancia por causas exógenas.
Por
otro lado, y hablando de la autorización y capacitación que los pentecostales
creen poseer a partir de un poder especial llamado dunamis, también se puede
indicar que este tema es meramente endógeno y distintivo del pentecostalismo, de hecho, el título
pentecostal que designa a estos grupos está plenamente ligado tanto en los
escritos veterotestamentarios como a los
novotestamentarios con el día del pentecostés mencionado en el libro de los Hechos
capítulo dos verso uno, el cual debe entenderse exegéticamente como un día de
fiesta con dos significados: uno histórico y otro agricultural (Barclay 1990) ; este
último significado toma una particular transcendencia de carácter
profetico-escatológico para los pentecostales puesto que lo asignan a un tiempo
específico dentro de la historia propia del cristianismo antes del regreso del
Cristo, debido a que encuentra una conexión con las lluvias tempranas y tardías
que menciona el profeta Joel en los escritos veterotestamentarios (Joel 2:23 y Deuteronomio 11:14). Las
lluvias tempranas que son necesarias para la cosecha serían un “cumplimiento
parcial profético” que se corresponde con el relato de Hechos 2 donde luego de
la venida del Espíritu Santo sobre los reunidos (lluvia temprana) hay una
importante cosecha (3,000 almas en ese
momento). La yarah o lluvia temprana (Synan 1987), en la agricultura judía era
de gran relevancia porque era cuando germinaban las semillas, de manera que
aquel “semillero” de 120 mujeres y hombres
que fueron llenos de un dunamis
capacitador relatado en hechos 2, corresponden a las semillas de un
cristianismo que crecería bajo un medio hostil pero con tremendo éxito; y la Malqosh o lluvia tardía, la cual era
esperada con gran aprecio por el pueblo judío pues sin ella la cosecha no
podría madurar y por tanto no ser abundante, encuentra su cumplimiento pleno
(de acuerdo al sentido bíblico que el pentecostalismo da a ésta, en textos como
Óseas 6:3, proverbios 16:15 y Zacarías 10:1) en Azuza St, donde la malqosh cae entre 1901 y 1906, y cuyos resultados actuales desde el punto de
vista escatológico son el cumplimiento pleno
de profecías bíblicas que anteceden casi inmediatamente a la venida del Cristo.
De manera que ambas enseñanzas (regreso
inminente del Cristo y poder capacitador) que son configurativas del la
subjetividad pentecostal, encuentran
tanto su empuje y actividad, su capacidad y determinación, en referentes de orden claramente endo-causales, y de los cuales se puede pensar
que son partes constituyentes se su
éxito proselitista.
Las
exo-causalidades están bastante claras y las he mencionado de paso anterior mente cuando he mencionado a los
reacomodos sociales y la marginación social, a la pobreza y escasez material, a
la inestabilidad emocional y la pérdida de horizontes de sentido, a la
inoperancia de los estados nacionales y a la ausencia de normas, como causas
del crecimiento pentecostal. Lo que valdría la pena considerar de manera condensada por razón de espacio, es el tema de la endo-exo-causalidad como dimensiones no
separables en el tema del crecimiento de los pentecostalismos, es decir, cómo éstas
dos forman en conjunto un cumulo de causa-efectos que se hibridan y posibilitan
la adaptabilidad de estos grupos al entorno sociocultural. De esto me ocuparé
en el siguiente apartado.
III.
Misiología, estrategias y agentes (endo-exo-causalidades)
En
el tema acerca del éxito de crecimiento que los pentecostales presentan en
diversos países, resulta interesante como ejercicio para su comprensión el
postulado que Morin hace cuando se refiere
a que en los fenómenos lo interesante es ver la espiral o bucle que
presentan estos (Morin 2004), es decir, para dicho autor los fenómenos deben comprenderse
holísticamente para evitar su simplificación,
En este sentido es que resulta interesante tomar enserio ambas visiones
(causas endo y exo) en la comprensión de
los fenómenos.
Si
la perspectiva planteada en el apartado anterior, (EN EL CUAL HE TRATADO DE PRESENTAR SINTÉTICAMENTE DOS
CONDICIONANTES QUE CONSTITUYEN LA SUBJETIVIDAD DEL PENTECOSTAL LAS CUALES LE
HACEN COMPRENDERSE COMO AGENTES IMPREGNADOS DE UNA MENTALIDAD PROSELITISTA
EXITOSA)
explica parte de lo que considero las causas endógenas del éxito expansivo de
estos grupos, y los desajustes sociales
y económicos con todo lo que ello implica se comprenden como factores
exógenos del éxito de evangélicos y pentecostales, creo que la misiología (no
la misión sin sistematizar) junto con sus “productos” (agentes y estrategias
proselitistas) forma una especie de producto o síntesis entre factores
endógenos y exógenos, y además es un producto que al surgir de ambas causas,
resulta ser un área del quehacer de la iglesia que articula poderosamente la
adaptación de esta a la sociedad actual, adaptación que resulta notable en el
pentecostalismo, y además explicable en este por los componentes hermenéuticos
de los cuales parte este en su labor proselitista.
La
misión de la iglesia se convirtió en “misiología” luego de que dejó de padecer cierta
marginación por las varias ramas de la teología que en los últimos 100 años se
encargaron de traerla de la
periferia del quehacer eclesiológico hacia el centro (Schroeder y Bevans 2009). Se
convierte en misiología porque trata sistemáticamente el modo de hacer
presente al cristianismo en las
diferentes culturas a través de un dialogo constante con estas; dicho dialogo
se ha ido construyendo a partir de la
aplicación de principios de las ciencias sociales al quehacer propio de la
iglesia. E aquí el punto clave para entender a nuestro ver, una de las causas
exógenas (ciencia social aplicada la misión) más influyentes en la
configuración de la nueva visión paradigmática del quehacer misiológico de la
iglesia, y por ende explica en
buena porción la propia lógica proselitista que opera en muchas iglesias
en la actualidad de manera exitosa.
Como
ejemplo de lo anterior tenemos a la Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo Jesús
(IAFCJ); esta organización religiosa surgida vía braceros en 1914 en Chihuahua
México, (Gaxiola 1964) en los últimos 12 años a renovado su concepción
misiológica eclesiástica adhiriendo a su razonamiento sobre la labor misionera
que se imparte en escuelas nacionales, materias como: antropología cultural,
sociología dela religión, y etnología y cosmovisión. Lo anterior tiene que ver
con formación especializada en escuelas a nivel nacional, pero dentro de la
misma educación interna que esta importante denominación pentecostal ofrece a
sus miembros, existen también escuelas a nivel local (en centros de culto y
distrital/escuelas en estados ) que mantienen un enfoque fuertemente cargado al
aspecto del proselitismo organizado, y al evangelismo sistemático llevado a cabo a
través de “redes celulares” las cuales mantienen en su interior una lógica que
se asimila mucho a las empresas multinivel en su organización y función.
Entre
las estrategias proselitistas más destacadas que identifican a los grupos
pentecostales, neo-pentecostales y evangélicos, sin duda están las redes de multiplicación
celular, las cuales cada denominación adopta y adapta a su realidad
eclesiológica según les convenga. En este sentido la IAFCJ ha adaptado la “visión
de crecimiento celular” (iafcj, 2012) a sus propias exigencias estructurales y
doctrinales; presenta un programa novedoso marcado por tres ciclos que
organizan todo el entramado proselitista de esta. Al primer ciclo le llaman
“ciclo de alcance” este subsume una serie de aspectos que permiten alcanzar al
nuevo adherente, el segundo ciclo es llamado “ciclo de consolidación”, también
este contiene partes que permiten que el nuevo adherente se incruste en el
sistema religioso, se asuma como parte de
el, lo internalice y lo reproduzca; y el tercer ciclo llamado “ciclo de
ministerios”, permite que el adepto una vez inserto comience a
“pre-especializarse” en lo que serán sus funciones específicas dentro de la
organización. Esta tecnificación de la instrucción (educación cristiana) que reciben los adherentes al interior de la IAFCJ, es uno de los productos
de la renovada misiología, la
cual a su vez, es una especie de síntesis o producto también como he dicho ya,
de la amalgama entre subjetividades enmarcadas dentro de cosmovisiones
bíblico-teológicas que impulsan el quehacer
evangelístico, y la aplicación de principios y postulados de las Ciencias
Sociales al trabajo misional de la
iglesia cristiana, particularmente, del protestantismo, primeramente en los
grupos evangélicos, y después y con más éxito comprobado en la praxis, en el
pentecostalismo institucionalizado.
El
impacto que esta nueva visión paradigmática a tenido a cargo de misiólogos, principalmente
aquellos del Seminario Fuller de Pasadena california es enorme en el campo
cristiano (stoll 2002), dicho impacto se concretiza en los resultados que han tenido las iglesias a partir
de la implementación de los mecanismos (de iglecrecimiento) propuestos
por estos. La IAFCJ por ejemplo, ha
logrado la activación del 30% del total de sus adeptos en el nuevo paradigma
eclesiológico, al punto de conseguir un crecimiento notable a partir de la
renovación de su quehacer misiológico desde el año 2002 al 2014. Sólo para
darnos una idea, en el año 2000, la IAFCJ tenía de acuerdo a sus datos de
evaluación anual 85,372 adherentes, para el 2010 había conseguido adherir
102,000 miembros más, llegando a 187,000
al final de dicho decenio, y solamente en tres años, del 2010 al 2013, llegó
hasta 222,375 miembros (iafcj 2013). Podríamos preguntarnos para el caso de la
IAFCJ ¿Qué pasará cuando el otro 70% de miembros entren en la dinámica del
nuevo orden paradigmático misional que la IAFCJ aún transiciona?
IV.
Conclusiones
La
misiología es una rama de la teología en la cual se unen ciencias bíblicas y postulados
de orden teórico y metodológico que provienen de las Ciencias Sociales con el
fin de obtener un dialogo
contextualizado entre el mensaje cristiano
y las diversas culturas donde se plantan
iglesias. Aunque la misiología o misionología es una ciencia relativamente
nueva al interior del cristianismo, en los últimos 40 años de manera progresiva
a ido contribuyendo contundentemente no solamente al quehacer transcultural el
cual permite la plantación de iglesias en otras culturas, sino también en la
reconfiguración de las estructuras organizacionales de muchas iglesias
cristianas en lo que compete a su quehacer misional, el cual a pasado de la
periferia de la teología al centro mismo de ella. Este interés creciente por
traer a la misiología al centro de los estudios de la teología, ha
permitido la reformulación en la manera
como se organizan muchas iglesias hoy, particularmente las evangélicas y las
pentecostales al llevar acabo su labor proselitista, pues dicha labor, presenta
en este tipo de iglesias una profesionalización y tecnificación de agentes, que
potencia el crecimiento de estos grupos.
Por
lo anterior, creo que el debate que antropólogos y sociólogos de la religión
han puesto en la mesa, particularmente sobre el tema del crecimiento tan
marcado que algunos grupos pentecostales
al interior del campo del
cristianismo mantienen, debe considerar, e integrar y estudiar de manera más
seria los siguientes aspectos: a) los potentes modelos de evangelización que llevan
acabo de manera sistemática muchas denominaciones cristianas pentecostales, b) Las
bases que sostienen y reproducen la
subjetividad de los pentecostales respecto a su quehacer proselitista, y
c) la consideración de edo-exo-causas y sus productos los cuales permitirían una
explicación cada vez más cabal al fenómeno de crecimiento pentecostal. También
resulta inexcusable pensar acerca del proselitismo adiestrado, es
decir, en esa labor de convencimiento
que para llegar a tener un mejor éxito
ante los próximos a convencer, a decir, “los no convertidos”, pareciera no ser
suficiente en los pentecostales ser portadores de un poder especial capacitador
proveniente del cielo llamado dunamis, sino que ha habido la necesidad de
rodear al mensaje cristiano de una dosis de conocimientos “no sagrados” o
“extra bíblicos” (Ciencias sociales) con el propósito de potenciar el
crecimiento tanto cualitativo como cuantitativo del cristianismo en su versión
pentecostalizada.
V.
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