Maria del Rosario Murillo Padilla
El consumismo
En la actualidad
nuestra sociedad se encuentra sumergida en el consumo y la producción de
bienes que son una de las tantas características del capitalismo.
El consumo se realiza con la apropiación o desvanecimiento total de la mercancía,
uso Karl Marx reconocido economista declara
que la mercancía es:
“La mercancía es, en primer término, un objeto externo, una cosa apta
para satisfacer necesidades humanas, de cualquier clase que ellas sean” [1]
Que posee cualidades de valor de cambio y valor de uso,
donde el valor de uso es donde la
utilidad de la mercancía depende de sus cualidades naturales y aparece en su
consumo y el valor de cambio es el trueque de la mercancía a cambio de otra y
en donde el factor indispensable para ambas es el trabajo.
Nos hemos convertido en una sociedad de consumidores en donde cualquier servicio o bien material
tiene precio, la comida que ingresamos a
nuestro organismo para que siga con sus funciones vitales, la ropa y calzado
que sirve para la protección de nuestro cuerpo, servicios públicos . Donde todo
producto consumido significa destruir.
“A medida que consumimos, las cosas dejan de
existir, literal o espiritualmente. A veces se les “agota” hasta su
aniquilación total, otras se les despoja de su encanto hasta que dejan de
despertar nuestros deseos y pierden la capacidad de satisfacer nuestros
apetitos”[2]
Utilizamos las
cosas para satisfacer nuestros deseos y necesidades, donde al pagar por ellas
nos adueñamos de la mercancía. Este habito de consumir y adueñarnos de las características propias de la
mercancía y posteriormente desecharlas nos ha convertido en seres destructores
de la naturaleza porque en la producción de cada producto se ha requerido
materia prima; la cual después con el proceso de industrialización se convierte
en producto y después en basura. Nuestro ecosistema colapsa con estos
desequilibrios mayores que ha obtenido en estos últimos tiempos.
“La secretaría de desarrollo social Sedesol conforme a la
norma NMX-AA-61-1985 sobre la determinación
de la generación de sólidos. Según dicha dependencia en 2011 se generaron alrededor de 41 millones
de toneladas lo que equivale a cerca de 112.5 mil toneladas de RSU diariamente”[3]
Además de que la mercancía ha sido diseñada para una
corta duración de vida útil, esto causa más basura y el consumo acelerado de
las mercancías. La obsolescencia programa que ha sido un objetivo desde la década
de los veinte[4],
donde se tiene la idea de acortar la vida de los mercancías para aumentar las ventas donde los objetivos
iniciales de una mercancía funcional y duradera han cambiado.
También añadiendo
que los productos se renuevan constantemente creando una atmosfera de cambios
constantes.
El consumo está regido por un pensamiento mágico donde existen objetos que brindan sensaciones
características de la felicidad, donde la libertad es una afirmación constante
del consumismo. La libertad de poder consumir lo que deseemos sin repercutir en
futuras consecuencias de los desechos y en lo que pueden consumir otras
personas.
Esta libertad de elección es un poco egoísta, porque esta Libertad de elección
es personal, este crecimiento mismo es función de la desigualdad. En este
proceso sistémico, la igualdad misma es función secundaria y derivada de la
desigualdad.
“Todo el discurso sobre las necesidades se basa en una
antropologia ingenuia : la de la propension natural del ser humano a la
felicidad. Esta idea procede sociologicamente e historicamente , del hecho de
que el mito de la felicidad recoge y encarna en las sociedades modernas; el
mito de la igualdad”[5]
El consumo nos ha
hecho creer en la abundancia donde se encuentra al por mayor las mercancías, al
acudir a una tienda donde vemos estantes sin fin, se crea la ilusión de
adquirir porque hay abundancia en el local y crea la sensación de consumir en
el instante
La vida diaria sitio que es lugar para consumo, en las
diversas esferas sociales y introspectivas que rodean al hombre.
La cotidianidad como encierro, como retiro de
Verborgenheit, seria insoportable sin el simulacro del mundo, sin la excusa de
una participación en el mundo. Necesita alimentarse de imágenes y signos
multiplicados de esa tracendencia.[6]
En este rol
psicológico de consumidor es necesario infundir el deseo; donde la
mercancía puede otorgar cierto estatus social, el entusiasmo por la sensación novedosa
de adquirir algo nuevo y donde la autoestima sube por factores ajenos a la persona.
En esta sociedad de consumidores que apuesta con seguir
perpetuándose en el cual los niños y los jóvenes son un principal
sector al que se le debe de educar o enseñar para que continúe esta línea de
actitudes sociales y emocionales. Moldeándolos en el consumo sin frenesí de
artículos.
Existen autores que nos mencionan la crisis del mundo
moderno, como algo enfermo que produce seres que son esclavos uno de ellos es
Nietzsche
“En el caso de
Nietzsche, la esencia de la crisis mortal en que el mundo moderno esta hundido. La devaluación
universal de los valores, que sumerge a la humanidad en la angustia del absurdo
al imponerle la certeza desesperante de que nada tiene sentido, El nihilismo
sanciona la generalización de un fenómeno mórbido, la decadencia.”[7]
Ejemplo
visual
[1] Karl
Marx (1946), El capital (Tomo I), México DF, Editorial Fondo de Cultura
Económica, pag 3
[2]
Zigmunt Bauman, (2000), Trabajo, consumismo y nuevos pobres, España , Editorial
gedisa, pag 43
[3] http://app1.semarnat.gob.mx/dgeia/informe_12/pdf/Cap7_residuos.pdf
[5]Jean
Baudrillard (2009) , La sociedad de consumo sus mitos y sus estructuras;
Editorial Siglo XXI, Pag 43
[6]
Jean Baudrillard (2009), La sociedad de consumo sus mitos y sus estructuras, Madrid,editorial
siglo XXI, pág. 16
[7] http://www.nietzscheana.com.ar/comentarios/contra%20el%20nihilismo.htm
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