Guadalajara, Jalisco a 31 de agosto de 2017
Estudiantes:
Andrea
Cervantes Méndez
Carlo Américo Caballero Cárdenas
Salvador Iván Lupercio Madero Introducción
al análisis de las realidades complejas
SOCIOLOGÍA
Universidad de
Guadalajara
Ejercicio 2:
Observación sociológica en calle: de dinámicas en espacios sociales de procesos,
decisiones, agentes y factores de complejidad en los alrededores del CUCSH
Imagen: recorrido a pie por las calles en las cercanías al CUCSH
En esta actividad hemos reunido un equipo de tres integrantes para realizar un ejercicio etnográfico de una hora, con el objetivo de observar, describir e interpretar hechos, entorno, comportamientos de individuos y agentes que realizan actividades cotidianas en su lugar habitual, sin dejar de lado las decisiones que debían de tomarse por parte de estos para reducir la complejidad de sus actividades y decisiones. Lo que presentamos a continuación es una síntesis de la experiencia del día miércoles 30 de agosto, que como ejercicio práctico se llevó a cabo en un radio de aproximadamente un kilómetro a la redonda de nuestra ubicación de la carrera de Sociología. Es necesario mencionar cómo el factor clima (pues nos tomó por sorpresa una lluvia continua durante la caminata) pudo haber alterado bastante la presencia numérica y la presencia cotidiana de la gente en su camino a destino o sus labores económicas. Determinamos tomar la siguiente ruta como “transeúntes curiosos”:
El recorrido tuvo partida en la puerta tres del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH) hacia la avenida Mariano de la Bárcena, en
dirección norte para dar con la calle Juan Antonio de la Fuente, en el mismo
barrio de Mezquitán.
Al salir observamos al oficial de la
entrada del centro universitario sentado para no cansarse y con el celular en
la mano, suponíamos que con la finalidad de que el tiempo de espera para
terminar su jornada laboral no se le hiciera tan largo. Sus funciones de
revisar a los ingresantes y salientes del recinto institucional tenían una
connotación de extrema sistematicidad: la tarea de vigilancia debía
simplificarse al acto de observar casos atípicos de visitantes o personas con
moto o bicicleta que circulasen por la entrada.
También al salir nos percatamos de
que muchos estudiantes y paseantes tenían paraguas, por los chubascos del sitio
y alrededor, con los cuales los estudiantes que llegaban al CUCSH podían
caminar con seguridad de no mojarse y llegar a tiempo a su destino, sin estar
cubriéndose necesariamente. La decisión de portar o no un paraguas, o bien un
impermeable, actuaba (por experiencia) en consecuencia de previsiones: a) estar
o no mojado para pasar clases o hacer trámites, b) enfermarse o no, c)
optimizar el tiempo de entrada o salida, d) tener o no un medio facilitador de
llegar a medios de transporte aledaños, e) un garante o no de cuidar el aspecto
físico para llegar a trabajar, a una cita o a casa, etc.
Los agentes que observamos a lo
largo del recorrido fueron:
En lo se refiere a las inmediaciones del CUCSH,
es notable la concentración de tráfico vehicular en la cuadrícula
semi-ortogonal de la cuadra que abarca; ya complicado por la obras de la Línea 3 del Tren Ligero, además el
transeúnte promedio debe batallar con la preferencia al automóvil y el
transporte público para circular por las calles de Guanajuato, el resto de
Maestros hasta la fuente del parque y la universidad, y por el tramo de Mariano
de la Bárcena donde a contraesquina de la universidad hay una papelería y
cibercafé (a la hora 4:30 pm cerrado) y una guardería (también ya cerrada). No
obstante, apenas se camina media cuadra de la universidad es evidente cómo no
sólo disminuye, sino que es sumamente escaso el flujo vehicular anterior. La
subida por calle Guanajuato hasta Juan Antonio de la Fuente (tras el caos de cruzar
la primera) resultó en una sucesión de espacios habitacionales condominales de
clase media, organizados de casas con alto rigor de señalizaciones contra el
estacionado en las cocheras, hasta edificios de departamentos al fondo,
bastante venidos a menos… y a su exterior trabajadores llegando a sus hogares,
o el pintoresco evento de una señora que dejaba verse con la puerta de su
casa-habitación abierta (¿solución por calor o necesidad de luz?) y viendo muy
de cerca su televisor, casi sin inmutarse de los pasantes en la acera. Nos
preguntamos: ¿Cómo sería el tema de la seguridad en esa franja desolada de
gente, por la noche? ¿El caso de esa señora sería un indicio de que quizá sería
más la apariencia que los hechos, acerca de que el lugar fuera inseguro?
Los negocios que se pasaban al llegar a la
cuchilla de calles entre J. A. de la Fuente y José María Coss (ya sean de
alimentos, papelerías, venta de alcohol, etc.) acusaban una falta importante de
afluencia de clientes, pero paradójicamente una sobriedad de anuncios o
cárteles para promocionarse. Se podría mencionar que las calles que no son
parte de las rutas de camiones o que no obligan el paso de los peatones que se
bajan en la estación de metro Mezquitán no son tan circuladas en contraste con
las que sí implican un paso forzado, por ejemplo, con la avenida Maestros o
Mariano de la Bárcena, por lo menos conforme se van acercando a la universidad.
Prosiguiendo, ubicados en la zona “residencial”
de la extensión de Mezquitán cortada a oriente por avenida Federalismo,
proseguimos por una casi vacía extensión en escuadra de la calle José María
Coss, de banquetas estrechísimas y calles muy irregulares de servicios como
alcantarillado y alumbrado; así como con signos de mucha apropiación
territorial por pandillas a través del graffitti
en los muros de casas de un solo nivel, bodegas y departamentos. Andrea nos
hizo notar y coincidimos en el
lenguaje de ambigua propiedad pública o privada con que había muchos carros
estacionados y al no tener suficiente espacio para hacerlo adecuadamente, se
subían a la banqueta para dejar sus vehículos y al mismo tiempo imponer de
hecho el respeto a un lugar propio para estacionarse. Observamos que un señor con
su hijo tuvo que bajarse de la banqueta para así evitar el carro estacionado
arriba de la banqueta, que pudieron haber tocado a la casa para exigirles que
quitaran el carro, pero la gente por no perder el tiempo ni tener problemas con
cierta gente prefieren evitarse eso. Un signo inequívoco de un arreglo
individualizado (significado por experiencia) y temor a la reacción de los
vecinos es el de naturalizar un protocolo de propiedad habitacional y
estacionamiento con los vehículos, de conformidad con los vecinos y que
permitiese identificar a los extraños.
En la cercanía a retornar a avenida
de los Maestros, y por las calles que pasamos para llegar ahí, pudimos ver una
enorme cantidad de baches y observamos que la gente los brincaba. De los peatones
que nos encontramos, la mayoría de ellos eran adultos mayores, no iban a estudiar,
nos parecía que eran habitantes de por ahí cerca y que salían a caminar para ir
a trabajar, transportaban mercancía, o bien para comprar alimentos o llegar a
sus casas.
Cuando llegamos de nuevo a Av. De
los Maestros, vimos enseguida la cantidad de negocios de comida cerrados o a
punto de cerrar, al ser los negocios de comida una curiosidad para nosotros,
Américo entrevistó a una señora que vendía tortas ahogadas y tacos dorados y
las preguntas fueron las siguientes:
Américo: Buenas tardes señora, ¿qué
venden aquí?
Vendedora: Buenas tardes, vendemos
tortas ahogadas y taquitos dorados.
Américo: ¿a qué hora cierran?
Vendedora: Cerramos ahorita a las
5:30
Américo: ¿Y a esta hora viene mucha
gente a comer?
Vendedora: No mucha. Más bien vienen
muchachos y vecinos en la mañana y mediodía.
(luego interolcución entre Américo y
vendedora sobre los precios del menú, a manera de preguntas gancho)
Américo: Ah ok, muchas gracias.
Vendedora: ¿Por qué? ¿se te ofrece
algo?
Américo: No, solo quería saber el
horario para venir el día de mañana.
Vendedora: Muy bien aquí te
esperamos mañana.
Nosotros observamos que los
establecimientos de comida e inclusive papelerías, cierran temprano, porque no
hay mucha fluencia por la tarde. Sólo después de otros testimonios de comerciantes,
estudiantes y la reminiscencia de Iván al respecto, caímos en cuenta que hay
menos atracción de compra/venta que en la mañana. En verdad esa parte del
barrio se mueve económicamente bastante por el influjo de la universidad.
En la misma avenida, nos dimos
cuenta que en tres cuadras hay tres peluquerías con distintos estilos: Uno para
público más conservador (ya que por dentro pudimos ver un concepto muy clásico),
en segundo lugar se encuentra una estética para mujeres exclusivamente por el
color y los usuarios que pudimos ver, y el último se encontraba al llegar a
Federalismo, que era más para jóvenes con look
cholo* (estilo cultural juvenil-urbano de muchachos a moto, rapados, con
gorra y de estigma de ser pandilleros, ladrones o grafiteros). Dicho esto, dentro de la variedad de negocios
que están alrededor del campus yendo hacia Federalismo, destacaban
principalmente los que tenían un giro de comida; también se podían localizar
bares, mayoritariamente en su formato "alitas", inclusive con más
presencia que papelerías, lo cual contrasta con la idea que se podría tener en
un inicio al pensar en los negocios que existen a la redonda de una
universidad. Quitando locales de tipo "tienda de abarrotes", entre
otros (que pueden ser ubicables en la gran mayoría de la ciudad como
preponderantes en cualquier recorrido), se podría decir que los negocios más
preponderantes son los de comida, bares y papelerías. Mucho más no se pudo
hablar con la gente, que por la lluvia se movía presurosa, o en otra situación
distinta, despertaba desconfianza o no estaba por completo lúcida para hablar.
Continuamos por Mariano de la
Bárcena, esta vez de la parte del parque
Rehilete Alcalde, donde pasamos por el Acuario
Michín (que se ve por los elevados precios casi siempre para solo); igual,
parece ser una fuente importante económica para un conjunto de vendedores
ambulantes que ahí se reúnen, y ahora un hito remozado (por sus ahora jardines
y camellones cuidados) para el paso de camiones. Pasamos por el hospital de la
Cruz Verde, en que estaba vacía la calle otrora llena de autos y franeleros,
ahora pintada de amarillo y con preferencia para las ambulancias y vehículos
para ingresar a emergencias (denotación de facilitación de la tarea de traslado
de enfermos o sujetos de atención médica); afuera había un doctor concentrado
en su celular y una familia esperando atenta noticias de un paciente mientras
fumaban. En el camino fue tema para platicar, toda esa cuadra larga hasta Jesús
García, acerca de la alimentación que pudiera tener un doctor o enfermero en
las cercanías de la Cruz Verde: no vimos ningún establecimiento que fuera algo
saludable en todo el recorrido (quizá una visita por la mañana y a espaldas del
hospital nos hiciera aclarar más el panorama). Íbamos llegando a Jesús García y
venían acercándose dos personas, una señora con su hija, queríamos abordarlas y
hacerles un par de cuestiones, pero al ver su actitud de vernos con miedo y
acelerar el paso, decidimos omitirlo. Una verdadera dificultad de obtener
información o testimonio de la gente en la calle, máxime transeúntes, es la
desconfianza hacia las personas que se acercan con un interés particular. Mucho
de la mala experiencia con asaltantes y sus modus
operandi nos da una pauta del porqué en la reserva de la gente de paso a ser
abordada por extraños: el miedo.
En la recta final de nuestro recorrido para
regresar al plantel, por la calle Sta. Mónica, pudimos observar un contraste
difícil de explicar a primera vista, ya que sí bien se puede decir que la
colonia Alcalde, donde se localiza el CUCSH, es un barrio popular. Esta calle
en particular cuenta con una torre de apartamentos de lujo, un local para
eventos privados, el colegio privado Tepeyac,
y dos restaurantes de tipo italiano (Angelo’s)
con una apariencia más "cuidada" a diferencia de los que son más
comunes en los alrededores. En esta
cerrada para los autos, pero no para el peatón, decidimos entrar al restaurante
italiano Angelo’s para ver el concepto
y platicamos con el que parecía ser el dueño o encargado. Bastó con preguntarle
de la carta para que nos diera la confianza de mostrarnos el lugar de dos
niveles de aire toscano, que nos platicara del origen del dueño, de los
horarios, de la comida y de visitarlo en sus páginas de internet: la labor del
staff y del dueño era eminentemente de enganchar más clientes y hacerse
promoción para procurar una mayor clientela. Pudimos observar a una clase media
alta y alta comiendo dentro del lugar, los precios eran elevados para estar
ubicado a unos cuantos metros de la universidad. Tuvimos la oportunidad de hablar con alguno de los encargados
haciéndonos pasar por estudiantes interesados de comer algún otro día ahí,
sorprendidos de no haber visto nunca este local. Nos sorprendió la amabilidad
de éste, ya que además de insistirle que en ese momento no nos podíamos quedar
a comer, insistió en que pasáramos a echar un vistazo. En este breve recorrido
el encargado nos explicó rápidamente algunos de los platillos que se servían,
el tipo de bebidas que conformaban la barra, y los días que tienen música en
vivo, siempre exaltando la comodidad del lugar. Es posible que esta conducta se
explique a que, dentro de nuestro recorrido, quizá esta fue la zona en que
menos tráfico vehicular y de peatones observamos, todo esto aunado a estar muy
cerca de la avenida Alcalde, la cual estuvo un tiempo considerable cerrada por
la construcción de la Línea 3 del tren, lo cual quizá explique su actitud de
suma apertura para atraer nuevos clientes, ya que a diferencia de los otros
locales observados (tomando en consideración las diferencias ya comentadas), la
mayoría cierran a las 5:00 pm. Quizá porque los alumnos del turno de la tarde
ya hayan comido para cuando inician sus clases.
Después de esto, ascendimos por una
escalinata que desembocaba (cuesta arriba) en los nuevos locales de comida
(decían en broma los estudiantes que ahí comían: “hípsters”) para llegar de
nuevo al estacionamiento del CUCSH. Por nuestro camino hacia el centro del
campus, otra vez, nos encontramos con un desorden de cajones para ubicar los
autos, con desorganización en cuanto a lo insuficiente en su cantidad para
cubrir la demanda del estacionamiento afuera de la universidad, las dobles
filas, y de por medio el negocio tremendo de los franeleros. Fue gracioso pero
interesante el caso a la vista de un lugar preferencial con techo, único en el
predio: quizá de algún alto funcionario de la institución; mientras,
paralelamente muchos estudiantes, usuarios y profesores dan vueltas en las
calles aledañas a la universidad para encontrar un lugar, y en suma, no pagar
el cuidado de su vehículo.
Al término del recorrido, compartimos
entre los integrantes del grupo las observaciones y las experiencias para realizar
el presente recuento de campo; repasando por lo menos los procesos de cuatro grandes
tópicos en las inmediaciones de la universidad: el tema de la facilidad o dificultad
para vender por Av. De los Maestros, el tema de la apropiación de facto de los espacios
públicos en Mezquitán, la circulación y la reorganización del estacionamiento en
las inmediaciones del Parque Alcalde, la calle “escondida” refinada (Sta. Mónica)
de espaldas al CUCSH, y el problema del estacionamiento en la fuente de la institución
universitaria.
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