viernes, 8 de diciembre de 2017

Trabajo final

Carlos Fernando Rubio Pérez
6to. Semestre
Análisis de las Realidades Complejas

LA COMPLEJIDAD DE MI SER

Es raro, a veces, tomarnos un solo minuto para hacer una reflexión; pero, a veces puede ser necesario. Tal vez será porque “nunca” nos tomamos el tiempo para reflexionarlo; o acaso, será porque nunca lo pensamos; no lo sé. O a lo mejor sí lo pensamos, pero asumimos que son puras papanatas.
La mayoría de las ocasiones, empezamos a filosofar –pensar- y sentimos que:
·         Estamos perdiendo el tiempo,
·         No estamos haciendo algo productivo, o
·         No está permitido pensar todo esto; que escapa de nuestra locura, y que por tanto, no es cierto eso que se piensa.
Podrían ser ciertas estas tesis propuestas; lo más probable es que se tachen de poco profundas, mas no se puede escapar algo de la verdad en la verdad. Bien: lo propuesto aquí estriba a un sinfín de dudas, interrogantes, problemas existenciales –si se lo quiere llamar así- y tratar, no de comprender, si no interpretar –como lo propone Weber, acaso- la complejidad de mi ser (como bien dice el título de ese ensayo).
Pero el lector discutirá –no sin razón- ¿a qué llamo complejidad? Buena pregunta, si se me permite, puesto que de ahí partiremos en este ensayo, para después enfocarme en dos aspectos que, para mí, son fundamentales de analizar en este escrito.
·         ¿qué soy?
·         ¿quién me dijo que era así?
Tome nota el lector que este texto, a su vez, no es –aunque debería serlo- un tanto científico, ni mucho menos, como se dijo más arriba, no busca conocer la verdad de esa complejidad del contexto, pero… ¡ahí está el detalle!

¿QUÉ ES LA COMPLEJIDAD?
¿Creemos que la complejidad es visible? Si es así, tenderemos a caer en una mera reducción de lo que nuestros ojos pueden ver. Pero qué pasa si nos preguntamos más a profundidad “¿y si lo que no se ve, puede verse?” que pensaríamos respecto a eso. A todo esto, yo me pregunto: si lo que se ve no puede verse ¿cómo es que al no verlo pudiera hacerle ver?
He aquí el meollo del asunto: tal vez a Newton, al ver que la manzana cayó sobre su cabeza pudo descubrir la gravedad. Mas ¿fue así en verdad? Ahora bien, ¿dónde encontramos la complejidad ahí? Pongámonos en los zapatos de Newton sólo un poco: “esta manzana cayó sobre mí ¿por qué habrá caído? ¿Qué pudo haberla hecho caer? ¿Habrá algo más allá de lo que sólo veo?” he ahí la complejidad que se esconde –y no- de nuestros ojos.
O tomemos el ejemplo de Einstein y su teoría de la relatividad. Einstein se ponía a ver el cielo y se preguntaba qué tan rápido podría viajar la luz del Sol y llegar hasta donde él estaba. Se preguntó, también, sobre el espacio y el tiempo, y concluyó que deduciendo que el tiempo es relativo dependiendo del espacio; esto es: nada está en completo reposo. Bien: no sé si se alcanza a ver lo que aquí se plantea en este apartado. Todos esos grandes hallazgos fueron hechos por individuos que pudieron ver lo que sus ojos no alcanzaban a ver. La pregunta que se arrojaría, después de esto, sería: ¿cómo se puede hacer eso? No pretendo decir que yo tengo la respuesta más adecuada, pues tomemos en cuenta que todos esas propuestas teóricas son meramente eso, propuestas, pero que sin duda no lo podemos descartar de la realidad tan compleja en la que vivimos.
Si bien, pudiéramos creer que todo pensamiento o toda “estructura mental” entorno al mundo que nos rodea pudiera creerse que lleva al puro relativismo, lo cierto es que, si lo analizamos a profundidad, es que cada estructura, cada sistema ha sido pensado desde la complejidad. La complejidad puede verse hasta donde no se puede ver, en donde ya no hay más que ver, ahí está la complejidad del asunto. Tal vez Antonio Caso, por ejemplo, pudo llegar un poco más a fondo con su concepto de  la intuición. “Intuir es conocer viendo”. Pues bien, todo es, como se ha planteado más arriba, conocer viendo, es decir, tener una conciencia –o hacer uso de la misma- para así, por ejemplo, poder “intuir” que lo que se ve se conoce.
Podríamos hacer buen uso de este concepto, mas, podríamos sopesar más acerca de ella. ¿Qué pasaría con lo que no se ve? El maestro Caso puede estar en lo cierto, pero aquello que no se ve, ¿no se puede conocer?  Metámosle más al asunto, ¿no? Sartre opina, por ejemplo, que hay un ser y hay un no-ser. ¿qué es este ser y qué es este no-ser? Hay un ser-en-el-mundo –según Heidegger-. Hegel propone un ser trascendental. Ahora bien: la formula quedaría así: ser-en-el-mundo + ser-trascendental = el ser. Para estos tres personajes, aunque de manera muy dispersa, construyen así el ser. Pero, Sartre les critica y les plantea la idea del no-ser. Aquello que no se puede ver; aquello que no es inteligible. Pero, ¿querrá decir que, no porque no se vea, no existe entonces?
La crítica que también podemos señalar al concepto del maestro Caso, en esta reflexión recién expuesta, es si lo que intuimos es lo que pudiera ser lo que se esconde tras eso que se observa. Si bien, y atendiendo “intuir es conocer viendo”, pudiendo ser cierto este concepto, puesto que lo que se ha propuesto en este apartado, tampoco podemos aceptar a plenitud ese conocer viendo, porque aun así, al ver lo que se observa, todavía se escapa algo más de ese algo más.
Ejemplifiquemos: al estar en el transporte público, observo que una linda muchacha me observa, y yo observo que me está observando. Mi intuición puede decirme que ella me está observando porque le parezco atractivo, mas tal vez ella me está mirando porque se me está escurriendo un moquito de mi nariz; o tal vez, atrás de mí hay otra persona que es la atractiva, y yo estoy estorbando la direccionalidad de aquella mirada. Con este ejemplo burdo, podemos argüir que la intuición puede ser un buen concepto, mas no es muy confiable que digamos.
Ahora bien: metiendo a Sartre en el problema de la complejidad, en su Ser y La Nada podemos observar que el trata de descifrar la complejidad de uno mismo, –puesto que se puede pensar que es mera paja mental-, lo cierto es que, a nivel ontológico –y si se quiere epistemológico- encuentra que al haber algo, puede haber algo que no es algo; lo traduzco. Se es, pero al mismo tiempo no se es. Ser/no-ser. También propone la no-conciencia cuando se tiene una conciencia.
Es decir, y para concluir con este apartado, dentro de la complejidad, no podemos decir que aquello que se ve es lo que es, sino más bien, de lo que se ve hay algo que no se ve y eso que no se ve es lo que, en algún momento dado, podemos estudiar. Edgar Morin, nos dice que “En una escuela, la cuestión fue planteada a niños: ‘¿qué es la complejidad?’. La respuesta de una alumna fue: ‘la complejidad es una complejidad que es compleja’. Es evidente que se encontraba en el corazón de la cuestión.”[1]
¿Qué es una complejidad que es compleja? Lo veremos en el siguiente apartado.

LA COMPLEJIDAD DE SER

¿Será que somos complejos en cuanto a que no sabemos quiénes somos? Y cuando nos estamos solos –me refiero a que, cuando estoy solo conmigo mismo- nos atrevemos a preguntar ¿quién eres tú ser?
Sartre, en El Ser y la Nada, nos expone el caso de que al preguntarnos ¿quién soy yo? lo que seguramente se nos responderá es nada. Aquí no es momento para hacer una crítica a este escritor, puesto que nos hace falta más estudio y más espacio para hacerlo. Mas, tomo esta idea, puesto que si uno se pregunta esto mismo, y se recibe la misma respuesta –como en el caso anterior- tal vez nos sorprendamos, o tal vez lo ignoremos.
Además, y siendo más específico, lo que se pretende en este escrito es la complejidad de ser. ¿quién soy? ¿quién fui? ¿quién seré? –tomando la idea de Sartre, encuentro que hay una fractura en cuanto a lo que soy y en cuanto a lo que debo ser. La balanza se inclina más al “debo ser”.
Se me podría criticar –no sin razón- que esto no es un material meramente que entre en el plano sociológico. Mas, el problema estriba en que –es mi humilde punto de vista- si no nos conocemos a profundidad, no podemos conocer al que está enfrente de nosotros.
Por ejemplo: Erich Fromm, en su “arte de amar” nos dice que “el amor es la única forma de conocimiento, que, en el acto de unión, satisface mi búsqueda. En el acto de amar, de entregarse, en el acto de penetrar en la otra persona, me encuentro a mí mismo, me descubro, nos descubro a ambos, descubro al hombre.” En esta fórmula, podemos encontrar lo que se intenta explicar en este ensayo.
El amor hacia otro, en primera, debe ser interiorizado; esto es, debemos de amarnos a nosotros mismos, para así amar a los demás. Lo mismo ocurre al no conocernos a nosotros mismos. Es más: para seguir un poco con la idea de Fromm, “el anhelo de conocernos a nosotros mismos y de conocer a nuestros semejantes fue expresado en el lema délfico: ‘conócete a ti mismo’ (…) la única forma de alcanzar el conocimiento total consiste en el acto de amar.”
Aquí, bajo estas palabras, en donde encuentro la síntesis en el plano social; decía más arriba que tal vez no se puede articular esto en el terreno sociológico. Mas, si realmente no nos conocemos a nosotros mismos no vamos a conocer a los demás, y eso estriba en un acto de conocer, he aquí la pregunta más fundamental en este ensayo.
¿por qué no nos conocemos? ¿qué hace que no nos conozcamos y que, a su vez, no queremos conocer lo que pasa con los demás?
En este ensayo no buscaré “darle al blanco” con las propuestas que realizaré a continuación; mas, no quisiera dejar a un lado esta necesidad para que, quien puede leer esto, haga una especie de epistemología, en cuanto a que, todo lo que se ha estudiado en cuanto a las relaciones sociales y a sus nuevas configuraciones, se encuentran nuevos fenómenos para ser estudiados.
Una de las propuestas que hago es, por ejemplo, el miedo por conocer. Cuántas veces hemos escuchado mencionar de algún conocido de nosotros: “no le abras la puerta a algún desconocido” o “me hablaron y, cuando escuché su voz, colgué, pues no lo conocía”.
Bajo este contexto, me gustaría meter una variante más en este problema: los medios de comunicación y su impacto de los individuos. Los índices de violencia sí han aumentado drásticamente, así como una oleada tremenda de fraudes, extorsiones, etc. Mas, en los medios de comunicación –no sólo incluyo a la t.v., radio, redes virtuales, etc) han tenido gran impacto en el colectivo, haciendo que haya un arquetipo del desconocido.
No sabemos si nos quiera estafar, robar, hacer daño, etc.; en una canción de hip-hop, hay una línea que lanza un concepto que podríamos usarlo aquí “histeria colectiva”. Eso es lo que nos encontramos hoy día, vivimos en una histeria, que se convierte en miedo a su vez, en conocer a una persona desconocida, puesto que no sabemos qué quieren de nosotros, es por esto que lo asumimos como extraño y que, por tanto, no queramos nada de él.
¿Qué nos está pasando?
Hace poco tenía la ligera idea de escribir algo en donde pudiera hacer un breve análisis de lo que pasa hoy en nuestro sistema político-económico-social-histórico. La idea era somera, pues quería abordar temas acerca de la fractura que se tiene de sí la percepción del individuo hacia sí mismo, y que por tanto, esta fractura podría explicar la relación hacia los demás. Lo explico mejor: hay una frase que se dice popularmente y que se puede escuchar, no todos los días, pero si en algún momento de nuestra vida y dice así “si no te quieres a ti mismo, no podrás querer a alguien más”. Típica frase de cuando estás cursando el bachillerato, y platicas con un amigo o amiga y tratas de aconsejarlo tras una derrota amorosa. Pues bien, esta frase me resulta fascinante si la parafraseamos sólo un poco y la ponemos de esta manera: “si no me conozco, no voy a conocer al otro/a”. Ahora bien, y si le agregamos otro tantito más, quedaría más o menos así: “si el otro/a no se conoce, no podrá conocerme a mí o alguien más”. Bien. Esta es la fórmula que se acaba de plantear. “si no me conozco a mí mismo, no podré conocer al otro/a, y si no se conoce el otro/a, no podrá conocerme a mí”.
Se preguntará porque dar tantas vueltas a una frase que ni bien puede ser pensada de esa manera o que simplemente no cabe en esta realidad; pero, si lo pensamos un poquito más y hace una reflexión un poquito más profunda acerca de las relaciones sociales, podremos notar que tal vez todo se basa en este conjunto de palabras. La idea de escribir este ensayo –repito, de manera somera y tal vez al borde de la subjetividad-, es para pensar y repensar cómo es que se ve el individuo hacia sí mismo, y a su vez, cómo es que ese verse-a-sí-mismo, puede resultar un verse-ante-los-demás –un poco parafraseando la idea de John Berger de verse-mirar-.
Pero también, se hará un breve análisis de lo que da nombre a este escrito, “¿qué nos está pasando?”, pues resulta imperioso ahondar –y sobretodo la disciplina sociológica- acerca de las nuevas formas de hacer, ver y sentir del individuo hacia los demás y de manera contraria, los demás a uno mismo. También haré un breve análisis del concepto de libertad que se maneja en tanto que en el liberalismo y en el socialismo, así como también un concepto propio de la libertad, soportado por algunas ideas de un filósofo que puede abrirnos un poquito el panorama ante este acontecer diario y que, tal vez, muchas personas pueden estarse preguntando en estos momentos ¿qué nos está pasando?

LIBERTAD
Como se empezó en este ensayo, esta frase o pensamiento surgido de “la calle”, podría sistematizar este proceso. Quisiera decir, por ejemplo, que el capitalismo y, sobretodo, la superestructura propuesta por Marx, es la culpable de todo este acontecer. Mas, creo que no estoy acompañado con buenos colegas y que no es una charla que se puede tener cualquier día. Sin embargo, pudiera decir que, hoy por hoy, las relaciones sociales y sus distintas vertientes, así con su cumulo de apuntes teóricos por parte de las plumas que han analizado estas relaciones –Marx, Weber, Durkheim, Goffman- pudieran darnos una idea cómo se dan estas mismas; mas, podría yo apuntar algo más. El tema de la libertad del individuo podría significar un fenómeno que podría dar lugar a las fracturas que se ven hoy en día. Por eso, las revoluciones intelectuales, culturales, de género, etc., parecen ser ese reflejo de la libertad que tanto anhela el ser humano. Pues bien, nos toca preguntarnos ¿qué es la libertad y para qué sirve? Este concepto tiene muchos contrastes, polaridades, extrapolaciones, y en fin, creo que estaremos de acuerdo en que este concepto se construye a través de la experiencia de cada uno. Pero, sin duda alguna, la libertad es anhelada y buscada por muchos y muchas. Pues también, está “libertad”, podría trascender a la “felicidad” –o así lo tenía pensado Aristóteles-. Si pensamos muy bien esta idea, de que la libertad puede dar esa felicidad que tanto buscamos, entonces, podríamos ver –y a través de las distintas visiones que se han dado por los teóricos-.
Ahora bien, ¿a qué voy con todo esto? si buscamos en la historia, tendremos dos tipos de historias que se cuentan de diferente manera: la historia conocida por todos, es decir, la historia escrita por los vencedores –Europa- y la historia que nunca se contó, pero que aún se puede ver hoy día en los pueblos colonizados, más en nuestro contexto latino. “Si bien la modernidad histórica fue esclavitud para los pueblos indígenas de América fue a la vez una arena de resistencias y conflictos, un escenario para el desarrollo de estrategias envolventes, contra-hegemónicas, y de nuevos lenguajes y proyectos indígenas de la modernidad (Thomson).”[2][3]¿Qué nos quiere decir Rivera ante esto? la lucha de los pueblos bolivianos son provocados por esa idea de emancipación del yugo hegemónico. Por eso, cuando dice Thomson, a través de ella “si bien, la modernidad histórica (…) fue a la vez una arena de resistencias y conflictos, un escenario para el desarrollo de estrategias (…) contra-hegemónicas…” es que porque hay algo que los hace emanciparse. Ahora bien, si meto a colación una par de palabras de Jean Paul Sartre: “Si el hombre es lo que es, la mala fe es para siempre jamás imposible y la franqueza deja de ser su ideal para convertirse en su ser; pero, ¿el hombre es lo que es? (…) Esa máxima no formula simplemente un ideal del conocer sino un ideal de ser, nos propone una adecuación absoluta del ser consigo mismo como prototipo de ser. En este sentido, es preciso que nos hagamos ser lo que somos. Pero, ¿qué somos, pues, si tenemos la obligación constante de hacernos ser lo que somos, si somos en el modo de ser del deber ser lo que somos?”[4]. En esta búsqueda de la libertad, y que dará pie a la felicidad, puede decirnos que los pueblos descritos por Silvia Rivera Cusicanqui, es lo que realmente buscan, pero ¿por qué? Sartre nos dice en esta pequeña cita que, dentro de nuestro ser hay un no-ser, y que este no-ser se puede manifestar así. El no-ser se pone ante el ser, negándolo totalmente. Ahora bien, en esta negación entre el ser y el no-ser. Ahora bien: el ser, pudiéramos decir, vive de la angustia, y en el no-ser busca la libertad ¿cómo podemos entender esto en el terreno sociológico? Sartre piensa que la idea que el ser vive de la angustia es porque no desarrolla ese ser que es en verdad, y pone un ejemplo: si yo volteo a un abismo, pienso en las posibilidades arrojarme al vacío, mas, al no hacerlo y hacer a un lado, pienso en no hacerlo, así se domina al ser. El no-ser es el que piensa en arrojarse, el ser es el que lo confronta, lo crítica y lo hace a un lado. Si lo pensamos así, el ser humano latinoamericano podría entenderse así. Quisiera ser libre –el no-ser se lo pide- mas el ser lo confronta, lo crítica y lo hace a un lado. La construcción de ese ser viene a través del proceso de colonización, y de esa manera, se construye al nuevo que ser, que es el que vemos hoy en día. Pero ese no-ser, el ser que era antes de la colonización, se yuxtapone, por así decirlo, haciéndole ver que las cosas pudieran ir de otra manera.
Expongo mejor el caso: el latinoamericano –y no sólo él, sino los pueblos que fueron colonizados-, y pensando en esta idea de Sartre, vive bajo una verdad-mentira, y que esa verdad-mentira puede traducirse en hacer y querer hacer, o mejor dicho, de ser lo que se debe de ser y no lo que se es. Octavio Paz ve, por ejemplo, que el mexicano, al estar en una fiesta, se comporta de manera tal que puede decirse que es un loco, un agresivo o un lisonjero; Frantz Fanon piensa lo mismo al hablar de los hombres de color y que se presentan así mismos como hombres de blanco. Este latinoamericano pudiera entenderse, como los pueblos que dice Rivera Cusicanqui, en esa búsqueda de libertad y que buscan negar el modo de ser que son y que, a su vez, buscan también ser lo que no se es.

CONOCERSE ASÍ Y CONOCER AL OTRO
Ahora, por esto que acabamos de mencionar, y después de haber pasado por un terreno tumultuoso y casi nada claro, podemos pensar en las relaciones sociales y como el conocerse a uno mismo puede construir o, en su defecto, deconstruir la articulación de esas redes sociales.
La conciencia de nosotros mismos podría reflejarse en cuanto a la frase que mencionamos al principio de este escrito: “si no me conozco a mí mismo, no puedo conocer a los demás”. La estructura en la que vivimos hoy, y según lo que propone Marx en la enajenación del trabajador, hace que ya no haya un conocimiento como tal hacia nosotros mismos. ¿Por qué decimos esto? si tomamos este concepto de enajenación, aplicado a esta estructura y a este sistema económico en el cual nos desenvolvemos todos, entonces, podríamos decir que sí, no hay conocimiento de nosotros mismos, y que a su vez, no hay un conocimiento de hacia el otro/a.
Bauman nos habla acerca de esto en su Amor Líquido, pues la fragilidad que se da en los vínculos humanos es por qué hoy se ve a las relaciones sociales como objetos meramente de intercambio, haciendo que estos puedan ser desechables de manera fácil, rápida y práctica. La falta de conocerse así mismos, pudiéramos pensar, que es a través de este sistema económico-político-social-histórico, pues la idea del instrumentalismo o del utilitarismo del ser humano para poder producir más ganancia hace que se enajene el ser humano, que deje a un lado esa idea de libertad y felicidad y que sólo se enfoque a maximizar la producción y a su vez, las ganancias.
Esto hace que el ser humano empiece a deconstruirse así mismo, en cuanto a ser, y entonces, se convierta como en una especie de ser inerte, que camina por las calles sin ver, sin sentir y sin oír nada.

CONCLUSIONES
La complejidad que propongo, es en las relaciones sociales, fundamentándome ciertamente en la filosofía y en la sociología.
Parece un poco trillado, mas, creo que es de total relevancia pensar en qué es lo que nos está pasando –como individuo y como colectivo- y preguntarnos si así como vamos, así como estamos, estamos bien. Es muy relativo, pero en sentido ético y político, creo que construir una armonía entre todos es más benévolo; la complejidad de lo que no se ve es, ¿qué pasa? ¿será nuestra historia? ¿será nuestra psique? ¿o serán otras cosas que no nos permiten ver más allá de lo que se ve?
Como empecé en el ensayo, lo que no se ve tal vez puede ser eso que tanto se busca, pero que no se toma en cuenta porque, como no se ve, no es de relevancia. A esto hago un llamado para todos aquellos que están metidos en la materia en no descartar cualquier posibilidad que se pueda imaginar. Existen millones de posibilidades que pueden estar ahí, haciéndose manifiestas y que, sin embargo, no les tomamos importancia.
Sólo queda observar, preguntarse, criticarse y seguir observando para –no alcanzar la verdad- pero sí describirla conforme a lo que nosotros pensamos y sentimos que puede ser.




Bibliografía


·         http://www.redalyc.org/pdf/393/39348743011.pdf (artículo revisado el día 28/11/17)
·         Antología Filosófica. Antonio Caso
·         El Ser y La Nada. Jean Paul Sartre
·         El Arte de Amar. Erich Fromm
·         El Laberinto de la Soledad. Octavio Paz
·         Amor Líquido. Zygmunt Bauman
·         Modernidad Líquida. Zygmunt Bauman





[1] Morin, Edgar. En “La Gaceta de Antropología” año 2004. No. 2
[2] Citado por Silvia Rivera Cusicanqui en “Ch’ixinakax utxiwa Una reflexión sobre prácticas y discursos descolonizadores”. Ediciones Tinta, Limón y Retazos. 2010. Pp. 53
[3] Las cursivas son mías.
[4] Sartre, Jean Paul. “El Ser y la Nada”. Pp. 50.

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