El derecho a la ciudad
que supuestamente todos tenemos
Osmar Alejandro Ruelas Jara
Cuando hicimos el ejercicio en clase sobre si nos gusta
vivir en la ciudad o si preferiríamos vivir en el campo, yo tajantemente
conteste que preferiría vivir en el campo porque la ciudad resulta muy
abrumante para mí, y es que pasan tantas cosas en la ciudad a una velocidad
impresionante, que apenas y tengo tiempo para vivir, literalmente.
Sin embargo, hay muchísimas ventajas de estar en la ciudad,
y el mismo documental muestra la logística histórica para la creación de estos
lugares; un lugar totalitario donde todo está al alcance, donde el alcance es a
todo, como si las ciudades fueran EL universo en expansión, volviéndose cada
vez un todo más y más grande en que tenemos privilegio de habitar con el costo
de ajustarnos a sus normas, a nuestras propias normas, a nosotros mismos
.
Aquí es donde comienzan los grandes problemas, pues creamos
las ciudades para lograr sobrevivir sin antes haber aprendido a coexistir. Es
cierto que hemos logrado varias cosas en el proceso; la creación de las artes,
el pensamiento científico, el desarrollo tecnológico, etc. Y vaya que nos han
traído ventajas y resultados, pero no para todos, incluso a costa de muchos.
Pero el convenio sigue siendo el mismo, todas y todos
queremos las mismas cosas, así que hay que tratarnos a todos como iguales y
aplicar criterios homogéneos que puedan cubrir la heterogeneidad de la ciudad
dentro de lo que nuestra propia heterogeneidad pueda cubrirse. Así, el mismo
documental nos propone una especie de urbanismo autorganizado en el que los
ciudadanos podamos exigirle al Estado y al Capitalismo que satisfaga lo que
pedimos para que no se de una relación jerárquica en la que ellos nos impongan
todas sus medidas, garantizando mas o menos una horizontalidad en la que todos
trabajamos para todos.
Así que, contextualizando un poco, es necesario que
nuestros gobernantes y empresarios realicen las estrategias posibles para que
conozcan nuestras demandas y demás necesidades para que ellos puedan
satisfacerlas dentro de lo que esté en su alcance, así lograremos un punto
medio en el que todos podamos cumplir nuestro rol para trabajar con lo que
apenas tenemos y así, todos medio podamos participar en lo que queremos y ellos
puedan medio otorgárnoslo y así estar medio satisfechos y así estar medio
felices.
Quizá sea un tanto desgastante el participar activamente en
ese conflicto tan tenso que innegablemente existe, pero por el derecho a la
ciudad, porque yo me merezco vivir bien, y porque nadie merece el poder de
quitarme eso, lo vale.
Y así concluyo que sigo prefiriendo vivir desolado.
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