sábado, 9 de mayo de 2020

La imaginación sociológica de Wright Mills


José Eduardo Rodríguez Pérez. 

Realidades complejas.


¿Somos el uno o simplemente una parte del todo?




“La imaginación sociológica” de Wright Mills deja muy claro desde el principio cuál es su objetivo y se resume en la pregunta “¿Cuál es la promesa o mejor dicho "la tarea" de la imaginación sociológica? 

Para responder a esta pregunta, el autor explica qué es la “imaginación sociológica”; Es


la cualidad mental que ayuda a usar la información y a desarrollar la razón para conseguir recapitulaciones lúcidas de lo que ocurre en el mundo y de lo que quizá está ocurriendo dentro del individuo”.

Es decir, la comprensión de la existencia de una biografía personal, un contexto histórico y la interseccionalidad entre ambas (Pag. 19 párrafo 1)

“Y es que ni la vida de un individuo ni la historia de una sociedad pueden entenderse sin entender ambas cosas” (Pag. 17 parrafo 2).

La imaginación sociológica busca pues encontrar la relación entre “la vida propia” y “el curso de la historia” teniendo en cuenta tres factores: La biografía personal, la historia en la que se desenvuelve y finalmente las estructuras sociales que interseccionan las anteriores y que se puede resumir en cuatro puntos.

1. Ofrece recapitulaciones lúcidas de lo que ocurre en el mundo y en nosotros mismos.
2. Comprende el escenarios histórico donde se escribe la vida interior.
3. Hace que el individuo se comprenda mejor a sí mismo localizandole en su época.
4. Permite captar la historia, la biografía y la relación entre ambas dentro de la sociedad.

Una biografía personal desde la imaginación sociológica: La liberación Gay en Guadalajara y el mundo. 




Siguiendo el método del autor y enlazando con mi tema de estudio se podría entender una biografía propia a la luz de un contexto histórico que empuja las decisiones aparentemente “personales” pero inducidas o cobijadas por una complejidad contextual. 

Yo recuerdo que empecé a ser consciente de que sentía atracción sexual, emocional y sentimental por otros chicos desde que cumplí los 7 años, entonces cursaba la primaria y comenzaba a esforzarme por encontrarme cerca o parte de los círculos sociales de otros muchachos, podríamos suponer que a esa edad es común que busquemos sentirnos parte de un algo, sin embargo yo buscaba esencialmente interacción social con quienes me parecían física o intelectualmente atractivos y buscaba la manera de ser también interesante para ellos practicando actividades físicas similares o procurando brillantez en las tareas de equipo que nos asignaban en clase. 

En esos tiempos 1996, yo no conocía la palabra “homosexual” y era un tema que no se mencionaba en ninguna parte por lo que crecí creyendo que no existían otras personas que se sentían atraídas por individuos de su mismo sexo y eso me generó un enorme sentimiento de soledad pero también de miedo, de tal manera que mi creencia de ser único me aferró a mantener ese “sentimiento” en el baúl de los secretos hasta muy entrada la adolescencia. 

En 1996 y hasta muy avanzado el 2000 la diversidad sexual y  el movimiento de liberación Gay era algo inexistente para un pre adolescente de Guadalajara. Los libros de biología no hablaban en absoluto del tema y los que lo hacían abordaban la sexualidad desde un punto de vista meramente “reproduccionista” en el que hombre aportaba espermatozoides y la mujer óvulos, descartando por completo cualquier análisis o formación educativa que distinguiera la sexualidad en términos más amplios como el “sexo”, el “género”, la “orientación sexual” o la “expresión de género”. 

A diferencia de otros chicos de mi edad pero heterosexuales que en quinto o sexto de primaria podían hablar en el grupo de amigos de la muchacha que les gustaba o hasta empezaban a tener noviazgos en los primeros años de secundaria, yo me sentía cada vez más atrapado en la idea de estar solo y no poder contar nada, pero también de no poder hacer nada, de tal manera que esto me fue alejando de mis amigos de esa etapa de la vida y me fue aislando socialmente como una manera de “protegerme” de los otros o de no evidenciar quizá que yo no podía comprender ni aportar libremente mis deseos a sus largas conversaciones respecto a las chicas por las que se sentían atraídos. 

Pero también, ya en etapa de pre adolescente y plenamente consciente de que yo sentía atracción por chicos y no por chicas fue que empecé a ser más agudo en escuchar a los otros y su opinión sobre la posibilidad de que hubiera personas como yo, que pudieran sentir atracción por iguales. Fue entonces que escuché por primera vez la palabra “homosexual” y sus descriptivos o mejor dicho sus despectivos  (...maricón, joto, desviado). 

La homofobia o la idea de que pudiera ser no sólo rechazado sino agredido por otros me aisló aún más de los chicos de mi clase, de mi cuadra y de mi familia, como una manera de no decir, de no existir, de no hacerme presente, de pasar desapercido para que otros no pudieran suponer o deducir que mi falta de respuesta respecto a qué chicas me pudieran parecer atractivas, fuera también algo concluyente. 

recuerdo que en la secundaria me volví el más destacado de la clase como una manera de “ocultar” que algo podría “andar mal”, porque suponemos que los chicos “que andan mal” son los que reprueban, no los que tienen promedios de 100 y yo quería insinuar lo menos posible que tenía un enorme sentimiento de soledad, de miedo y de cargar con una especie de bomba que me oprimía el pecho y trataba todos los días de que no explotara. 

También era bueno en deportes aunque prefería los que se hacían de manera individual y a diferencia de cuando tenía 7 años y buscaba estar cerca de los chicos que me parecían atractivos, en la adolescencia huía de los grupos de hombres y especialmente de los que me parecían atractivos.  Todo esto me llevó a tener consultas permanentes con el psicólogo escolar por petición de mis propios profesores que comenzaban a suponer que mi aislamiento y poca facilidad de hacer equipo con otros a la larga afectaría el buen rendimiento escolar y atlético. 

En el año 2000 vi en televisión un reportaje sobre homosexualidad y se mostraba escenas de la marcha del orgullo gay en Guadalajara, la cual se celebraba tras 10 años de suspensión luego de haber arrancada en 1983 para ya no realizarse a partir de 1990 dado que los gays que marchaban eran identificados por grupos homofóbicos que luego les investigaban y les agredían fuera de la marcha, por lo que ya nadie quería participar y poner su vida en riesgo de esa forma. 

Aunque el medio que abordó el tema fue profundamente homofóbico, haciendo entrevistas a tono de burla a los participantes de esa marcha y luego consultando a sacerdotes católicos que  describían la homosexualidad como algo pecaminoso y enfermizo, para mi ver imagenes de otras personas saliendo a las calles a decir “soy hombre y me gustan los hombres” fue totalmente revelador  porque me dio finalmente lo que más necesitaba, la idea de saber que no estaba solo ni era el único que sentía eso. 

Desde entonces mi vida fue cambiando radicalmente y el mundo también, en los siguientes años la homosexualidad pasó de ser un tema inexistente a uno muy visible, en la televisión se hacían largos reportajes cada año sobre la marcha del orgullo gay en la que cada vez asistían más personas y recuerdo que en los puestos de periódicos y revistas el tema comenzaba a cubrir algunas primeras planas. Para mi fue muy significativo que “Muy interesante” e “IQ” dos revistas a las que era asiduo lector dedicaran cada 17 de mayo reportajes amplios sobre la homosexualidad, los movimientos de liberación gay en el mundo y entrevistas con personas homosexuales que vivían abiertamente su vida. 

Mis temores fueron desapareciendo en la medida que la homosexualidad se fue haciendo cada vez más pública ¿por qué la diversidad sexual pasó de ser un tema desconocido a uno ampliamente abordado? esencialmente porque el movimiento de liberación gay empujaba desde 1969 reformas políticas que le permitieran ser visible de una manera positiva y estos cambios comenzaron a sentirse de manera gradual, primero en la europa occidental y los Estados Unidos donde había un mayor “desarrollo” de las libertades individuales legalmente instituidas y después en los países “periféricos” influidos por estas culturales. 


Esto para mi fue muy importante en mi proceso de aceptarme porque el ver a otras personas ser felices siendo gays pude tener “referencias” de que eso era posible e incluso mejor que vivir en la soledad y con la sensación de que me iba a explotar el pecho. 

En 2005 yo también salí del closet, tenía entonces 15 años y pese al rechazo que generó en un inicio en mi familia a ellos les obligó a entender que la homosexualidad no era algo lejano sino algo cotidiano y que “los homosexuales” somos personas comunes y corrientes, hermanos, hijos, parientes; Mi salida del closet seguramente fue una de muchas otras de muchos otros jóvenes que ocurrieron ese año en la ciudad y que han ido empujando la transformación en muchas familias que fueron entendiendo la diversidad sexual desde una manera más cercana. 

Creo que algo que fue muy relevante para mi y mi generación fue el boom del internet. Antes de eso era muy difícil conocer a otras personas “homosexuales”, pero a partir de la masificación de ese instrumento de comunicación comenzó a ser fácil encontrar a otros chicos iguales en foros de internet pero también se hizo fácil encontrar espacios físicos para conocer a otros, así pude identificar bares gay en la ciudad que entonces eran muy pocos pero que a partir de 2006 y seguramente con la salida masiva de jóvenes del closet comenzó a haber un amplia oferta que aceleró la demanda. Ese año también participé en mi primera marcha gay que supe dónde y a qué hora sería gracias a un foro de internet donde personas “activistas” por los derechos de los homosexuales invitaban a la gente a participar. Después de mi primera marcha, nunca más volví a sentirme solo.

Conclusiones. 

Añado esta biografía personal porque siguiendo la dinámica de la “imaginación sociológica” propuesta por el autor, se puede entender que mis sentimientos de soledad aparentemente personales eran empujados por un contexto histórico y social en el que no se podía mostrar a otros iguales que me permitieran entender que no estaba solo, pero que también mi aspiración de poder vivir públicamente como homosexual fue posible únicamente gracias a ese mismo contexto que cambió y abrió literalmente la puerta del closet para mi y muchas otras personas, por lo que el ejercicio de la sexualidad que se podría entender como algo meramente personal está fuertemente entrelazado y condicionado a la historia, la estructura social y su interseccionalidad.






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