En
el marco del curso Análisis de las realidades complejas se acudió a la
presentación del libro: Identidades y
resistencias, donde de alguna forma se daba cuenta de la realidad compleja
que se vive. En esta presentación se enfatizo que ésta complejidad se debe a que estamos
inmersos en la lógica de la modernidad por la que atravesamos, misma que según
se considero tenía estrecha relación con explotar el mundo, lo que nos lleva
directamente a una desigualdad social, pobreza, humillaciones, un quiebre en la
educación etc etc, la lista es por demás exhaustiva.
Los
autores proponen pues un proyecto que desde mi perspectiva debía ser considerado
a escala mundial. Ellos lo llamarón
“vivir una buena vida” que se trata de vivir en armonía con los recursos que se
poseen, para ello se pensó en generar acciones que permitan esta concordia que
nos llevaría no solo a un buen vivir, sino a un bien actuar. Se afirmo que si se actuara de ésta forma sería
más factible una igualdad en derechos y responsabilidades para cuidar el medio
ambiente y otros tantos recursos que resultan indispensables para subsistir.
Debo
agregar que esta propuesta resulta atractiva por los efectos que podría
provocar, pero además está muy bien
pensada pues es inclusiva y sugiere una concientización profunda respecto a los
malos hábitos y cargas culturales que hoy día seguimos arrastrando, lo que
evidentemente hace de nuestra realidad algo cada vez más complejo.
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