Osmar Alejandro Ruelas
Jara
Introducción
Siguiendo una idea general de las lecturas que hemos
revisado a lo largo de la materia, me ha causado conflicto personal pensar que
todos estos tipos de trabajos sociológicos que hacemos cada semestre con la
finalidad de pasar la materia o solo para cumplir las pautas de investigación y
titularnos de la licenciatura, sin nunca darle una prioridad a lo personal, es
decir, si bien podemos estar hablando de temas que de alguna forma se
relacionan conmigo, nunca he visto que hablen desde y para sí mismos, siguen
repitiendo, a pesar por ejemplo, las críticas de Mills de no relacionar lo
cotidiano y la realidad social con el simple hecho de necesitar citarlo para
hablar de sí mismos, muriendo toda posibilidad de una introspección profunda
que desborde subjetividad y que con eso
sea lo suficientemente complejo y valioso para mí, para mi entorno, para todo
el mundo.
Con esta justificación, he decidido de como personalmente
concibo mi propia realidad social, en particular, de esta realidad
académica-sociológica, desde el caos que hay dentro de mí y desde al análisis
que soy capaz de hacer sin respaldarme por completo (porque inevitablemente
tengo ya esa formación y forma parte de mi) en modelos teórico-metodológicos
que al ajustar mis temas en ellos, pierden de su riqueza temática, cuando estos
deberían ser utilizados para ajustarse a mis necesidades, sacándoles provecho
con la crítica para enriquecer su complejidad.
No está demás advertir que esté no es un ensayo
convencional a los que suelo hacer y mucho menos entregar al escrutinio
sociológico de mis profesores y compañeros, pero siguiendo lo dicho por Morín,
son contradicciones controversiales y complejas que sólo cometiéndolas dan pie
a la crítica y con ello al conocimiento.
Desarrollo
Para decidirme por entrar a la carrera de sociología, no me
faltaba interés en los temas sociales, de hecho, desde pequeño, gracias a mi
madre que trabajaba en la PGJ, tuve un acercamiento a problemas sociales
complejos y violentos que iban desde lo personal-individual hasta lo político-económico.
Yo quería entender mi realidad para poder entender lo que yo quería, lo que yo
era.
Lo que no me dejaba entrar a sociología era mi madre y la
incertidumbre del futuro (de que voy a vivir, como voy a trabajar, etc.) pero
pude adquirir valentía de mis seres queridos y de una maestra que me enseñó a,
prácticamente, no tenerles miedo a las implicaciones de mis decisiones, pues al
final de cuentas serían propias. Yo creo que este es uno de los primeros
aprendizajes sociológicos que tuve, temas como la toma de decisiones, la
responsabilidad, el miedo, las expectativas, la “rebeldía”, el sistema y demás
abstracciones que surgieron de mi complicada relación entre mi madre y yo.
Ya una vez entrando a sociología, ya había muy poco que me
pidiera detener de querer saber más y profundizar en todo lo que fuese posible,
y hasta ahora no he dejado ese instinto de estar husmeando (mi nombre deriva de
la palabra husmear). Al principio no estaba personalmente formado en alguna
postura clara que condicionara la forma en que aprendía mis clases; los profes
hablaban, yo apuntaba y podía entender su sentido dentro de sí mismo y lo
explicaba. Así surgieron traumas como Zygmunt Bauman, pues todo lo que estaba a
mi alrededor lo veía a través de sus ojos como si fuera mi santa biblia
sociológica. A partir de este trauma pude realizar, como las llamo actualmente,
batallas pokemón, en las que podía elegir de ente una gran variedad de autores
para abordar alguna problemática externa o interna, creyendo que, si entre más
autores leyera y comparara sus análisis de algún tema, podría hacer
conclusiones interesantes, dejándome a mí mismo y a la problemática como tal en
algún rincón en el que apenas pudieran asomarse. Incluso recuerdo que en primer
semestre creía firmemente que, si bien la objetividad no existe, era
recomendable intentar serlo dentro de lo posible.
Pero todo cambió de repente cuando, en un acto de auto-desprecio
(porque me habían advertido de Rafael Sandoval y de no tomar su optativa hasta
que estuviera en los últimos semestres, y sin embargo la agendé en segundo)
conocí a otra variedad de autores que criticaban lo que hacía (y con ello me
sentía personalmente atacado) y las formas en las que el conocimiento
funcionaba. Sin embargo, esto nunca ha sido suficiente para terminar de
comprender a la academia, al departamento de sociología, a mis compañeros de la
carrera, ni a mí mismo. Después de todo, yo no soy un concepto del
psicoanálisis, ni de la teoría de la identidad y las representaciones sociales.
Entonces, los estudios sociológicos son importantes para
iniciar el análisis de un problema social, dando un panorama crítico a quienes a
quienes estén relacionados e invitar a involucrarse a todas y todos para que
puedan continuar analizándolo entre y para sí mismos e ir complejizándolo todo
para buscar posibles acciones que cambien su realidad y así empezar a analizar
más problemas, metiéndose en el dinamismo del pensamiento crítico que no dejara
de moverse, y con ello nunca dejar de movernos en búsqueda de la utopía. El
resto de estudios sociológicos que sólo describen, comparan, sobre-analizan lo
analizado, que malinterpretan lo interpretado (recuerdo que quería usar a una
autora como marco teórico cuando ella criticaba la forma convencional
academicista al negar al sujeto, limitándome a decir “si si, lo que dijo ella
lo tendré en cuenta”) sólo es para conseguir algún reconocimiento académico,
buscando la validación que jamás pudimos darnos.
A mí me gusta escribir de forma personal, usando sarcasmos,
ironías, pesimismo y muchos paréntesis de pensamientos que de repente se cruzan
en mi mente y que no tienen mucha relevancia con el tema que estaba hablando
(me encanta), y no por ello mis reflexiones deberían son menos válidas como si
fuera una competencia argumentativa para saber quién dice la verdad (aunque así
ha funcionado el conocimiento); aunque tampoco quiero llegar al extremo
relativista donde todo puede ser válido y con ello la verdad.
Yo lo único que busco con un trabajo como este es que
dejemos de elitizar el conocimiento como si nosotros los estudiantes fuéramos
una especie de eruditos en potencia que el mundo llegará a necesitar para
salvarse de sí mismo. Dejen de sentirse la gran cosa porque realmente todos
somos la gran cosa.
Conclusión
Todas y todos somos capaces de conocer y hacer. El cambio
no depende de algunos, depende de muchos, y yo no soy nadie para irle a decir
eso a todo el mundo; cada quien necesita reflexionar y tomar consciencia de sí
y de su entorno para comprenderlo y cambiarlo. Si ni siquiera puedo cambiar la
relación social entre yo y mis padres, ¿por qué voy a pretender que soy capaz
de analizar a todas las sociedades para cambiarlas? ¿qué o quién me creo que
soy?
Por favor, dejemos de ser unos hipócritas narcisistas del
conocimiento.